En su Diccionario de americanismos, la Asociación de Academias de la Lengua Española define el término cantarola como una reunión o fiesta bulliciosa con música y canciones populares. En Uruguay, la palabra resuena con facilidad y remite casi siempre a la combinación de choripanes, carnes asadas y bebidas alcohólicas, dispuesta en entornos veraniegos y naturales de casas de familia o de cantinas de clubes deportivos que se mantienen abiertas hasta el amanecer. Muchas veces, la extensión prolongada de estas veladas se justifica por algún tipo de poder magnético de la música o de la letra de una canción que lleva a la otra y a un recuerdo que se vuelve homenaje en las voces del improvisado coro de turno.
En Murga a la mesa, un grupo de artistas uruguayos procedentes del mundo teatral-carnavalero propone un espectáculo de simulacro que toma la cantarola como referencia y la ubica en un marco algo innovador. Por un lado, le suma una capa de ficción y otra de glamour a la experiencia de los tablados; por otro, se encarga de descartar los posibles desvíos tendientes al desastre y la desprolijidad, con el fin de que todo termine en euforia, por un rato, para que cada uno pueda volver a su casa sano y salvo.
“La idea nació de las ganas de seguir cantando murga y compartir con amigues. Algunos de nosotros trabajamos durante el año en cruceros, y en verano, por elección, no participamos en una murga que concursa”, cuenta Florencia Núñez, sobreprima y platillera, directora general del proyecto y arregladora coral junto con Leandro Castro Lazaroff.
“En principio íbamos a hacer otra cosa, pero se fue dando así, por encontrarle un porqué y también para innovar. Queríamos hacer un show para poder llevar a bares, porque creemos que está bueno mover y resignificar la murga en estos espacios”, opina.
Murga a la mesa se define como “un proyecto artístico-musical cooperativo que fusiona el lenguaje de la murga uruguaya con una puesta performática inspirada en el universo gastronómico”.
Cuando el espectador ingrese al resto pub ubicado cerca de la terminal Goes, se encontrará con mozas y mozos que de golpe mostrarán sus talentos como murguistas para servir canciones como si fueran platos y recuperar clásicos del acervo musical popular montevideano.
Luego de agotar las entradas de su primera función, el colectivo decidió sumar a la de este viernes otras tres en diciembre.
En su plantel se destaca la presencia de la cantante y compositora María José Hernández y participaciones de sus integrantes en las murgas Falta y Resto, Asaltantes con Patente, La Gran Muñeca, Curtidores de Hongos, Cayó la Cabra, Los Diablos Verdes, La Trasnochada y Doña Bastarda.
En este sentido, Núñez aclara: “No nos consideramos una murga, sino más bien un colectivo cuya base es el canto murguero. Lo que le sale hermoso a este grupo es el poder hacer partícipe al otre en este género tan maravilloso por fuera del concurso del carnaval”. Además del componente musical, la artista promete humor y crítica social, en un espectáculo en el que la interacción con el público es parte fundamental y cuya puesta en escena busca representar la precarización laboral de los artistas en Uruguay.
Pero ¿a quién van dirigidas estas cantarolas con un poco de etiqueta? La directora invita al público de teatro y de carnaval, y agrega: “También es para las infancias, para el público que capaz que no va a ver murgas o no le gustan”, apunta. “Lo que hacemos es para cantar y participar colectivamente, más allá del género, trayendo canciones que todos conocemos. Es una propuesta abarcativa, en la que la bata también canta y la mujer también toma un rol importante de solista”, remata.
Murga a la mesa. Este viernes a las 21.00 en El León de Reus (Domingo Aramburú 1651).Cubierto artístico: $ 450. Entradas en la página de Instagram @murgaalamesa.