El actor y humorista argentino Antonio Gasalla murió este martes a los 84 años. La noticia fue confirmada en las redes sociales de Multiteatro, el espacio perteneciente al productor teatral Carlos Rottemberg. “La noticia del fallecimiento de Antonio Gasalla cierra una página del humor en nuestro país. Nuestras condolencias a su hermano Carlos y familia”, escribieron.
Gasalla acababa de recibir el alta luego de una internación a principios de este mes en el sanatorio Otamendi de la ciudad de Buenos Aires debido a un cuadro de neumonía. Había tenido internaciones similares en los últimos meses a causa de su agravado estado de salud, y debido a su deterioro cognitivo vivía en un geriátrico.
“Antonio está bastante complicado. Está en un centro de rehabilitación y no camina. No nos conoce desde hace más de un año. Ya casi no habla, se alimenta por un botón gástrico. La verdad es que es un panorama muy triste”, dijo hace pocas semanas el periodista Marcelo Polino en televisión. El hermano del actor, Carlos Gasalla, también había hablado del tema en febrero: “Quiero ser claro: tiene demencia senil, es una enfermedad que a los mayores les ocurre frecuentemente. Es algo que va a seguir avanzando. Él está en los principios, pero Antonio no tiene conocimiento ninguno”. La enfermedad le había sido diagnosticada en 2019.
La Asociación Argentina de Actores despidió a quien llamó “indiscutido referente del humor, creador de personajes que forman parte de la cultura popular argentina”. Hablan, por supuesto, de su versión de Mamá Cora en la película Esperando la carroza (1985), dirigida por Alejandro Doria, que adaptó la obra teatral del uruguayo Jacobo Langsner. Luego transformada simplemente en “la Abuela”, la anciana despistada acompañaría a Gasalla durante gran parte de su carrera, especialmente compartiendo living en el popularísimo programa de Susana Giménez.
Antes, había tenido un papel en La tregua (1973), la película de Sergio Renán sobre la novela de Mario Benedetti, y, luego, en Dos hermanos (Daniel Burman, 2010) entregó una de sus más sutiles actuaciones dramáticas como íntimo socio de Susana, encarnada por Graciela Borges, la amiga y colega con la que compartía su devoción por el programa de Mirtha Legrand.
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En la década de 1990, en programas televisivos como El mundo de Antonio Gasalla y El palacio de la risa, creó y encarnó personajes como la depresiva Soledad Dolores Solari, la maestra y la oscurísima Yolanda, que fingía estar en silla de ruedas y llamaba “yegua” a su hija Marta, interpretada por Norma Pons. De esa época también es su caracterización de una empleada pública que desatendía a los usuarios de su oficina, personaje que se adecuaba al ambiente privatizador que avanzaba en la región.
Gasalla se había formado en la Escuela Nacional de Arte Dramático, después de abandonar la carrera de odontólogo que comenzó a estudiar por presión de su padre. Sus primeras apariciones en teatro datan de 1964 y con el tiempo fue marcando una fuerte presencia en el mundo del café concert, donde trabajó junto con Enrique Pinti y el uruguayo Carlos Perciavalle. Luego protagonizó ciclos televisivos como los mencionados, a los que se sumaron participaciones actorales en ciclos de ficción y hasta su presentación como jurado en el reality de Marcelo Tinelli Bailando por un sueño.
En paralelo a su carrera televisiva, Gasalla siguió presentándose en espectáculos en vivo y llegó a ser conocido como “el rey de la calle Corrientes”, en referencia a la avenida que aloja a la mayoría de las grandes salas de teatro comercial de Buenos Aires.
Una de sus últimas apariciones públicas había sido en 2022, después de dos años de estar alejado de los medios. A la salida de una obra de teatro a la que había asistido, fue interceptado por un notero del programa Intrusos, a quien contó su situación: “Por ahora sigo respirando, tengo vida. Dejé un poquito de trabajar, pero son cosas de la vida”. Por entonces también fue víctima de una estafa millonaria en una de sus propiedades, de la que desaparecieron títulos y objetos de valor.
“Cuando te hagas grande, acordate que pasarla bien es algo que tiene que hacer uno mismo con uno mismo”, le dijo al notero que lo abordó en aquella ocasión. “De afuera te pueden querer y tratar, pero si vos no armás tu manera de ser, qué querés ahora y qué querés mañana, qué es lo que no te gusta y qué te querés sacar de encima, no sirve. Cuando te amargás es porque no sabés qué carajo hacer; buscale la vuelta”.
En cierto modo, Gasalla parecía reírse de la muerte a través de sus síntomas: la desidia de la empleada pública, el terror a todo de Soledad, el cinismo de Yolanda y los recuerdos violentos de Mamá Cora.