La noche del 2 de mayo de 1981, The Clash se presentó en vivo en el velódromo de Anoeta, en la ciudad vasca de San Sebastián. Como muchos de sus amigos y futuros colegas, el cantante, compositor y documentalista Fermín Muguruza salió de ese concierto iluminado con la música y el mensaje de la explosiva banda británica y sacudido por la claridad de una respuesta que diluía todas sus interrogantes y lo impulsaba a la acción.
Pocos años después, en Uruguay, un sacudón similar conmovía las fibras de una generación de punks e idealistas, con o sin guitarra, con o sin cresta, unidos por la fiereza divertida de Kortatu, la primera banda de rock de los hermanos Fermín e Iñigo Muguruza (1964-2019), fundada en 1984 en el País Vasco.
La conexión entre los pequeños países seguiría con otros capítulos. En octubre de 1994, otra generación, o una muy cercana, iba a recibir un nuevo impacto emocional y físico de la mano de los Muguruza y de su banda de rap-rock Negu Gorriak, esta vez con una presentación musical en carne y hueso, no menos célebre que la de Mano Negra de 1992, concretada de forma clandestina y propiciada en el marco de acción solidaria y comunitaria del grupo vasco ante la masacre del Hospital Filtro, ocurrida en agosto de 1994.
“No nos íbamos a ir de Uruguay sin actuar. Y fue precioso lo que pasó porque salieron autobuses hacia Pando y era una cosa como de realismo mágico, de la que se decía que era como una segunda toma de Pando”, cuenta Fermín Muguruza en diálogo telefónico con la diaria desde Berlín y en plena gira de festejo por sus 40 años de trayectoria y de conciertos en los que mezcla las canciones de sus emblemáticas bandas con las de su discografía solista.
“Estuve en Montevideo el año pasado, acompañando la conmemoración de los 30 años de la masacre del Filtro, y mucha gente tenía ganas de contar cómo había llegado hasta ese recordado concierto en Pando, aunque la verdad es que no había tanta gente como toda la que cuenta que estuvo ahí. Seríamos 500 personas”, dice, con una cuota de humor, sobre la primera de muchas de sus visitas a la capital uruguaya, propiciadas por su actividad artística y militante, y por su amistad con Norma Morroni (madre de Fernando Morroni, joven asesinado en el insuceso del Filtro) y músicos uruguayos como los de Cuatro Pesos de Propina y La Vela Puerca.
Como desde los días de Kortatu, el presente del artista sigue regido por el activismo político y social, encauzado en la defensa de los derechos del pueblo palestino y la independencia de su propio territorio, entre otras batallas.
En los últimos tiempos, su música ocupa tanto lugar como sus labores de guionista de cine documental: un espacio en el que ha encontrado el intersticio ideal para visibilizar sus ideas en tiempos digitales, con películas aclamadas por el público y la prensa especializada, entre ellas Checkpoint Rock: Canciones desde Palestina (2009), Nola? Irun Meets New Orleans (2015) y la saga de animación Black is Beltza.
Cuando estuviste por acá en agosto de 2024, además de sumarte a la marcha por los 30 años de la represión en el Filtro, entre otras actividades, participaste de conversatorios y presentaste tu largometraje Black is Beltza II: Ainhoa (2022) en el Cine Universitario. Entiendo que tenés una rutina similar en cada uno de tus destinos. ¿Qué has hecho ahora que estás en Berlín, además de prepararte para un concierto?
En todos lados me encuentro con amigos, que por lo general son también activistas, o gente que tiene relación con diferentes movimientos sociales.
En este momento, por ejemplo, el tema de Palestina está sobre la mesa y es uno de los principales. Aquí en Alemania tienen un problema muy grande, por ese complejo de culpa tan intenso que tiene la sociedad, e incluso hay comunidades de izquierda que ahora recién se han comenzado a movilizar, porque hasta hace poco lo hacían de una manera muy tibia.
De hecho, hoy mismo, por ejemplo, se cumple aniversario de la nakba palestina, y hay una manifestación que sale de aquí, de Neukölln. Así que mis actividades tienen que ver con saludar a la gente y saber cómo están. Es fundamental tener presente el tema del cuidado colectivo, de saber quiénes nos quedan vivos, a quién tenemos alrededor, a quiénes hemos perdido. Eso es lo primero: juntarnos alrededor de una mesa a charlar de la vida y luego sí se puede analizar y pensar un poco cómo está la situación.
En eso estuve hoy, pero también hay que saber qué es lo que está pasando en todas las ciudades del mundo. Por ejemplo, con el fenómeno de la gentrificación, o con la migración: un tema que la extrema derecha está usando como ariete. Ese auge de la extrema derecha también está ocurriendo aquí en Alemania. ¡Imagínate! Se acaban de conmemorar los 80 años de la liberación de los campos de concentración y de la victoria contra los nazis, y ahora otra vez la extrema derecha resurge en la misma Alemania, con apoyo popular, con más presencia, con más descaro y de manera más insultante.
¿Qué percibís del público que te está yendo a ver en esta gira con la que ya te presentaste por Madrid, Barcelona, Londres y París, entre otras ciudades europeas, y que te trae por aquí?
Hay en todo el mundo una especie de desilusión, incluso cansancio de mucha gente que está esperando que aparezca una alternativa a todo lo que está ocurriendo, con ese auge de la extrema derecha que se presenta con mensajes, hasta diría humorísticos, pero que calan muy fuerte en una parte de la sociedad. Un Milei, un Donald Trump, son payasos de feria. Está claro que existen una serie de think tanks que son los que se encargan de preservar los privilegios económicos de un grupo dominante y son los mismos que en una época deciden que sea Ronald Reagan el presidente, en otra época George Bush y que ahora sea Donald Trump. La gente está cansada de ese continuismo, pero a pesar de todo, además de la resistencia, creo que puede haber alternativas.
En los conciertos de esta gira lo que estoy viendo es que hay mucha gente que se reencuentra, y que de repente había abandonado las calles. Es como: “Mira, yo hasta aquí he llegado”, pero de golpe se encuentran con nuevas generaciones y se dan momentos de euforia colectiva. Es una especie de catarsis que se crea cuando todos empiezan a cantar juntos. Para mí es muy fuerte participar de esas experiencias. Y por supuesto, me gusta provocarlas, o por lo menos eso es lo que busco, pero la verdad es que está ocurriendo naturalmente. Entonces, para nosotros es muy emocionante ver que en todos estos lugares donde estamos actuando la gente como que se reactiva.
Muchos dicen: “¡Es verdad, no estamos solos!, que es una sensación que te genera el sistema, pero no, no estamos solos. Además del elemento cultural, de conexión de la música, pues también hay un elemento político que te lleva a decir: “Creo que merece la pena seguir peleando”. O sea que, en ese sentido, ya perdieron. Olvídense.
¿Cuál es tu mirada sobre las encuestas que indican que a buena parte de los vascos no les interesa la independencia? ¿Crees en esas encuestas?
Por lo general, casi todo está medio manipulado. Creo que lo más fácil de todo sería que aceptaran que se puede hacer una votación. En Cataluña, cuando intentaron hacer un referéndum, terminó en pura represión, puro palo de la policía. Creo que todavía hay mucho miedo a que llegue ese día, pero seguimos creyendo que es posible la independencia y, sobre todo, la autodeterminación del País Vasco. Nos vamos a independizar, y es que luego los lazos van a ser muy estrechos con todos los pueblos que hay en Europa. Creo que si fuéramos independientes tendríamos una mejor relación con todas las administraciones españolas, que ahora niegan nuestra autodeterminación.
¿Qué significa para vos tu vínculo con Uruguay?
Es un país con el que he quedado unido de manera irreversible. Después de aquel concierto de Negu Gorriak, yo he seguido yendo a tocar, a presentar películas, he hecho varios conciertos, estuve con una obra de teatro junto a Albert Pla, y cuando me llamaron por el 30 aniversario de la represión del Hospital Filtro, pues dije: “Tengo que estar ahí”, y la verdad es que en esa visita de agosto pasado también tuve la suerte de que el Pepe Mujica me quisiera recibir en su chacra.
¿De qué conversaron?
Estuvimos como una hora charlando. Él estaba un poco alicaído por toda la medicación que le estaban dando, pero la cabeza la tenía fresquísima. Me habló de sus antepasados vascos, de cuando estuvo por allá y de un pueblecito que se llama Muxica, de donde precisamente serían originarios sus antepasados.
Luego estuvimos hablando de cultura, de películas, de los documentales que le habían hecho, del euskera, de la migración. Fue también muy interesante porque me di cuenta de que este personaje histórico que se nos iba a ir dentro de poco me llevaba de vuelta a mi tierra, también a través de Lucía, su mujer, así que esa es otra cosa que me une todavía más a Uruguay, y por la que decidimos que con esta gira no podíamos dejar de llegar hasta allá.
Somos una banda que está moviendo 17 personas en gira, con diez músicos en el escenario, hacemos un gran esfuerzo, pero nos da mucha ilusión encontrarnos con el público uruguayo en el Museo del Carnaval, así que animo a todos tus lectores a que compartan con nosotros esta gran celebración.
¿Sos un hombre de sueños? ¿Tenés un sueño al menos?
Claro que sí. Ojalá que este sistema de economía de mercado desaparezca, porque realmente es el gran culpable de todo lo que está ocurriendo en todas las partes. Ojalá hubiera una especie de socialismo internacional en la humanidad de cada uno. Ese sería el gran sueño, el gran sueño por el que estoy precisamente también en la música. Ahora que ha muerto Pepe, pues todo el mundo está replicando alguna de sus frases, que a mí no me convencen del todo: esa cosa del buenismo. Lo quieren transformar en un personaje de Walt Disney. Y para mí, nada: Mujica fue un tupamaro, un guerrillero, una persona que cuando había que tomar las armas las agarró.
Una de las frases suyas que más me llegó es cuando dijo: “Pertenezco a una generación que quiso cambiar el mundo. A nosotros nos aplastaron, nos derrotaron, pero sigo pensando que merece la pena seguir luchando para que la gente pueda vivir mejor y con un mayor sentido de igualdad”.
Yo me quedo con eso. Ojalá la siguiente generación diga “yo también”, y ojalá una de esas generaciones diga “nosotros lo conseguimos porque antes hubo otras que lucharon por cambiar el mundo”.
Fermín Muguruza, gira 40 aniversario. Jueves a las 20.00 en Museo del Carnaval. Entradas $ 1.200 en Redtickets.