La limpieza que hicieron plataformas como Steam o Itch.io de videojuegos de temática adulta, que de un día para el otro desaparecieron de sus catálogos, vuelve a poner sobre la mesa la discusión acerca de la libertad de expresión y la censura.
Todo comenzó con una carta abierta de Collective Shout, una organización australiana que, según su propia descripción, “lucha contra la cosificación de las mujeres y la sexualización de las niñas en los medios, la publicidad y la cultura popular”. La carta estaba dirigida a “los procesadores de pagos que se benefician económicamente de la violación, el incesto y el abuso infantil en videojuegos de Steam”, y nombraba a los ejecutivos más importantes de Mastercard, Visa, Paypal y otras compañías similares.
El pedido era sencillo: que dejaran de procesar pagos en las plataformas que albergan títulos que la organización considera que fomentan esas acciones. Las nuevas tecnologías permitieron que hace pocos meses se comercializara una suerte de “simulación de violación”, que primero fue prohibida en Australia por las acciones de Collective Shout y luego en el resto del mundo. Sin embargo, “centenares de otros juegos” permanecían a la venta.
Los procesadores de pagos no tardaron en reaccionar. A comienzos de mes Steam actualizó su reglamento y eliminó cientos de títulos, y la semana pasada Itch.io quitó o invisibilizó todos aquellos juegos considerados adultos o “no aptos para el ambiente laboral” (NSFW, por sus siglas en inglés), y explicó que lo hizo “para asegurarse de seguir operando y ofreciendo un mercado para todos los desarrolladores”. Itch.io es la opción preferida de muchos creadores independientes.
“Este es un momento crítico para Itch.io. La situación evolucionó con rapidez y tuvimos que actuar en forma urgente para proteger la infraestructura de pago de la plataforma”, agregaron, según recoge The Guardian. “Desafortunadamente, eso significó que no era realista intentar avisar a los creadores antes de hacer el cambio. Sabemos que no es lo ideal y nos disculpamos por lo abrupto del cambio”.
La barrida veloz de los títulos NSFW se llevó puestos, al menos en forma temporal, a numerosos videojuegos de temática LGTBQ+.
Desde Collective Shout denunciaron que fueron bombardeados con toda clase de amenazas desde que se difundió la carta, y una petición para “dejar de controlar lo que podemos mirar, leer o jugar” acumula más de 180.000 firmas en el sitio Change.org. “Nadie debe ser forzado a interactuar con contenido que lo ofende, pero no tienen el derecho de determinar lo que está permitido disfrutar, especialmente cuando eso ocurre dentro de los límites de la ley”, señala la petición.
Dentro del pensamiento conservador existen voces similares a las de la organización. “Bravo”, respondió Elon Musk en X –la red social de la que es dueño– a un posteo sobre la petición.