No le sirvió a ninguno: Nacional resignó la punta de la Tabla Anual cuando falta una fecha para el final del Torneo Clausura y del año; Atenas, por su parte, no pudo sostener la categoría y el año que viene jugará en la Segunda División, más allá del resultado del fin de semana que viene. Buen partido, emotivo tanto por los goles como por la cantidad de chances entre uno y otro equipo, pero corto para las pretensiones de ambos. La bronca fue general.

Por cómo terminó el partido dio la sensación de que Nacional tuvo todo para ganar. En realidad, más allá de mirarlo con el diario del lunes, esa percepción es hija del final, pero también por lo hecho en todo el segundo tiempo, período en el que fue superior atrás –porque arregló el desastre defensivo del primer tiempo– y muy incisivo adelante. No le quedaba otra: iba abajo porque la primera parte terminó 2-0 en favor de Atenas. No le quedaba otra porque, lo sabe todo el mundo, ganar la Anual es el punto extra que suele ayudar en la definición del Campeonato Uruguayo.

Atenas se fue con el dolor del descenso, esa cosa incómoda, difícil de digerir. Triste, para qué buscarle sinónimos. Un dolor que, si bien podía tener presente que era una posibilidad, en buena parte del juego lo tuvo lejano, casi olvidado, porque ganaba por dos goles de diferencia. La primera ilusión de quedarse asomó cuando Federico Castellanos puso el 1-0, de penal, a los 26 minutos. Antes de irse al descanso, a los 43, llegó el segundo de los carolinos: Lucas Rodríguez supo orientarse para agarrar un rebote y resolver la jugada. Dos chances de gol, dos conversiones. Eso es efectividad.

A Alexander Medina no le convenció la forma de atacar de su equipo en el primer tiempo. Podía pasar, porque el Cacique metió nueve cambios para este partido. Algo de ese buen engranaje que acostumbra a tener Nacional se perdería. Pero así y todo, con la oncena titular o con los ingresos de Gonzalo Castro y Gonzalo Bergessio al comienzo del segundo tiempo, el tricolor fue más. Pagó atrás, eso sí.

A los 57 Sebastián Fernández puso el descuento: córner de Guillermo Cotugno y pimba de Papelito. En adelante –hay que decir que Atenas podría haberlo liquidado a los 53, pero Andrés Rodales no pudo definir–, Nacional demostró mucha superioridad. Castro le aportó la profundidad que antes no había tenido, Luis Aguiar empezó a participar más, también Tabaré Viudez y el propio Bergessio. Pero, otra vez, al igual que con Boston River, la efectividad no fue una virtud tricolor. Pegaron en los palos, la sacaron por la línea, le erraron feo o intervino la defensa carolina. Recién a los 86 el argentino Rodrigo Erramuspe anotó el empate. Parecía tarde, pero los tricolores tuvieron un par más. Lo de antes: la eficacia no apareció.

A Atenas le tocará luchar por volver. Así es la vida muchas veces. Nacional tiene que resetear. El miércoles se juega su pasaje a la semifinal de la Copa Sudamericana. Aquello de que el fútbol da revancha.