Hacé silencio que están hablando. Una expresión común se mueve. Es la pelota. Cada cual con sus pensamientos, cada quien con sus sensibilidades. Se agita. Es el fútbol como partícipe de los procesos de construcción del sentido y la pertenencia. Una misma bandera en la cancha de siempre. Vienen. Van. Voy. Vamos. Que nadie olvide la oportunidad de gritarlo. Fue gol de mujer. Fue la demostración de que sí se puede. Un Mundial en Uruguay sí se pudo. Mundial: borrar las fronteras.

Hacé silencio que están hablando. Si no te gusta acá, ¿por qué no te vas? Una vez Marita Azambuja, maestra de El Galpón y del teatro todo, dijo en clase que, por mucho que se parezcan, hay una enorme diferencia entre exhibir y exponer. Exhibirse: mostrarse en público con la finalidad de llamar la atención. Dale, dale que vos podés. Tenés pinta y te sobra lobby. Exponer: explicar ordenadamente una cosa o situación para darla a conocer. Esto también podés hacerlo, pero ya es otra cosa. Se necesita argumentar con solidez, demostrar, justificar con pelota dominada. No la fácil, sino como el rosal: tronco y tallo con espinas, pero al final, la flor.

Hacé silencio que están hablando. Fiorella cuenta lo que nunca imaginó: una final de un Mundial. Habla de ser consecuentes con las ideas y la filosofía. Nada, parece una pavadita de cuento, acaso cinco metros de poemas. Toda la verdad es imposible, pero hay que ser muy valiente para contar la historia, esta historia, y desafiar la otra, la de los sabios que escriben hasta lo que te tiene que pasar al grito de “esto es así y si no te gusta te las tomás”. Mirá vos, no me digas. Por los altoparlantes le hablan al público. Repiten “thank you, thank you, gracias, gracias”. Es el fútbol femenino citando a Tennessee Williams: “Siempre agradeceré la benevolencia de los desconocidos”.

Dos selecciones que no son la nuestra casi llenaron el estadio Charrúa. Una gurisa de rojo con la 10 en la espalda la descosió. Dos goles en la final, chavala, qué maravilla, eres la hostia. Las jóvenes españolas, que no deben de tener ni idea de la banda The White Stripes, usan el riff de “Seven Nation Army” y le cambian la letra para cantar “campeonas del mundo / campeonas del mundo”. Enhorabuena, joder. Estas páginas lo repetirán todas las veces que sea necesario: un campeón es para siempre.

Hacé silencio que están hablando. Lo lograron. Hubo un Mundial en Uruguay. No fue el de la parafernalia, no. Fue un Mundial así, como el que pasó, chiquito, femenino, uruguayo, con besos rústicos y precarios, con la belleza simple del barrio, como la llovizna gris, como un cielo de serpentinas o un atardecer con mate abajo de la santa rita.