Bo, digan lo que quieran. Yo sé que alguno de ustedes va a mandar que para qué fue el paparulo este a Rusia a alcahuetear a los jugadores, a Tabárez, a la selección. Por mí, mandá la que quieras. Pero yo estoy acá viviendo la celeste, esta forma de jugar, de vivir, de responder. Porque claro, yo me creo que soy ellos, yo aspiro a ser como ellos, ¿o ustedes acaso renuncian a la idea de un día ser un líder venerable por sus ideas, sus desarrollos, su maestría, como Óscar Washington Tabárez? ¿Ustedes no quieren ser como esos tipos que están juntos como una piña pero además disfrutan de esta fiesta trancando con la cabeza, hablando por nuestras familias, por nuestros vecinos, por nuestros tíos, por nuestras novias, por nuestros plomeros? Yo realmente quedo impactado cuando sé que estoy compartiendo tiempos con cracks que dentro de unos años otros venerarán como yo a Nasazzi, a Scarone, a Perucho Petrone, al Vasco Cea.
Y todo eso está pasando ahora, y lo estamos viviendo, conviviendo con la historia que dentro de 30 o 40 años revisarán y escribirán aquellos que hoy juegan con plasticina, si es que a la ceibalita se la puede compartir con esos buenos e inolvidables emplastes.
En eso pensaba hoy o ayer, mientras iba en el destartalado 245 rumbo a Bor, mientras la caja de cambios de aquel antiguo ómnibus-camión soviético parecía que iba a explotar en cualquier momento, mientras la guarda, una señora hosca y primaria, me gritaba en ruso, mientras yo, ya al final, también en ese mismo estado primario, le contestaba en español y con un tuteo atrevido.
Todo un país detrás
“Entrar en la cancha pensando que tenemos todo un país atrás es hermoso, pero también la familia, tus hijos, tus padres están de arriba para abajo, cargando valijas, sin parar, con todos los esfuerzos que hacen para poder estar al lado nuestro”, dijo Luis Suárez, y también habló de Delfina cantando el himno y de Bautista, sus hijos, más uno que recientemente anunció que está por venir: “Me llegó el video de Delfina cantando el himno y me emocioné muchísimo por la forma en la que lo está viviendo mi hija. Mi hijo también, pero es más chico. Ella, con siete, está en una edad en la que no se va a olvidar más lo que está viviendo”, dijo el goleador en estado papá. Pero claro, también habló de Edinson Cavani: “Edi Cavani es esencial para la selección, por lo que representa y la colaboración que hace al equipo. Son pocos días para la recuperación y ya no depende de él. Me incluyo en los tres millones de uruguayos en la espera”. “El equipo ha sabido revertir esas situaciones no estando Edi y yo. Siempre ha cumplido, y ha estado a la altura de lo que es esta selección. Uruguay no depende de un jugador, sino que ha quedado clarísimo que dependemos de nuestro esfuerzo colectivo y lo que hagamos dentro de la cancha”. Agregó: “Ahora, en mi caso soy uno de los referentes, pero cuando recién entré miraba a Diego Forlán, al Loco [Sebastián] Abreu, a Diego Scotti, a la Tota [Diego] Lugano. Cuando entré estaban Vicente Sánchez, Pablo García, el Facha [Fabián] Carini, todos jugadores que uno miraba y aprendía con lo profesionales que eran. Los jóvenes que vienen van mirando a los más grandes y te van generando un vínculo de admiración. Acá adentro nadie se cree más que el otro, y eso hace un buen grupo. La tranquilidad que les da a los jugadores nuevos el Maestro al entrar es muy importante. Lo pueden ver en Lucas [Torreira], que entró en un partido y ya es parte del grupo como si estuviera desde hace mucho tiempo”.
Je suis
A mí me dio claridad conceptual cuando habló de Antoine Griezmann: “Antoine, por más que diga que es medio uruguayo, es francés. Él no sabe la entrega y el esfuerzo que tenemos que hacer los uruguayos, lo que tiene que hacer un uruguayo desde chico para poder llegar. Tendrá sus costumbres, su forma de hablar y todo eso de uruguayo, pero el sentimiento no, nosotros sentimos de otra manera”. Cuando Matías Faral dijo que aquella había sido la última pregunta tuve ganas de atravesar ese colmado espacio y felicitarlo. Luis, vos ya nos sos un pibe, ya lo contaste, vos sos un hombre, un padre, un compañero, y seguro vas a ser el mejor Luis Alberto Suárez que podés ser, lleno de aciertos, lleno de tropiezos, con risas, cagadas y hasta mordidas; y a pesar de que sos uno de los mejores goleadores del mundo, la selección, el Maestro y capaz que hasta nosotros, los que día a día parece que queremos estar cerca de tu vida, de la de ustedes, somos el pase, el pelotazo, la carrera, el cierre y el puntín para que la bajes y piques pechando para seguir siendo cada vez mejor, mirando para adelante, riéndote tras cada gol, cantando “Bola de nieve”, llorando porque cuando hay que largar el moco hay que largarlo y poniendo alguna planchuela si hay que ponerla. Luis, estás pasado, y está clavado que no te vamos a dejar nunca si sos como sos.
Hay algo que sigue vivo.