Tenía que ser con fútbol, como la historia de Forlán merecía. Ya se sabía que se produciría su adiós definitivo de la práctica profesional, así como su decisión de cómo continuar cerca de la pelota: siendo entrenador. Pero estaba bueno verlo jugar en Uruguay por última vez. Y así fue; lo hizo rodeado de amigos en el estadio Centenario, con la celeste número 10 pegada al pecho y entre goles, porque de eso sí que supo.

En la cancha la cosa empezó con un equipo dirigido por Óscar Washington Tabárez y formado por Juan Castillo al arco; Jorge Fucile, Diego Lugano, Andrés Scotti y Álvaro Pereira en el fondo; Diego Pérez, Egidio Arévalo Ríos y Nicolás Lodeiro en la mitad de la cancha; Forlán de enganche y Luis Suárez y Sebastián Abreu arriba. Enfrente estuvo el equipo de amigos: Fabián Carini; Andrés Fleurquin, Gonzalo Rodríguez, Joe Bizera y Mariano Pernía; Maximiliano Rodríguez, Antonio Pacheco, Juan Sebastián Verón y Andrés D’Alessandro; Diego Milito y el golfista Sergio García, dirigidos por la dupla técnica Pablo Forlán-Víctor Púa.

El primer tiempo lo ganó Uruguay 4-1. Los goles celestes fueron convertidos por Abreu, el propio Forlán y Lodeiro en dos ocasiones, mientras que el tanto de los amigos del 10 lo hizo el rosarino ex Peñarol Maxi Rodríguez. En el medio, la música a cargo de Emiliano Brancciari, que cantó “Clara” y “Cielo de un solo color”, y el Centenario en miniatura que la Asociación Uruguaya de Fútbol le entregó a Forlán como reconocimiento por su carrera.

Para el segundo tiempo Forlán cambió de bando, jugó con sus amigos Juan Román Riquelme, Esteban Cambiasso y Gabriel Milito y siguió haciendo goles como en toda su vida. Lo anecdótico fue que Suárez fue arquero –y tuvo muy buenas atajadas– y que terminaron igualados 6-6.

“Quiero darle muchas gracias a la gente por haber venido, agradecerles a la selección, a mis compañeros y a los amigos que me dio el fútbol, a otros que no pudieron venir. Estos 21 años de carrera fueron mucho más de lo que me imaginé, y vivir esto en esta cancha es algo emocionante. Ahora comienza otra etapa”, dijo un emocionado Forlán.

Los fuegos artificiales fueron la antesala a su partida. Forlán saludó a las cuatro tribunas y se fue, aunque nunca se borrará lo que hizo dentro de la cancha. Lleva consigo la historia: cuarto en el Mundial de Sudáfrica 2010, en el que ganó el Balón de Oro y fue uno de los goleadores del campeonato, con cinco anotaciones; la Copa América ganada en Argentina 2011; una cantidad enorme de goles que Cachavacha hizo a lo largo de su carrera profesional, entre la celeste y los equipos a los que defendió: Independiente de Avellaneda, Manchester United, Villarreal, Atlético de Madrid, Internazionale de Milán, Inter de Porto Alegre, Cerezo Osaka, Peñarol, Mumbai City y Kitchee de Hong Kong.

En total, Forlán hizo 309 goles. Hay dos, tal vez más, en los que muchos podemos coincidir en que el grito fue más intenso que en otros: aquel penal a Ecuador en Quito, al ángulo y en la hora, que derivó, al tiempo, en la exitosa gesta del Mundial Sudáfrica 2010; el otro gol a grito pelado fue el de tiro libre que le hizo a Ghana en un partido que estaba –y fue– durísimo, y que terminó poniendo a Uruguay en una semifinal mundialista, después de mucho tiempo.