Los aficionados del deporte conocen el momento. Es un dolor agudo acá, que se transforma en un dolor sordo y ligeramente perturbador, que parece será para siempre, pero que a medida que pasa la vida y se cierra la herida, o que se forma callo, uno sabe que pasa, que pasará inevitablemente y que allá, en las revanchas del Google Calendar, habrá otro enero que nos podrá conducir a dividir el carnaval de los sueños.

Nunca es changa asumir que se termina todo, aunque ese todo no sea más que hasta el año que viene. Afuera y bailando. ¡Faaaa! ¡Cómo pega!Ustedes que van a la cancha, que escuchan la radio, que tienen la tele prendida, que miran todas las noticias, que saben la agudeza y el desencanto que lleva cuando el juez pita, levanta los brazos y señala la mitad de la cancha enterrando para siempre la ilusión de ese partido, lo saben y lo reconocen por más que no lo quieren recordar. Es una pesadilla para sacudirse y despertarse, para no quedarse en el letargo, y darle. ¿Pero qué te crees? ¿Que a nosotros los canarios no nos pasa? No, las laralailas no nos pasa.

Salto, ¿te suena Salto? Para acompañar a Luis Suárez y Edinson Cavani podés armar una selección de salteños que puede jugar cualquier campeonato del cosmos. Bueno, Salto quedó afuera. Sí, quedó afuera de nuestro mundial. En la última fecha fue Fray Bentos quien lo dejó afuera de la definición del Litoral, y por ello también de la decisión de la Copa Nacional de Selecciones. En el viejo Liebig's, casi donde por primera vez corrió una pelota a orillas del Uruguay, los fraybentinos consiguieron la victoria que necesitaban para seguir adelante. Lo hicieron por 2–0 con anotaciones de Lázaro Zoppi, el hijo de Julio, aquel infernal habitante de la raya, y de Exzequiel Vázquez, el goleador hermano del basquetbolista celeste Sebastián, el Pelado. Fue un partido de altísima intensidad que tuvo un gol de distancia todo el tiempo, que representaba la clasificación o la eliminación, hasta que en los descuentos llegó el tanto que dio cierre al formulario del partido.

Fray Bentos terminó segundo en el grupo B con 10 puntos, uno más que su vencido Salto, y uno menos que Paysandú, que en Dolores aplastó a los locales por 5–1 con goles de Brian Sabaño, Anderson Cuero, dos de Juan Andrioli y el restante de Lucas Silveira. Enzo Escuder marcó el descuento final para Dolores.

El grupo A, que ya tenía a un semifinalista, Rivera, también tuvo un desenlace ajustadísimo y con casilleros que iban cambiando de nombre de acuerdo a la pericia de los protagonistas.

Tacuarembó resolvió de manera extraordinaria su exigencia al ganar en el Matías González de Artigas por 7–1, con 5 goles de Luis Ney Pintado y 2 de Anderson Pérez. El gol de Artigas, que llegaba a la última fecha con chance de clasificar, lo hizo Bruno Camargo.

Sin embargo, esa clarísima y preciosa victoria en Artigas, no le dio la clasificación a los tacuaremboenses sino hasta el último minuto del partido que en el imponente Atilio Paiva Olivera de Rivera los locales le ganaron por 3–2 a Bella Unión. En Tacuarembó recordarán por un tiempo el nombre de Yian Rosa, el arquero riverense, que en la hora y de manera extraordinaria atajó un penal y su rebote que hubiese significado el empate de Bella Unión. Rivera ganó 3–2 a Bella Unión con goles de Gastón Machado, Andrei Florindo y Richard Gómez, mientras que para los cañeros anotó un doblete Nicolás Arbiza (y a él le hicieron el penal en la hora que Yian Rosa le contuvo a Miguel Márquez).

Rivera terminó primero con 10 puntos, segundo Tacuarembó con 9, Bella Unión 7 y Artigas 5. Ahora, desde este fin de semana, se juegan las semifinales entre Rivera ante Fray Bentos y Paysandú frente a Tacuarembó.

Por amor a la camiseta

Tengo años, tengo callo, tengo esperanza y, lo que es más importante, tengo decenas de camisetas en las que reconvertir el mañana. Pero, aún así, soy ese tipo que se descompone y quiere salir corriendo del momento cuando el juez indica el círculo central y ya no hay futuro. Colonia, con una maravillosa actuación de Facundo Rodríguez, autor de uno de los tres estupendos y recordables goles con los que la roja selló su clasificación en Tarariras, venció por 3–1 a Florida y se convirtió por puntos en ganador de la llave, y por tanto en semifinalista.

Habían empatado en Florida 1–1. En la revancha, en un partido apretado, los colonienses eliminaron a Florida, que hasta los descuentos, cuando llegó el 3–1 final, estuvo buscando el 2–2 que le hubiese dado la clasificación directa. Fueron tres golazos los del equipo de Carlos Ravel: dos de Facundo Rodríguez, el fantasista de Semillero, que además recibió el Balón de Oro de Giefi por la temporada 2018, y otro sensacional de Marcos Pérez. El de Florida lo anotó Nicolás Lobariñas.

Otro que quedó eliminado inesperadamente, pero en este caso con situaciones que pudieron haber modificado su acción deportiva –como no jugar el partido de ida al rayo del sol al mediodía y con 40 grados de sensación térmica- fue Canelones, quien en el Martínez Monegal empató con Flores 2–2. Los trinitarios llegaban con ventaja porque, en el insólito partido de las sombrillas, habían ganado 2–1. Clasificaron por puntos. Aquí también hubo un penal atajado en la hora que pudo haber cambiado un semifinalista. El penal fue para Canelones, y si se hubiese transformado en gol le hubiese dado la victoria a los canarios, aunque no la clasificación directa que seguiría siendo de Flores. El duraznense Darío Guanco que ataja para Flores lo contuvo, e indirectamente le dio la clasificación como mejor perdedor a sus vecinos de Durazno, que ganó como “local” en Trinidad –el Landoni aún no está pronto– a Ecilda Paullier por 1–0.

En el empate de Canelones con Flores anotaron Jairo Baladón y Jonathan Etchevarne para los locales, mientras que para los trinitarios los goles fueron de Juan Tabárez y Diego de Carlos.

En el triunfo de Durazno sobre Ecilda por 1–0 la anotación fue de Gerardo Gasañol, lo que le sirvió para ser el mejor perdedor por sumar tres puntos, cosa que ni Canelones ni Florida, los otros perdedores de las llaves consiguieron, pudieron hacer.

Lo peculiar de las llaves semifinales es que se volverá a dar el enfrentamiento entre Ecilda y Durazno. La otra llave es entre Colonia y Flores. Ambas se empiezan a jugar este fin de semana.

Vergara no afloja

En el Este, regional que va más adelantado y ya está jugando semifinales, aún hay mañana para todos los que quedan. Pero, sin dudas, la visión más linda y esperanzadora es la de Vergara, que tras eliminar a Melo, tricampeón del Este el domingo pasado ganándole con autoridad en el parque Ventura Robaina, a orillas del Parao, ahora sacó terrible empate en el Teatro de los Sueños (copyright Juan Aldecoa) del Lavalleja de Minas, cerrando sin goles el partido que corresponde a la ida de las semifinales. Minas, que por la ventaja deportiva de haber ganado el grupo A había pasado directamente a semifinales salteándose los cuartos de final, ahora deberá ganar o empatar con goles en Vergara para llegar a la final a la que aspiran los vergarenses para repetir el histórico momento del 2002 en el que llegó a la final del Este.

La otra semifinal también tuvo su partido de ida jugado en Aiguá, donde la Zona Oeste de Maldonado hizo de local en esta oportunidad. Fue empate 1–1 con Canelones del Este, en el encuentro que seguramente refleja a más pueblos de un lado y del otro. Para los maldonadenses el gol fue de Jonathan Hernández y para los canarios empató Jonathan González.

Las revanchas van el fin de semana: en Vergara el de Vergara–Minas y, en Pando, Canelones del Este-Zona Oeste.

Los aficionados del deporte conocen el momento. Es una sensación de éxtasis finita, que se transforma en horas o días de alegría, que parece será para siempre, pero que a medida que pasa la vida, el tiempo, a medida que el recuerdo se agiganta exageradamente, sabe que será para siempre, mientras las neuronas puedan conectar ese recuerdo y que, allá en las revanchas del Google Calendar, habrá otro enero que nos podrán conducir a dividir el carnaval de los sueños.

El fútbol es como la vida y siempre, pero siempre, hay una revancha que esconde un sueño, que pisa una frustración, que enciende una nueva ilusión, tal vez esta misma de estar viviendo y soñando con este campeonatazo.