El sábado, en el inicio del Torneo Apertura del Campeonato Uruguayo de Fútbol, Liverpool y Nacional igualaron a 1. El gol del negriazul lo hizo Diego Guastavino, mientras que el de los tricolores fue de Octavio Rivero cuando faltaban cinco minutos para el cierre.
Nada mejor que la palabra de los directores técnicos para describir lo que pasó. Valentín Villazán, el sábado al mando de Liverpool porque Paulo Pezzolano está suspendido por dos fechas, dijo: “Este no es el estilo que nos gusta a nosotros. Nos costó todo el partido. El primer tiempo fue monótono: ellos atacaban y nosotros defendíamos, y encontramos el gol en una jugada aislada. En el segundo se equiparó pero no como queríamos. No nos gusta jugar así”. Eduardo Domínguez, por su parte, sostuvo: “Fue un partido que se controló de buena manera. Tuvimos nuestras situaciones y no fuimos efectivos, algo que sí consiguió Liverpool en el primer tiempo, cuando tuvo una y anotó. Después nos dio algo de nerviosismo, ya que no encontrábamos los espacios, pero lo pudimos empatar”.
Tal cual. El partido empezó con Nacional manejando la pelota y los espacios. Liverpool, replegado, prefirió esperar sin dar espacios en la defensa. Pero mientras que los tricolores tenían el control, el gol fue negriazul: Maureen Franco peleó la pelota, la defensa tricolor la dejó corta y Diego Guastavino la encontró, enfiló y sacó el disparo a la red.
Qué potencia tienen los goles: de jugar a piacere, Nacional pasó a correr la pelota desde atrás. Recién sobre el cierre del primer tiempo el bolso tomó nuevamente la posta –mejor dicho, la pelota–, porque le faltó profundidad y peligro. En el minuto 41 el palo le dijo no a un zapatazo de Agustín Sant’Anna.
En el segundo tiempo Nacional se fue decididamente arriba. De arranque, entró Gonzalo Castro y, al cuarto de hora, el argentino Gonzalo Bergessio. El asedio a la defensa negriazul fue total.
Sebastián Fernández tuvo una que atajó Jorge Bava; Sant’Anna, otra vez, se soltó y pateó con peligro; el argentino Gustavo Lorenzetti no hizo el gol porque Octavio Rivero, su compañero, se interpuso entre el tiro y el arco; un cabezazo a la carrera de Gonzalo Chory Castro también fue de Bava. Esas fueron las claras. 25 minutos así.
A Liverpool no le quedó otra que reforzar la defensa. Para llevar a cabo esa tarea entró Franco Romero, y el negriazul quedó con una línea final compuesta por cinco jugadores. El único aire que encontró fueron un par de contragolpes.
El mérito de ir siempre: Rivero, al que no le había salido nada, sacó petróleo de un centro cruzado. Liverpool marcó mal, lo perdieron, y el delantero, casi en el área chica, tuvo tiempo para controlar la pelota y fulminar a Bava para poner el 1-1 cuando sólo restaban cinco minutos.
El final fue electrizante. Esteban Conde fue figura al ahogar dos contragolpes de Liverpool; por su parte, Bava sacó una increíble contra el palo. Por eso, también, fue empate.