Hace algunos días Liverpool festejó el primer título de Primera División en más de cien años de vida (salvo aquel torneo relámpago del 68 versus el mismo rival). Causalmente esos 100 aniversarios fueron festejados en la B, en plena campaña para devolverlo al fútbol del supuesto privilegio. Años después, dos embanderados de aquella gesta del ascenso del 2015, aparecen en formas distintas en la nueva gloria. Son Emiliano Alfaro y el Papa Paulo Pezzolano. El primero, que volvió a casa para ascender y así volver a partir, retornó de tierras lejanas para recuperarse de una lesión en su casa, Liverpool. El otro se transformó en el estratega que coronó un trabajo de hormiga institucional con el título más importante de la historia.

Hernán Figueredo, más conocido como el Tofi, tuvo un primer pasaje por el negro de la cuchilla entre el 2009 y el 2012, antes de partir a la remota Bielorrusia. En aquel tiempo transpiró la negriazul más allá de las fronteras en la Copa Sudamericana, un hecho histórico para los de Belvedere. Luego de cuatro años en el fútbol bielorruso donde gritó campeón en lengua foránea, pisó suelo colombiano y se midió ante la exquisita técnica de los cafeteros. Volvió al ya no tan raro Torque, donde tuvo a Pezzolano como compañero nuevamente -y luego como técnico-. Ambos, como socios, volvieron a Liverpool. Uno de la raya para adentro y otro de la raya para afuera. Por los pies de Figueredo pasó todo el fútbol que mentó Pezzolano. De esos botines se nutrieron grandes figuras como el Colo Juan Ignacio Ramírez y Federico Martínez. Liverpool desplegó un juego distinto, resistido incluso en los inicios -como todos los cambios-, pero en el semblante de caras conocidas el hincha encontró asidero a una ansiedad histórica.

Pasó la final y arrancó el Clausura. ¿Cómo vivís el título después de pasados unos días?

Para el que no es hincha de River o Liverpool, la final fue un lindo partido para ver. Pero si sos hincha de alguno de los dos, seguro sufriste. Cuando nosotros hacemos el gol en el alargue no se nos podía escapar, y de nuevo se nos puso a tiro River. Fuimos hasta lo último, a donde no quiere llegar nadie. Fue un desgaste físico y mental, pero sobre todo mental. Llegué a casa y estaban pasando el partido y me lo vi todo. No me pude dormir no sé hasta qué hora. Está claro que es un deporte, un juego para jugarlo, pero con el fútbol la mente se te va. Lo llevamos mucho más allá de lo que es el juego. Eso no está tan bueno, sobre todo por la salud, pero es lo que te enseñan desde chico. Lo que tuvimos pasó a la historia. Fue muy importante para la institución y para todos nosotros salir campeones, pero no nos podemos quedar con eso. Porque hay plantel, hay equipo y hay trabajo. Queremos ir por más.

¿Qué cambió de tu primera etapa en Liverpool a esta vuelta?

Ganar un título no es fácil. Liverpool tiene más de 100 años de historia y no había tenido ningún título. Pasaron jugadores, cuerpos técnicos, dirigentes, y no se había podido dar. Y fue difícil. A veces pasas 15 años de profesional y lo más normal es que no hayas ganado nunca un título. De 16 equipos gana uno, aunque todos medianamente se preparan para eso. Esta institución se lo merecía. Por suerte me tocó estar en este plantel y quedar en la historia del club. En mi otra etapa en Liverpool jugamos la Copa, y también obviamente es un hecho histórico pero salir campeón es otra cosa.

En tu caso, sin embargo, estás entre los que en quince años sí han sabido gritar campeón.

Tengo un campeonato en la B con Bella Vista, otro con Torque, el Intermedio y una Copa de Bielorrusia de mi etapa por allá. Los de la B son distintos porque además son ascensos, pero de todas formas son títulos. El de Bella Vista fue en el 2005, cuando subí a Primera División, el equipo había descendido el año anterior. Con Torque en el 2017 logramos el ascenso por primera vez para el club, con el Papa como técnico. Con él jugamos juntos en Liverpool en 2009, poco tiempo porque después se fue a Mallorca, y en Torque en el 2016, antes de asumir como técnico. Al principio fue raro, pero siempre, incluso con los cambios de roles, tuvimos y tenemos buena relación.

En Bielorrusia también coronaste tu etapa con un título.

Estuve bastante, cuatro años. Hubo momentos malos pero fueron más los momentos buenos. Lo más complicado es la barrera social del idioma. Es un idioma difícil pero terminé entendiendo bastante, tenía un traductor que estuvo siempre conmigo y una de las condiciones del contrato era estar estudiando el idioma. La Copa la ganamos en el 2013. Vuelvo a lo mismo, ganar un título no es fácil, en el lugar que sea.

¿De alguna forma los títulos van renovando energías para seguir?

Me siento muy bien, y lo importante es eso, sentirse bien con uno mismo y con lo estás haciendo. Además mis compañeros me hacen sentir importante dentro del equipo, juegue o no juegue. Pero sí, dan ganas de seguir y que esto no termine nunca. Aunque está claro que estoy más cerca del final que del comienzo.

¿Y tu etapa en Colombia?

Me vine de Bielorrusia para jugar en Deportes Tolima. Pasé del frío al calor y a otro fútbol totalmente distinto. El fútbol colombiano me sorprendió por la técnica, por la explosión y la velocidad. La técnica que tienen es impresionante. Y todos, no algunos. Y no sé si tiene que ver con la formación, porque no todos los equipos tienen las condiciones para formar. El fútbol bielorruso es muy táctico, muy físico, son atletas que saben hacer todo tipo de deporte. Tienen cultura deportiva. El deporte principal es el hockey sobre hielo, porque participan en la Liga Rusa que es la segunda más importante después de la de Estados Unidos. El fútbol está en otro plano.

¿El fútbol uruguayo ha ido cambiando con el tiempo?

Creo que sí, que el fútbol en sí ha cambiado bastante, y el futbolista también ha cambiado. Ya no da con ser talentoso, ya no da si tenés un kilo de más. Ha cambiado en todo el mundo y acá obviamente también. Hay jugadores muy dinámicos, pasó a ser un fútbol de tenencia, de buscar el arco rival, siempre manteniendo nuestras bases de defendernos bien, de correr y de dejar todo. La esencia del fútbol uruguayo es lo mejor que tenemos y no hay que cambiarle nada. Al fútbol uruguayo no hay que cambiarle nada, hay que agregarle.