Sebastián Urrutia vio pasar generaciones celestes corriendo. Las velocidades son relativas, se sudan sueños propios y sueños ajenos. Se forja la personalidad como se forja la patria. La patria es el vestuario, casi como un salón de clase. La escuela del fútbol es otra escuela. Van a la par. Se aprende a amar. Hay una noción del otro fundamental. Hay sueños rotos y otros cumplidos. Hay sueños ni siquiera soñados o que ni siquiera se llaman sueños. Pasan generaciones. Vuelan aviones. Un mate une año tras año. Son 12 o más y contando. Los niños crecen. Las familias se agrandan. Los niños corren. Corren generaciones frente a los ojos claros de Sebastián. Al Complejo Celeste le llama “el instituto”. Extraña hasta las paredes. Honduras se erige como un desafío a sus propios aprendizajes. Volver a empezar, aprender a soltar, acostumbrarse al cantito, al calor, a Tegucigalpa. De la palabra compañero, como un rizoma, surgen todos los conceptos. El desafío de transmitir conocimiento al mismo tiempo que se pule, que se transforma. Hay una necesidad de no parar, de crecer con el corazón y con las ideas y con otros. La familia es verbo. El fútbol es verbo. En las conjugaciones está la clave.
¿Cómo se pasan los días en Tegucigalpa?
Llegamos a ver ocho partidos por día. Primero por el seguimiento de los jugadores que estamos mirando para la selección. Tenés jugadores en la MLS [Major League Soccer], partidos en México, en Costa Rica, en Portugal, en Italia, en la liga local. Y mirar el fútbol uruguayo, claro, que es por gusto. Estamos 24/7, los 365 días del año para eso. Nuestro laburo es ese. Entrenamos de repente ocho días para jugar los partidos y después te quedan entre tres y siete semanas para preparar los próximos ocho días.
¿Cómo se organizan las clasificaciones?
Lo que acá es la Conmebol [Confederación Sudamericana de Fútbol], allá es la Concacaf [Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol]. Conmebol son diez equipos, Concacaf son 41 selecciones, divididas en tres regiones: América del Norte, América Central y Caribe. En el Caribe cada isla es un país, por lo tanto una selección. En torneos como el Preolímpico y el Centroamericano se van haciendo rondas hasta una clasificación final a la que clasifican cuatro y cuatro equipos; a la final van los que van a los Juegos Olímpicos. Pero antes de todo eso se hace una preclasificación. Por otro lado, la clasificación a un Mundial es por ranking FIFA. Los seis primeros equipos de la Concacaf en el ranking van a un hexagonal final. Entonces vos la peleás con las 41 selecciones pero a la vez competís en cada fecha FIFA, o en la Copa Oro, con los equipos que sean. Depende del lugar en el ranking que estén, lo que significa ganar o perder cada partido. Nosotros contra Chile jugamos en fecha FIFA y ganar nos sumó muchos puntos. También se juega la Nations League, la Copa de Naciones como en Europa, tenés A, B, y C. Nosotros estamos en la A, jugamos contra Trinidad y Tobago y contra Martinica, ida y vuelta. Martinica es colonia francesa, tienen jugadores del Mónaco, de las inferiores de la selección de Francia. A los diez minutos del partido uno de Martinica hizo una jugada individual y la metió en el ángulo. Contra Curazao te vienen jugadores de la B de Holanda. Los haitianos son muy fuertes, te traen jugadores que están en Inglaterra.
Hay un mundo de rivales para observar.
Sí, vamos estudiando a los jugadores que vamos a enfrentar. Por ejemplo, el 29 de marzo vamos a enfrentar a República Checa. Trabajamos con Kizanaro para hacer el estudio de cada rival. Es un laburo alucinante. Estamos con Fabián [Coito] y con Miguel Falero, campeón del mundo con Peñarol, campeón con Progreso y con Defensor Sporting. Miguel estuvo en el Mundial de Brasil, volvió a Honduras a trabajar con Real España, y cuando nosotros empezamos a armar el cuerpo técnico Fabián contactó a Falero para hacerlo parte. Es alguien que conoce toda la interna del fútbol local y regional. Miguel es arrancar ganando tres a cero. Además, sumamos a Arnold Cruz, hondureño, que jugó con Fabián en Olimpia. Un compañero de novela.
Fue una buena decisión y la están disfrutando y trabajando.
Fue de lo mejor que nos ha pasado. Después de los 12 años en el “instituto”, Fabián se encontró en la circunstancia de tener que decidir. Yo le di mi apoyo, espalda con espalda. Me encantan los desafíos. Lo mismo me pasó con Pelota al Medio a la Esperanza, donde estuve un montón de años. Me pareció un desafío, mi vida son constantes desafíos. Llegamos a un fútbol con un nivel de profesionalismo que tenía Uruguay hace 20 años. Claro, los jugadores tienen un material genético espectacular. Tenés a todos los de la costa que tienen unas fibras rápidas que vuelan. Después está todo lo que es el llano de San Pedro, La Ceiba, y después el altiplano. Teníamos un jugador que bajaba los diez segundos en los 100 metros, pero que había empezado a jugar al fútbol a los 19 años.
¿Hace falta trabajo en la formación?
Es lo que estamos queriendo estructurar, para que no haga falta que vengan extranjeros a dirigir. Nos encontramos con un fútbol muy cascoteado después de España 1982. En lo político también han sufrido mucho, ya que el presidente de la nación después fue presidente de la federación de fútbol y hoy en día está condenado por el FIFA Gate. Cuando cayó preso entró un grupo interventor que es muy transparente, por eso Fabián accedió, porque es difícil encontrar gente así en la directiva del fútbol.
¿Cómo les fue en lo deportivo?
Tuvimos un arranque medio complicado, porque más allá de empatar con Ecuador en el primer partido, perdimos con Brasil por goleada. Después por Copa de Oro perdimos con Jamaica en un partido complejo, y con Curazao en un partido en el que tiramos 35 tiros al arco. Ellos patearon una y nos ganaron. Después empezamos la remontada.
“Ellos nos tienen como referencia por la garra charrúa, al fútbol del Río de la Plata en general, pero más al Uruguay”
¿Era esperable?
Sí, estábamos con las pruebas de jugadores, haciendo el recambio porque era el momento. Después le ganamos a El Salvador en el último partido. Los eliminamos (nosotros ya estábamos eliminados), y ellos venían con viento en la camiseta; cuatro a cero, los pasamos por arriba. Volvimos y nos bancaron. Cuando Estados Unidos rechaza la participación en los Panamericanos, entramos medio de costado por una invitación. Preparamos la sub 23 en tres semanas. Los teníamos a tiempo completo. Tuvimos un rendimiento que nos dejó muy bien posicionados. Obtuvimos algo histórico, la medalla de plata. En 9, 3 millones de habitantes, Honduras llevó 14 deportistas aparte del fútbol. Una lástima. Por eso nosotros estamos buscando impactar en lo formativo, en la infraestructura, en lo profesional y a nivel de procesos de juveniles.
La palabra proceso aparece como algo que está ausente.
No existe el proceso. Nosotros tenemos contrato hasta el Mundial de Catar. En ese período de tiempo la idea es hacer un proceso de trabajo. Para eso sumamos al profe uruguayo Ariel Bustamante, que fue uno de los profes de Jorge Fosatti. En esa sub 23 empezó el recambio para la mayor.
En el momento de dar el paso para irse a la selección de Honduras, tanto en medios uruguayos como catrachos había cierta sorpresa en la decisión.
Si a mí en lo profesional me toca ir a Manchester después de la selección uruguaya, es como ir a Walt Disney. Ir a Honduras significa agarrar los remos. Realmente pone a prueba la base que hiciste durante 12 años. Desplegar esa capacidad profesional en un proyecto como el que tiene hoy en día Honduras es un desafío diferente. En otros lugares el desafío es únicamente a nivel de resultados, acá el desafío es resultados, formación, fomento de esa ideología de país donde el único deporte que se vive es el fútbol, donde se habla de la garra catracha. Ellos nos tienen como referencia por la garra charrúa, al fútbol del Río de la Plata en general, pero más al Uruguay. Y tenemos muchos puntos en contacto que no lo tienen ni Nicaragua, ni Guatemala, ni Belice, que está enfrente. En la manera de ser, en la manera de hablar, en la manera de referirse al fútbol encontré muchos destellos parecidos desde lo cultural. Me decía un periodista el otro día que desde antes de la televisión escuchaban fútbol uruguayo y argentino por la radio.
Con Fabián son con familia a esta altura.
Con mi compañera hacía tiempo estábamos buscando familia y estando en Honduras quedó embarazada. Cuando fuimos a la ginecóloga nos decía que leía libros de uruguayos para guiarse por la medicina uruguaya. Mi tía, ya fallecida, era grado cuatro, y la ginecóloga había leído libros de ella. Cuando estuvimos viajando mucho por los partidos, mi compañera se vino a Montevideo. Llegamos a estar con Fabián tres meses fuera de casa. A fines de noviembre estaba acá para los últimos dos meses de embarazo. Ahora ya tenemos todo armado allá para recibirlos. Fabián vive en el primer piso, Miguel en el segundo y yo en el sexto. Es como el vecindario del Chavo del Ocho, entramos, salimos, dejamos la puerta abierta. En el patio de Fabián armé un gimnasio y ahí le damos los tres. Pedimos una tele gigante para ver los partidos porque cuando llegamos había una de 29 pulgadas.
Además supone un trabajo más de oficina que de territorio.
Sí, con los jugadores de la mayor hay que esperar el día que los clubes te los permiten. Y los juveniles si no tenés un torneo cercano dejás que trabajen con el club. Ahora arrancamos el 3 de febrero de continuo tres días por semana hasta el Preolímpico, que es a fines de marzo. Uruguay es una utopía dentro del fútbol, porque tenés a todos los jugadores en Montevideo. Allá tenemos cinco regiones, una a cuatro horas, la otra a seis, la otra a tres, tenés que ir armando el puzle. Lo que falta es infraestructura. Se están renovando los cursos de técnicos. Pude dar un congreso antes de venirme, ahora cuando vuelva hay otro, y quiero dar clases en la universidad, para atacar los déficit nutricionales, la parte fisioterapéutica, la preparación física en general, pero desde la universidad.
¿Qué es lo que se extraña de Uruguay y del Complejo?
Lo que se extraña sobre todo es trabajar con la gente que trabajábamos en el Complejo Celeste, que es una casa. Eso hace falta, están remodelando un lugar que se estaba derrumbando, porque fue una de las cosas que pedimos. Entonces la infraestructura del Complejo se extraña, pero la gente sobre todo, cocineros, funcionarios, limpiadores. Y con los jugadores somos amigos. En los Panamericanos nos cruzamos, y por más que yo estaba con una H en el costado, trasciende cualquier cosa la amistad.