El estadio vacío. El partido lleva –entre gritos de los jugadores-, 20 minutos. Ataca el Rizespor, el rival de Galatasaray en el encuentro de la liga turca. Alguien mete una pelota filtrada hacia la derecha a un futbolista que parece estar en fuera de juego. Tal vez sea eso, o la falta de práctica lo que hace que la línea defensiva aurirroja quede casi estática. El número 29, atacante del equipo verdiazul, va por derecha hasta al fondo. El arquero de gris ya está muy atento y en la disyuntiva de su próxima acción. La pelota va al medio, el 27 se prepara para marcar. Fernando Muslera ya sabe cómo actuar, avanza, achica, apoya su pierna derecha, baja su cuerpo, abre sus brazos, y con esos movimientos resuelve de manera excelente la acción de inminente peligro de gol.
Apenas unas décimas de segundos después de que el balón es repelido por Muslera, inevitablemente chocan, el arquero y el delantero, y Muslera grita desgarradoramente y queda tirado en el piso: fractura de tibia y peroné de pierna derecha sin desplazamiento. Ahí se le terminó el partido. Ahí se le terminó el año deportivo. Fernando Muslera ya fue operado satisfactoriamente en estas horas, y ya no volverá a jugar en 2020, por lo que si la casi inverosímil idea de que la clasificatoria mundialista se iniciara en setiembre, Fernando debería abandonar el lugar que ocupó casi ininterrumpidamente en la última década, desde su debut en Quito el 10 de octubre de 2009 hasta el 15 de noviembre del 2019, cuando Uruguay jugó en Budapest ante Hungría.
El número 1 de la selección uruguaya, que el martes cumplió sus 34 años –con torta y festejo en su sala del hospital turco-, después de haber dado inclusive sus primeros pasos tras la intervención reparatoria que le hicieran estará entre cinco y seis meses sin poder volver a los entrenamientos, lo que de todas maneras no lo inhibe de volver a la selección en marzo de 2021, si en esa fecha se iniciará la clasificatoria, o mismo si continuara si es que finalmente se puede jugar en setiembre y octubre.
Salir de los tres palos
En las últimas décadas han pasado muchos arqueros en la selección uruguaya, pero nadie ha jugado tanto y con tanta continuidad como Muslera. ¿Cuantas veces se ha dado una situación así? Por una lesión que demanda tanto tiempo de recuperación, y más precisamente una fractura de un arquero de la selección uruguaya, nos debemos remitir a 1995, cuando Ruben Pipa Rodríguez, uno de los tres arqueros que se preparaba para el arco celeste en la Copa América de 1995 quedó radiado de la selección y del fútbol por una fractura. Fue un partido de miércoles por el Uruguayo en el Tróccoli ante Progreso. Aquel año, Cerro había jugado la Libertadores con Peñarol, Independiente y River Plate de Argentina, y comprimiendo el calendario para que la selección uruguaya se preparara se fijó aquel partido entre semana. Igual que Muslera, Pipa Rodríguez salió a achicar con su gorrita y su barba, y el choque con el rival terminó en fractura.
Otro arquero celeste que debió abandonar el arco justo antes de una competencia internacional, y un Mundial en este caso, fue Rodolfo Rodríguez, muy emparentado con Muslera, dado que hasta que Fernando los superó el Pantera Rodríguez era quien más había atajado en el histórico arco celeste: entre 1976 y 1986, Rodolfo atajó en 78 partidos internacionales A (en realidad ocupó 106 veces el arco uruguayo, pero 28 partidos fueron ante clubes o selecciones regionales).
Justamente, en el último partido que jugó, la selección de Omar Borrás se preparaba para participar del Mundial de México 86. En Montevideo, el 27 de abril, la celeste realizaría una extrañísima despedida jugando en el Centenario ante Nacional y Peñarol, con 45.000 personas que se mezclaban entre los que hinchaban por los clubes y por la selección. Fue en extremo problemático, al punto tal que a partir de aquel partido se decidió que hinchas de Peñarol y Nacional ya no compartirían tribunas. Lo cierto es que en el partido de fondo que la selección hacía ante Peñarol, a los 20 minutos del segundo tiempo Rodolfo chocó con su compañero José Batista y sufrió un golpe de tal entidad que no solo debió dejar el arco sino que pasó por una intervención quirúrgica porque tenía lesiones internas. El arquero se recuperó, fue a Colombia a la aclimatación e incluso estuvo en la nómina en México 86, pero ya nunca más volvió a vestir la camiseta de Uruguay.
Otra golera que se perdió un Mundial fue Brisa da Silva, quien venía siendo titular absoluta en la selección que disputaría el Mundial sub 17 femenino en Uruguay. En setiembre, dos meses antes del Mundial que se desarrolló en Montevideo, Colonia y Maldonado, la arquera sufrió una rotura de ligamento cruzado y quedó fuera del certamen.
Entre la gloria y la tragedia
La mayor tragedia que sufrió el arco uruguayo fue la muerte de Roberto Chery, acaecida en Brasil en 1919. La selección jugaba su tercer campeonato Sudamericano. Había ganado el primero en Argentina en 1916, y el segundo con la Copa América por primera vez en juego en el Parque Pereyra en Montevideo, en 1917. Para 1918 estaba prevista la disputa de la Copa América en Brasil, pero debido a la epidemia de gripe española que devastó a Europa y América, el torneo se pospuso hasta 1919.
Se jugó en Río, en el estadio de Laranjeiras. Chery era junto a Cayetano Saporiti (arquero de los dos primeros títulos) el golero elegido para defender a Uruguay. A Roberto Chery le tocó jugar el segundo partido, contra Chile, y tuvo una actuación espectacular. Jugó todo el encuentro, tuvo estiradas brillantes y seguramente en alguno de esos vuelos, de esas caídas, se le estrangulo una hernia. Pasaron dos días para que Chery fuese hospitalizado e intervenido quirúrgicamente. Tuvo peritonitis y murió. Un solo partido llegó a jugar Chery con la celeste y casi murió con ella, por ella, en una historia tan dramática que le quita todo el romanticismo.