Hay que remarla

A los remeros Bruno Cetraro y Felipe Klüver no les afectó tanto la pandemia como a otros deportistas, porque pudieron seguir entrenando, aunque tuvieron que modificar la modalidad. La federación y el Montevideo Rowing Club les brindaron pesas y remoergómetros -máquinas que simulan el remo en tierra-, entonces pudieron trabajar igual. La diferencia fue que la máquina trabaja más lo físico y no tanto lo técnico, no genera el mismo movimiento que se hace en la remada. El trabajo en el gimnasio lo hizo cada uno desde su casa.

Al salir de la cuarentena en 2020 tuvieron la posibilidad de ir a España, donde estuvieron dos meses entrenando y preparando el clasificatorio. “Fue sumamente productivo porque pudimos salir del país a medirnos con gente de mucho nivel y eso fue un plus que nos sirvió mucho para el clasificatorio”, dijo Cetraro a Garra.

La meta final de preparación para los juegos la hicieron primero en México, donde estuvieron casi 25 días haciendo un entrenamiento de altitud, y el último mes estuvieron en España, donde practicaron en Galicia y desde allí viajaron a Tokio.

Su objetivo es llegar lo más alto posible en la categoría en que compiten, que es muy peleada. “Sabemos que del primero al 12 llegan en menos de un segundo, vamos a ir a competir regata a regata y así ir poniéndonos objetivos. Uno entrena para ganar siempre, pero vamos a ir concentrándonos paso a paso. Nuestro primer objetivo es tratar de meternos en la primera semifinal AB, que sería entre los 12 mejores, y de ahí seguir escalando para llegar lo más arriba posible, pero vamos enfocados regata a regata, porque podés hacer una muy buena pero después meter la pata, vamos a ir paso a paso”, finalizó.

Cetraro fue elegido abanderado de la delegación uruguaya, que tendrá un hombre y una mujer en ese rol. La abanderada es Deborah Rodríguez.

Quiero a mi bandera

A Deborah Rodríguez, corredora de 800 metros, la pandemia la perjudicó en el sentido de no poder planificar nada a largo plazo, pero no frenó sus ansias de seguirse preparando y apenas se pudo establecer un objetivo puntual, llegó a Uruguay desde Estados Unidos y entrenó para el Campeonato Nacional de Atletismo, el Grand Prix y el Sudamericano; en todos se quedó con el primer lugar.

Recientemente batió el récord nacional de los 800 metros llanos en Ginebra, en el marco del World Continental Tour. Su registro fue de 2:00.20, con lo que dejó atrás su anterior mejor marca, de 2:01.46, en el Sudamericano de mayores de 2015.

El medio vaso lleno

A Emiliano Lasa, que compite en salto largo, el brote mundial de covid-19 lo encontró en Brasil recuperándose de una operación por una lesión en la tibia, por lo que le sirvió para recuperarse del todo, pero luego, cuando debía comenzar con los entrenamientos, se le hizo difícil por el cierre de la pista y considera que por ese motivo la recuperación le llevó más tiempo. Hasta que llegó mayo y pudo prepararse para participar, entre otros, en el Grand Prix de Montevideo y el Sudamericano de Ecuador, donde ganó la medalla de plata.

Donde sea

A María Pía Fernández, que compite en 1.500 metros, la noticia de la suspensión de los Juegos Olímpicos en 2020 le cayó como un balde de agua fría, porque venía desde hacía tiempo trabajando con el objetivo de participar. Aunque estuvo de acuerdo con la suspensión, “porque se tienen que hacer cuando estén las mismas condiciones para todos. Es un bajón, pero hay que seguir intentando estar motivados”, había dicho la atleta a Garra en ese entonces. Y así fue que lo hizo: Pía estuvo motivada y entrenó para un Sudamericano en el que consiguió la medalla de plata y para el Meeting de Madrid, donde quedó en el octavo puesto.

Su rutina de entrenamiento cambió pero eso no la perjudicó, porque incluso cuando la pista de atletismo estuvo cerrada entrenó con la misma intensidad y tiempo. “Si el plan no funciona, cambia el plan, pero no la meta”, posteó en sus redes sociales.

Combatiendo

Mikael Aprahamian compite en judo en menos de 81 kilos. El parate mundial no lo frenó, ya que venía preparándose desde hacía cinco años para los Juegos Olímpicos por haber perdido el cupo en 2016.

El judoca no vio afectados sus entrenamientos: se preparó en España, donde vive, y participó en el Grand Slam de Budapest de octubre y también en el Open de Dakar, en el que se llevó la medalla de bronce por segundo año consecutivo.

Todo lo tomó como preparación para el Panamericano. Este año en mayo obtuvo la medalla de bronce en el Open de Guayaquil y participó en el Mundial en junio en Budapest.

El agua también paró

Con 17 años Nicole Frank, que compite en 200 metros estilos combinados, es la uruguaya más joven que participará en los Juegos Olímpicos. La pandemia la encontró lejos de su familia, en el club Azura de Estados Unidos, a donde viajó en 2019, con sólo 16 años, para enfocarse 100% en el sueño olímpico. Si bien el club estuvo cerrado durante un tiempo, consiguió una piscina particular para no dejar de trabajar, y apenas se pudo retomar, lo hizo con más intensidad.

Enzo Martínez compite en 50 metros estilo libre. La pandemia lo marcó, pero nunca descuidó sus objetivos. Si bien fue un parate, y el hecho de que estuviera todo cerrado no sólo lo perjudicó por la imposibilidad de trabajar en el agua, sino también en el gimnasio, por ser velocista, por lo que le costó retomar, sobre todo por lo aeróbico, venía trabajando enfocado en los Juegos Olímpicos hacía años. Alojado en Estados Unidos, se las rebuscó para entrenar. Gator Swim Club, el club del que es parte, le rentó una piscina en un condado donde estaba permitido nadar y así se preparó, y si bien le costó al principio retomar el ritmo, nunca dejó de trabajar por el sueño de estar en esta competencia.

Como anillo al dedo

A la primera uruguaya clasificada, la velerista de láser radial Lola Moreira, el parate de la pandemia le sirvió porque estaba con una lesión en una rodilla y haber ido a los Juegos Olímpicos en 2020 hubiese significado ir en ese estado. Según contó su entrenador Luis Chiapparro a Garra, le molestaba mucho cuando había viento fuerte. Unos meses antes de lo que hubiese sido Tokio 2020, fueron al Mundial en Australia y hubo un día de viento en que Lola tuvo que abandonar porque no soportaba más el dolor.

“Si bien se puede pensar que tuvimos la desventaja de quedar aislados en Sudamérica con clubes cerrados, sin poder salir a entrenar, cuando las chicas en Europa estaban navegando casi normal porque hubo eventos, no lo hubiésemos podido aprovechar por la lesión”, sostuvo Chiapparro.

Lola tuvo tiempo de recuperar su rodilla de manera excelente y ahora consideran que está en su mejor momento físico. Cuando recibió el alta médica hizo un trabajo intensivo en el gimnasio Enfoque y, luego de siete meses de parate total, por pandemia y lesión, reenganchó y logró un ritmo de entrenamiento ideal.

En el agua retomó en octubre de manera paulatina con entrenamientos que no duraban mucho, eligiendo los días de poco viento, porque todavía estaba en una etapa de recuperación. “Pasó el tiempo, se fortaleció e intensificamos los entrenamientos. Una de las partes más exigentes para el físico en una regata dura entre 12 y 15 minutos, y con Lola llegamos a hacer 25 o 30 minutos de corrido en esa misma situación, sin tener rivales en la vuelta ni la adrenalina de la competencia”.

Desde ese entonces entrenó en Punta del Este y participó en un evento en Brasil, y en mayo de este año fue a un campeonato en Portugal y otro en Países Bajos, donde pudo medirse con las rivales de los Juegos Olímpicos y quedó décima. “Ella se dio cuenta de que si bien el objetivo es un quinceavo puesto, podemos aspirar a un décimo puesto; la velocidad fue muy buena, las largadas fueron lo más flojo, pero lo entrenamos mucho luego y toma las decisiones tácticas razonablemente bien”, resaltó el Chato.

Llega con muchas aspiraciones. Van con el objetivo de lograr un puesto entre los diez mejores y creen que lo pueden lograr, porque Lola está con buen estado físico, tiene buena velocidad y es fina intelectualmente. “Si combinás las tres cosas es un éxito rotundo, y si Lola está inspirada y toma buenas decisiones creo que está en condiciones de estar entre los diez, porque tiene muy buena velocidad y estado físico”, finalizó.

Otra realidad

Dominique Knüppel y Pablo Defazio, de Nacra 17, tenían un plan ideado para prepararse de la mejor manera en 2020. Llegó marzo y se fueron a Europa, pero afloró la pandemia.

Estaban en Francia y, si bien no había competencias, tenían la posibilidad de entrenar, a diferencia de en Uruguay, donde los clubes permanecían cerrados. Además, habían hecho una gran inversión de alojamiento, alquiler de auto y de barco, entonces se quedaron allí entrenando por tres meses. Esta experiencia la tomaron como algo muy a favor, porque tuvieron muchas horas de trabajo en el agua que no se hubiesen dado si los juegos se disputaban en la fecha inicial, porque hubieran estado en Montevideo, donde trabajan. Desde su regreso se alojaron en Punta del Este. También van por un puesto entre los mejores diez.