Martín Barea Mattos es poeta. Una suerte de gestor cultural que instaló en la ciudad la conocida Ronda de Poetas, un evento que, como Caramelos y Pimientos, de Isabel de la Fuente, es eterno, y volverá a suceder siempre.

Pero es poeta Martín, y ese afán por la producción de la cultura emerge de la poesía y es por la poesía misma.

Una especie inédita de militante de la palabra; habla de la poesía como una casa, como un punto de reunión impostergable. Dice de la poesía que está en todos lados, que se vuelve popular en otros formatos y que no vale nada ni tiene precio. Pero dice también que es en esos eventos donde los poetas y las poetas se juntan a recitar, a declamar, a decir o a “performatizar”, que la poesía se sostiene y la poesía sucede.

Para todo esto utiliza metáforas futboleras que conceptualizan su mirada sobre las cosas: habla de juego, de equipo, de jugadas y de pases entre líneas. Cada tanto se estira en el piso de la habitación y juega con un tesoro infantil de futbolistas de cartón que saca de una caja que es como un cofre mágico: “Mirá a Eduardo Pereira, tiene hasta la pata del conejo. Mirá al Mono [Sergio] Navarro Montoya, el arte de la camiseta del Mono. Este era [Norberto] Scoponi y pasó a ser [Michel] Preud´Homme de Bélgica. Necesitaba un arquero rápido. Jugaba, relataba los partidos y llevaba las estadísticas. Es un primer arte poético, desde dibujar al jugador y toda la artesanía hasta el ritual de jugar el partido y relatarlo. El relato era lo que hacía imparcial al juego. Salía también a jugar al fútbol en la calle, pero los gurises sabían que yo tenía este otro fútbol, que era como una brujería personal. El día que los dejé entrar les dije que los dejaba ver sólo si hacían de hinchada. Los grabé durante diez minutos haciendo ruido de hinchada. Entonces después ponía el casete cuando jugaba. Lo del Mundial Poético se explica por esto, porque llegan juntos la pasión por el amateurismo del juego con el armar equipos de poetas para defender la camiseta de la poesía. Ese es el club. Y el cuadro es ese”.

Foto del artículo 'Martín Barea Mattos y el Mundial Poético'

Foto: Federico Gutiérrez

Es mundial

El Mundial Poético de Montevideo es el último arte poético de Martín Barea Mattos y sus secuaces. Ha reunido a poetas de Brasil, Argentina, Colombia, Ecuador, Chile, Bolivia, España, Estados Unidos, Francia, Guatemala, Haití, Holanda, Inglaterra, México, Perú, Portugal, República Saharaui, Rusia, Venezuela y Vietnam, y a más de 200 poetas criollos. El Mundial transita su séptima edición con la particularidad de los protocolos pandémicos, lo que de alguna manera habilitó nuevas versiones que tienen que ver con las transmisiones en vivo, la edición de videos y la expansión hacia el interior del país.

“Ahí va un tiro, a ver, un tiro de prueba”. Mientras encuentra puntos de encuentro entre la poesía y el fútbol o entre el Mundial Poético y el juguete infantil de cartón, se anima a volver a patear de lejos o armar una jugada con esos jugadores a lápiz de los ochenta y pico: “Por ejemplo, yo acá hago tuc, Otero, pero el que gana acá es Bermúdez. Avanzó uno, autopase corto, se va entre dos, la pisó, otro pique largo, vamos a tener que hacer el paso atrás, y esto, esto es mano. Acá está Colombia, acá está el Santos. Al Arsenal de Inglaterra, el Loco Dalla Libera de Platense, Holanda, la máquina, esto es Gremio, Ecuador. Esto es Nigeria. Los nombres los sacaba de El Gráfico y de los álbumes. A veces tenías que tachar y cambiarle el nombre. Roger Milla, por ejemplo, no estaba en el álbum, entonces no estaba en el taquigol y terminó siendo la figura del Mundial. Esto es lo que explica genuinamente el Mundial, para mi cada uno de estos son Guillermina Sartor, Nelson Traba, y como se van a combinar con Pedro Rocha, Jaap Blonk; a Jaap Blonk le jugamos con Juan Ángel Italiano y Luis Bravo. Sigue siendo un juego, distinto a lo estrictamente canónico y formal. El Mundial a lo que aspira es a que se siga replicando el amateurismo de juntarse porque sí, en esos espacios, a intercambiar cosas, poemas; un espíritu mucho más amateur de la celebración de hacerlo. Y ponderando el en vivo, el gesto, la jugada, la improvisación, cómo resolvió tal cosa, tal otra. Que va más allá de la partitura, del poema ya escrito, del libro ya publicado, de quién sos, cuántos libros tenés, cuántos títulos tenés o a quién le ganaste”.

A la cancha, y con streaming

Este sábado 24 de julio el Mundial Poético de Montevideo en su séptima edición, La Panacea, llegará a su cuarto partido del año. El estadio será el del CCD en Punta del Este y los jugadores y las jugadoras convocados para la cita son: Carolina Zamudio, Amalia Amoedo, Silvia Guerra, Gabriela Miraballes, Analía Cola y Fernández de Palleja. En la versión más musical del equipo jugarán Gaucho Indie, Alexander Cat, Iván de Los Terribles y Manolo de Los Vespas.

El 26 de julio, por otro lado, la fecha será un video que reúna imágenes de una serie de poetas que residen en el exterior, como Olga Leiva, que está en México, Paula Einoder desde Alemania, Sofía Rosa desde Chile, o Jorge Olivera desde Madrid: “Cuando fuimos al teatro Politeama nos juntamos simbólicamente en el Obelisco, fuimos como llegando, armamos el equipo y salimos rumbo a la cancha. Se estaba reabriendo la actividad. Era el primer streaming del teatro, el 13 de mayo. Y lo hicimos juntos, con nosotros en vivo. El sábado 24 de julio es la primera fecha híbrida, con público y por streaming. Lo que te da el streaming es la posibilidad de que nos vea gente amiga de otros lugares. Las contras ya las sabemos, pero esto tiene su lado positivo y sobre todo para la escala uruguaya”, afirmó.

“Por el cierre de fronteras apelamos a buscar poetas extranjeros que viven en Uruguay, que están 'dentro' de los muros, como Jairo Rojas, Gervasio Monchietti, Claudia Zamudio, y alrededor de ellos seguir con la lógica de los mundiales, quiénes publicaron, cuáles son los ciclos que están funcionando, insistir con poetas que queremos que vengan. La lista de poetas es infinita, es interminable. Hemos intentado que venga Ida Vitale y aún no lo hemos logrado, por ejemplo; es como Neymar, la tenés que citar”, agregó Barea Mattos. Después, “Jorge Arbeleche siempre ha participado, Selva Casal llegó a participar del Mundial, y hasta la Falta y Resto. El año que renuncia la murga, les dije que vengan al Mundial Poético. Ahí es donde entra el concepto poético, esos artistas, como en el rap, son los que hacen latir la poesía a nivel popular. Con el hip hop, por ejemplo, la poesía pasó a ser manifiestamente popular, de ver gurises rapeando en el bondi, caminando por acá por allá, y con un abanico social total. La murga tiene también esa pertenencia en una generación con cien años de historia en los barrios, no hace falta ni explicarlo. Y también comparte ese encuentro de ponerse la camiseta, y salir a la cancha, hasta la bañadera se le parece”.

La poesía como el fútbol

¿Qué es la poesía? ¿Dónde está? ¿Qué lugar ocupa en nuestra sociedad y en nuestra cultura? ¿Qué le pasó a la poesía con el virus? La poesía es un motor permanente. Un chasis fundamental. La poesía es fuga. Es registro. Es imagen. La poesía es un segundo, una escena, un cuadro vivo en la ciudad. La poesía es un clima, un estado, un hecho histórico. Una “síntesis”, como plantea el poeta: “En el fútbol también pasa, la gente pide que vuelva el fútbol, no pide específicamente que vuelva un caño, una jopeada, que es donde está la síntesis. Alguien dice que la jugada es un poema, o alguien dice que la poesía es el gol de Maradona, lo mejor. La síntesis es lo que está reservado para la poesía, es un gol, es lo mejor de lo mejor. Mejor que esa jugada, es un poema. Entonces en el territorio que sea la poesía es la síntesis. Ahora, eso es intangible, no vale nada, no tiene precio. La poesía está en el teatro, está en el rock, está en el carnaval, está en las bibliotecas, está en todos lados. Pero la única forma de hacerla manifiesta es cuando se juntan los poetas. La poesía tiene punto de reunión, es el punto de encuentro, con toda esta filosofía de lo lúdico, del juego, de la libertad y de la defensa de lo intangible, que es la poesía misma, y la libertad de juntarse a armar el bullicio que se nos ocurra. Con la contraparte de que en el Mundial Poético hemos logrado el silencio, la escucha, como contraparte. De que los de En el Camino de los Perros, que tienen 15 años, escuchen a Melva Guaraglia, o a Sabela de Tezanos o a Claudia Magliano. Que le pongan cara, que sepan que antes de ellos hay bibliotecas y bibliotecas y que es necesario que conozcan esa biblioteca, o al menos las puertas de entrada, después todos seguimos descubriendo algo que es insondable. Pero la única manera de romper brechas es encontrándose, hay gente que se tiene que conocer. Porque si no encontrás equipo con quien jugar a ser poeta con 17 años se te va de las manos, se te pierde, se te transforma en otra cosa. Cuidar el oficio es cuidar el punto de encuentro con eso, e ir al encuentro con esas cosas”.