Si hay algo que a Katty Manrique la define es ser manya. La define en su barrio, al que llaman Ideal, entre la Unión y Malvín Norte, la define dentro de los límites de Uruguay, y más allá de ellos. Siempre hay alguien que te grita “Vamos Peñarol” en cualquier lugar del mundo, dice, o sus oídos están demasiado tergiversados por el sentimiento.

Para hablar de Quenoninas es necesario hablar de su propia vida, pero también es menester hablar de la red que han ido tejiendo entre amigos y amigas que arman el equipo. En ese esquema de funciones que se parece al de un cuadro de fútbol, hay quienes se ocupan de la ropa interior y quienes se ocupan de las mochilas, por ejemplo; hay quienes confeccionan lo más bizarro y quienes confeccionan lo más deportivo, que también puede llegar a ser bizarro. Y está la vieja, siempre la vieja, que es la que se encarga de los envíos, y de ser la madre de una gurisa apasionada.

Pero atrás de toda esta historia textil y sanguínea están los abuelos y las abuelas; Coco, Mari, Amanda, que en el recuerdo manya de quien habla, aparecen como mojones de la gesta infalible de la personalidad. O bien desde una cama donde la vida te postra, o bien desde las primeras pilchas customizadas, antes de saber lo que esa palabra suponía, o bien desde unos tanguitos irreconocibles, quizás inventados, de las viejas hazañas aurinegras que definen al equipo carbonero, a su cultura, a su forma, a sus raíces. Hablar de Peñarol implica indefectiblemente hablar de fútbol, pero a la vez hablar de Peñarol con Katty conlleva hablar de género, del lugar de la mujer, de lo hecho y lo no hecho, de lo dicho y lo callado, de pilchas de cancha y de las otras, las de quebrar en una noche de gala.

“Me gusta que se sepa que soy hincha de Peñarol porque habla de mí, y la moda también habla de una, cuando una se viste dice muchas cosas”.

¿Qué es Quenoninas y por qué existe?

Acá todo lo que hagas amarillo y negro te va a llevar a Peñarol, pero son colores lindos de verdad. Para hablar de Quenoninas tengo que contarte un poco sobre mí, porque Quenoninas nace de este ser que es muy hincha de Peñarol. Que tiene 33 años y es gestora cultural. Pero me cuesta mucho ese “soy”, porque para decirte que soy uruguaya, por ejemplo, alguien tuvo que trazar una línea y decir que de este lado es Uruguay. Entonces para mí lo más importante es que soy hincha de Peñarol, eso es lo que me define, a todos lados donde voy esa es mi bandera, mi insignia. Me gusta que se sepa que soy hincha de Peñarol porque habla de mí, y la moda también habla de una, cuando una se viste dice muchas cosas; a veces en el sentido literal, cuando te ponés una remera que dice determinada cosa, o a veces simplemente con los colores. Una habla cuando se viste y lo que queremos con Quenoninas es eso, hablar de que somos de Peñarol, de que nos gustan esos colores, y de que nos gusta llevarlos a nuestra manera. A veces el fútbol te impone cómo hay que vestirse, incluso como mujer es muy difícil encontrar ropa que te represente, siempre es ropa grande, ropa de hombre.

¿Cómo ha sido tu vínculo con Peñarol desde la infancia?

De chica voy a la cancha. Al principio a la Olímpica, tuve mi etapa de Amsterdam también. Y ahora sigo yendo, soy socia. Soy de Malvín Norte, aunque en realidad mi barrio se llama Ideal. Toda la vida dije que soy del barrio Ideal. Tuve la suerte también de viajar mucho, y en los viajes siempre me llevé mi camiseta de Peñarol y eso es hermoso, te abre puertas, y la gente te grita “vamos Peñarol” en cualquier parte del mundo. Miré los partidos a cualquier hora, en la madrugada, hasta por videollamada con mi madre los miraba. Me quedaba sin internet en medio de la India por mirar a Peñarol. Desde que empecé a ir a la cancha me ponía algo negro y le pedía a mi abuela Mari, que es modista, que me pusiera algo amarillo. Como que iba customizando mis prendas y me las iba haciendo aurinegras. Y eso que es la única de la familia que es de Danubio, pero está orgullosa de Quenoninas. Un día entendí que si a mí me gustaba eso de customizar la ropa para ir a la cancha, ¿por qué a las demás hinchas no les iba a gustar?

¿Cómo se compone el equipo de Quenoninas?

No es lo mío coser, lo he intentado pero no, eso está bueno decirlo, pero igual no me limita. Entiendo que sí es lo mío crear e intentar, y que hay gente que lo hace y lo hace muy bien. Yo me apoyo en esa gente, trabajamos más de 15 personas en Quenoninas, emprendedoras y emprendedores que trabajan para la marca. Hay quien hace las mochilas, otra que hace la ropa interior, entonces es hacer los diseños, llevar la tela, que las hagan, las confeccionen, e ir trabajando con ellas. Yo lo imagino, ellas lo interpretan y vamos trabajando juntas. Mi madre, por ejemplo, hace todos los envíos, es tremendo apoyo y además es una gran hincha, siempre hay un gracias para ella. Empecé sola; recién este año, por ejemplo, empezamos a trabajar mano a mano con Alan, que es el estampador y es de Peñarol, obvio. Eso es muy importante, eso lo pregunto siempre, aunque no es excluyente, pero para trabajar en el mano a mano, como lo hago con Alan, era re importante que fuera de Peñarol. Sola todo es muy difícil, así que hoy en día Alan es el Quenonino, y ahora nos volvemos locos juntos. Quenoninas es red, las modelos son todas mis amigas y mis amigos, todo es a pulmón, por eso está genial darte cuenta que se ha ido generando una red, y Quenoninas existe porque existe esa red. Porque cuando una emprende no tenés tiempo, o no tenés plata, mil cosas, y es importante que haya otra gente que entienda tu pasión. Saben que una tiene esta enfermedad y que no tiene cura, que vivo de esta manera, que si juega Peñarol ya saben que no estoy.

Katty Manrique en su casa

Katty Manrique en su casa

Foto: Alessandro Maradei

¿En quién pensás cuando gana Peñarol?

Cuando tengo que dedicar un triunfo de Peñarol miro al cielo y pienso en mi abuelo Coco. Estuvo cuatro años con la mitad del cuerpo paralizado, y lo único que realmente entendía y que le importaba era cuándo jugaba Peñarol y te podía decir todos los jugadores que estaban en cancha, era su momento de lucidez. Entonces, cada vez que pasa una hazaña, o que aparece el “Peñarol de los milagros”, o que pasan cosas increíbles “a lo Peñarol”, miro al cielo. De chica siempre iba con mi padre o con mi hermano a la cancha. Mi abuelo estaba en la cama ya, los recuerdos que tengo de él son en la cama. También pienso en mi abuela Amanda, una loca de Peñarol que me enseñó tangos aurinegros que nadie sabe. Siempre pienso en ella con los puños en alto diciendo “Vamo' arriba los Peña, carajo”, y en su lora Coqui, que cuando entrabas a la casa te decía “Viva Peñarol, viva Peñarol”. La abuela me daba el beso de la suerte antes de los partidos. También estuve en pareja muchos años con un hincha de Peñarol, y cuando me separé perdí mi lugar en la Amsterdam; eso pasa, a veces, cuando la mujer va al fútbol. Porque durante mucho tiempo fui a ese lugar donde iba él, donde iba mi suegro, un grupo de gente, y cuando me separé ya no podía ir a ese lugar a vivir a Peñarol, que en realidad era el lugar donde viví mil cosas, donde viví el 2011, por ejemplo. Tuve que hacerme otro lugar, empecé a ir sola, las mujeres vamos solas al estadio. A veces la gente se asombra de eso, me pasó una vez en la Damiani de ir sola, y la señora que estaba más cerca me guardó siempre el lugar de al lado mío como si fuera a venir alguien. Nos hicimos amigas. Te llevás la radio, vas sola y está genial. La radio no falla nunca. Es necesario ver a Peñarol, te alimenta.

“Es que si pensás en la cancha, pensás en una campera o una remera. Ahora, ¿y si querés un vestido? ¿Y si querés tu mochila?”.

¿Qué tipo de prendas hay en Quenoninas y cómo llegan a ser realidad?

Cuando nació Quenoninas, la campaña fue “los colores más lindos rompen estereotipos”; todo tiene que ver con lo que les genera a las hinchas y los hinchas. Una anécdota de las primeras que me pasaron fue que una de las chicas que trabajaba para la marca, que hacía unos accesorios, vino por primera vez a casa y me comentó que tenía un poco de miedo. Le había comentado a su novio que yo era hincha de Peñarol pero que era simpática. Como que se genera un estereotipo con la hincha o el hincha de Peñarol. Eso pasa mucho. En Uruguay no se importan telas en amarillo y negro, por ejemplo. ¿Quién se va a poner un vestido amarillo y negro? Entonces tenemos que teñir las telas, todo se hace, y ese es otro desafío, ver cómo hacer nuestras telas y cómo lograr los colores. Para eso ha sido muy importante Diego, del PTI del Cerro, donde aprendí cosas que desde el principio dije que no sabía porque no era mi palo. Tenemos desde ropa interior hasta un tapado que parece de piel. Es que si pensás en la cancha, pensás en una campera o una remera. Ahora, ¿y si querés un vestido? ¿Y si querés tu mochila? La ropa interior siempre es la tanga de la suerte. Tiene que dar suerte a Peñarol; si no da suerte, traela que la quemamos y te llevás otra. También nos piden cosas y el intercambio es genial, hacemos cosas que nos gustaría recibir. Además, este intercambio te hace hablar de Peñarol todo el tiempo, y eso a mí me llena.

¿Tienen algún vínculo directo con la institución?

Participo del grupo Carboneras, estuvimos reunidas con los cinco presidenciables antes de las elecciones, sobre todo para trabajar el rol de la mujer, la Secretaría de Género, que es algo que tenía que suceder. El año pasado hubo una feria de emprendimientos en el Campeón del Siglo, que era el lugar donde teníamos que estar. Pero yo no formo parte de ninguna lista, y para trabajar en Peñarol hay que pertenecer a alguna de las cuatro listas que quedaron activas. En la Secretaría de Género trabajan amigas mías, se hizo medio tirado de los pelos; pasan cosas, pero no está aprobado, por ejemplo, el protocolo de violencia de género, no está ni siquiera escrito. El brazalete de la diversidad el año pasado no se pudo usar. Hay mucha cosa para romper, pero para romper adentro hay que pertenecer a una lista. Por afuera hacemos lo que podemos con el grupo Carboneras y ahora con el grupo Dame Pelota, donde además hay mujeres de Racing, de Danubio, de Defensor, y que tiene la idea de hacer eventos a los que, por ejemplo, pueda venir Mónica Santino, para hablar de género, hablar de diversidad, hablar de la mujer en el deporte más allá del fútbol femenino. Como hincha de Peñarol, si me preguntás lo que quiero es que Peñarol sea pionero en todo, en el fútbol femenino, en profesionalizarlo, en ver las necesidades que tienen. No puede seguir sosteniéndose con rifas, eso es precarizar. Y Peñarol es todo.