Peñarol llegó a la final de la Copa Libertadores de futsal, compitió de igual a igual ante Cascavel de Brasil y se ubicó en el segundo lugar de un torneo cada vez más exigente. Sí, el tricampeón uruguayo, el que apostó fuerte para dar el salto en lo internacional, se metió en la historia llegando a la definición del torneo. Después de dos batallas que tuvo que afrontar el carbonero en los últimos días, ante Boca Juniors por el grupo y ante Barracas en cuartos de final (alargue incluido), el equipo sufrió un desgaste lógico que se puso de manifiesto en la semifinal ante Cerro Porteño. De todos modos, el mirasol venció 2-0 al fuerte conjunto paraguayo para clasificar a la final.
La historia no se pudo repetir ante el Cascavel, el equipo más poderoso de la competición. Si bien comenzó ganando Peñarol con gol de penal de Nicolás Ordoqui sobre los 14 minutos, el trámite fue cambiando de rumbo. Gesse, la figura de la final, empató antes del descanso y luego en el complemento marcó dos más para sellar la victoria brasileña. En los detalles al equipo aurinegro se le escapó el resultado contra un adversario que no perdonó la mínima falla.
En cuanto a los rendimientos destacados del manya, mencionar una vez más a Richard Catardo, de sensacional copa, y señalado por propios y extraños como uno de los tres mejores jugadores del torneo. También, el venezolano Wilmer Cabarcas fue importante, generó el penal y complicó siempre con su oficio para pivotear.
Lejos quedó aquel febrero cuando el técnico argentino, Ignacio Cabral, llegó al vestuario y anunció que venía a ser campeón de América, lo que provocó miradas de extrañeza entre todos los jugadores. La realidad superó las expectativas, o al menos fue de la mano de la ilusión. Peñarol puede irse convencido de que lo dio todo, encontró un camino y puso en boca del continente al futsal uruguayo como hace mucho no sucedía.
En 2023 Conmebol confirmó ya la Libertadores para Venezuela en mayo. Los aurinegros son punteros de la Anual en el Uruguayo y los grandes favoritos para volver a quedarse con el título. Será muy difícil repetir una campaña así, pero la convicción de que con trabajo y profesionalismo es posible ya queda instalada para siempre. Cuando lo imposible se concreta, cuando lo inalcanzable pasa a ser tangible. Cuando lo que hace unos meses se presentaba como una locura, reconocido por los propios protagonistas, se transformó en un sueño hecho realidad.
Luis Diego Silva, desde Buenos Aires.