Julián Álvarez tenía 11 años y jugaba en el Club Atlético Calchin cuando reveló, frente a una cámara, cuál era su mayor sueño: “jugar un Mundial”, dijo ese niño con una ilusión que encandilaba los ojos.

Ese deseo se había instalado en su mente varios años antes, desde que se inició en el fútbol y lo volvió su pasión. Y es que en la niñez se trazan las metas que surgen del alma, y pocos valientes entienden que son alcanzables. Ese niño, que nació el 31 de enero del 2000, también confesó en ese entonces que su ídolo era Messi.

La generación de futboleros argentinos, y de todo el mundo, que nació a fines de los 90 y principios de los 2000, creció siguiendo a Lio Messi. Hoy, transformados en adultos, aún pueden disfrutar de la magia del 10, y ninguno discute que es el mejor jugador del mundo.

Julián Álvarez se formó en River Plate, y de adulto cumplió varios deseos: ganó la Copa Libertadores de 2018 ante Boca, obtuvo la Recopa Sudamericana en 2019 tras vencer a Atlético Paranaense, y se convirtió en 2021 en el máximo goleador del torneo de la Primera División Argentina. El mismo año ganó la Copa América con su selección y con su ídolo Lionel Messi. En 2022 obtuvo el récord de ser el jugador que más goles hizo en un partido por Copa Libertadores en la historia, tras facturar seis frente a Alianza de Lima, y también levantó la Copa de Campeones Conmebol-UEFA en 2022.

Esos méritos le dieron pase para cumplir otro sueño: jugar en Europa. El día de su cumpleaños en 2022 firmó contrato con Manchester City por cinco temporadas.

Pero ningún trofeo ni destaque pesará más en la carrera de Julián que el deseo que se trazó en sus primeros años de vida: jugar una Copa del Mundo con la albiceleste. Para eso trabajó, en eso se enfocó y lograrlo era un merecimiento. Lo que no imaginaba era que ese sueño vendría con el plus de vivirlo junto a su mayor ídolo.

Cuando Álvarez tenía seis años, Messi debutaba en un Mundial, en Alemania 2006. Cinco copas del mundo después, el destino los juntó en el mismo plantel de la selección argentina. El martes 13, ambos fueron los mayores responsables de llevar a Argentina a la final del mundo.

El fútbol se construye de momentos que protagonizan dúos como el de Álvarez-Messi, el de Pellistri con Luis Suárez, o el de Agustín Cannobio con Cavani. Hay miles de estos dúos alrededor del mundo, porque el fútbol es un conductor de sueños por excelencia.

Este martes los argentinos tuvieron una química imparable. Combinaron en dos de los tres goles con los que el equipo de Scaloni selló su pasaje a la semifinal, y de una manera épica.

Luego del partido, el referente y capitán del conjunto rioplatense destinó sus declaraciones a destacar a su compañero. Messi habló de la entrega, la generosidad y el ímpetu de Álvarez. El astro del fútbol argentino no sabía que, en realidad, estaba destacando a un niño que explotaba de alegría por haber alcanzado un sueño de la mejor manera posible: junto a su dios.