Inglaterra derrotó 3-0 a Senegal con dos goles al final del primer tiempo y otro al inicio del segundo y se clasificó con luz a los cuartos de final, donde deberá enfrentar a Francia. La oncena inglesa fue efectiva, con mucho roce en la alta competición, y a pesar de que el partido se estaba presentando parejo dio dos golpes demoledores a su rival: en poco más de cinco minutos los goles de Jordan Henderson y Harry Kane configuraron el destino seguro del partido. Después, en el arranque de la segunda etapa, el hijo de nigerianos, Bukayo Saka, marcó el tercero para los británicos y sentenció por completo el juego.

Inglaterra tiene una potencialidad real en su juego, pero se muestra difusa mientras no anota o se pone en ventaja. Después sí, es un equipo ofensivamente muy potente, y habrá que ver qué pasará cuando choque con el poderío francés.

Cruce de caminos

La 101 y la 102 de Qatar no se llaman así, ni son rutas de dos vías, sino autopistas de hasta ocho carriles. No van por Montevideo y Canelones, sino por el desierto y la ciudad de Jor. El estadio no es el Campeón del Siglo ni se juega por el Uruguayo o las Eliminatorias. Es el Al Bayt, el estadio donde se inauguró el Mundial 2022 y donde jugaron los octavos de final Inglaterra y Senegal.

El nudo y el embotellamiento fue inmenso y entonces, como cada vez que llegué a este estadio, el viaje de 70 kilómetros que lo calculan en una hora duplica con creces el tiempo estimado. Es una de las razones que me obligaron a pensar que por eso el estadio estaba tan vacío en el momento de iniciarse el partido. Después mi autoexcusa no rinde mucho porque ya en juego veo que hay unos dos o tres mil ingleses y menos de un millar de senegaleses a pura lonja borocotó borocotó borocotó.

Un Mundial es una maravilla que se debería vivir sin tantos errores. No es que un país que no está acostumbrado al fútbol y a sus movimientos no pueda ser organizador, claro que sí, pero debe prepararse con mucho más que una enorme infraestructura edilicia. Hay que entender lo que es el fútbol, lo que es un Mundial.

Los ingleses tomaron muy rápidamente el control y el ataque del partido. Son los que inventaron este negocio y por algo siempre lo deben hacer así, con enorme frenesí sobre el arco contrario. Senegal, por el contrario, se metió muy atrás para resguardarse de la verticalidad y vehemencia de los británicos.

Después de pasar el cuarto de hora el elenco senegalés se empezó a soltar hacia adelante, desnudando con su rapidez y potencia las dudas de Maguire y compañía. Una acción de VAR, que si era contra Uruguay cobraban penal, fue desatendida después de una peligrosa llegada del potentísimo Ismaila Sarr, y todo quedó como estaba. Los ingleses empezaron a perder pisada y Senegal empezó a tocar con su verticalidad con arte y obligó a Jordan Pickford a meter una mano inolvidable ante un violento remate de Boulaye Dia.

Para los segundos 20 minutos del tiempo inicial, el mapa de calor cambió notoriamente, y el campo inglés quedó pintado. Pero fue demasiada carnada y los africanos mordieron el anzuelo, y a los 39 Henderson, después de un rapidísimo contragolpe, terminó poniendo el 1-0 para Inglaterra. Bellingham recibió un pase filtrado a la banda izquierda, desbordó y puso el pase para la entrada de Henderson, que la tocó con calidad hacia la red.

Senegal buscó el arco contrario para empatar. Atacó y se arrimó, pero en la última de las últimas, cuando el juego era en el área inglesa, Nampalis Mendy no supo cerrar la jugada cuando se le debe dar un zapallazo al arco o a la tribuna, se la robó Bellingham, avanzó con dos zancadas veloces, la jugó a la izquierda a Foden, que la cruzó para la entrada brutal de Harry Kane, y este se acogió a la ley de vale chumbear y le rompió el arco a Edouard Mendy. Demasiado castigo para los africanos, demasiada candidez para el fútbol de altísima competición, porque una cosa era irse con la preocupación del 1-0, y otra andar cargando con ese piano que se les cayó en la cabeza.

Nada cambió

A los 12 del complemento Senegal volvió a perder la pelota en mediacancha, Foden desbordó por izquierda y entrando por delante del punto penal Bukayo Saka, el joven inglés hijo de una pareja de inmigrantes nigerianos, colocó el 3-0. Fue un golpe muy duro que hizo completamente irreparable la ya complicada situación de los senegaleses.

Un momento que felizmente honró al fútbol fue el repetido y frustrado intentó durante cinco o diez minutos de un grupo de aficionados prestados a iniciar una ola, que sucumbió cuando llegó a los reales interesados en el partido. Se están jugando los octavos de final de un Mundial, amigos; si quiere ola, ¡vaya al golfo! Otra cosa que hay que decirle a la gente a la que le regalan entradas, o que las compra porque es moda, es que uno no se puede andar yendo del estadio cuando falta media hora para que termine el partido. ¡Es un Mundial, señor!

Rómulo Martínez Chenlo, desde Jor, Qatar.