Da la sensación de que todavía no terminó de arrancar, pero ya pasó la mitad. El deporte naranja por acá es así. Cuesta y se va volando a la vez. La estructura marca que los equipos llegan al debut oficial con una semanita de trabajo conjunto. Poquísimo. Los extranjeros aparecen sobre la marcha por temas económicos y los basquetbolistas que disputan El Metro se suman en la recta final de la preparación. Sin mucho apronte: a jugar.

Generalmente, se dice que la verdadera Liga Uruguaya de Básquetbol (LUB) comienza después de año nuevo. En el futuro corto se avizoran cambios de extranjeros e inversiones que definen el potencial de cara al embalaje final. 2023 será otro cantar, pero la primera rueda dejó tela para cortar.

Biguá terminó primero con récord 9-3, aun estando lejísimos de su máximo potencial y habiendo sumado una pequeña crisis de cuatro derrotas en fila entre el torneo local y la Basketball Champions League Américas. Donald Sims y Victor Rudd llegaron con el certamen empezado y las fichas nacionales mayores sufrieron lesiones. Diego Cal no pudo disfrutar del plantel completo. Igual es líder. No hay con qué darle al bicampeón que se sostiene como el gran candidato: los de Villa Biarritz tienen individualidades que lideran la estadística del torneo en los rubros fundamentales del juego: Donald Sims (21.9 puntos promedio), Santiago Vidal (7.6 asistencias promedio) y Luis Santos (12.9 rebotes promedio).

Si bien la tabla lo colocó en el tercer escalón con récord 7-5, Hebraica y Macabi se sigue vislumbrando como el principal enemigo del Pato. El desgarro de Luciano Parodi demoró el primer triunfo con un inicio de torneo preocupante perdiendo ante rivales –a priori– inferiores. Con el sanducero en cancha, más la llegada de Frank Hassell y Adonys Henriquez, levantó el equipo. Es un edificio en construcción que crece a ritmo acelerado y puede terminar siendo un hotel cinco estrellas.

Los populares Goes y Aguada no tienen su plantel definitivo y eso genera incertidumbre a futuro. El misionero, segundo con récord 8-4, hasta ahora jugó con dos extranjeros. Cerró con derrotas en fila ante Nacional y Hebraica y Macabi, lo que puede apurar los retoques en el maquillaje final. Espera regalito de Papá Noel. El rojiverde, en tanto, metió una rachita de tres seguidos que lo catapultó al tercer lugar (7-5). Terminó la primera rueda perdiendo ante Biguá. Entre sus participaciones en la Liga Sudamericana y el recambio de importados fue un equipo habitué al aeropuerto. Si quiere ir por cosas grandes, debe establecerse. Tiene material.

Trouville y Larre Borges fueron las grandes sorpresas positivas de la primera rueda. Además de generar alegría en sus hinchas por sus enormes campañas, armaron un revuelo bárbaro en la parte baja. Si bien no están definitivamente salvados, dieron pasos gigantes. El rojo de Pocitos está con récord 7-5; Marcelo Signorelli logró un buen andamiaje con Dwayne Davis como estandarte, pero fundamentalmente con un montón de botijas atrevidos que aprovecharon su lugar: Santiago Fernández y Pablo Gómez dieron pasos adelante. Es el equipo que mayor participación les da a las fichas sub 23.

El cuadriculado de La Unión es de milagros conocidos. En las pencas siempre es candidato al último lugar. Aunque pasó la pandemia, sigue repartiendo tapabocas por los barrios. Mathias Nieto lideró un colectivo que mostró muy buen básquetbol sin tener grandes figuras. Es un equipo con ambición, que tiene claro el desafío y que llegó pronto al inicio. Desde ahí sacó ventajas rompiendo la lógica varias noches. Terminó en récord neutro: 6-6. El nuevo desafío es sostenerse, ante el inminente crecimiento de quienes empujan de abajo.

Si bien tenían otras aspiraciones, Nacional y Malvín comparten el escalón de Larre. ¿Sus campañas hasta ahora? Irregulares. Con pequeñas cosas para destacar. El bolso, en el medio cambió de entrenador: llegó Álvaro Ponce por Gonzalo Fernández.

Abajo hay preocupación y un fantasma que asusta a gente grande que creía tener superado ese temor. Olimpia, Defensor Sporting y Urupán terminaron con récord 4-8 y, por ahora, zafan por poco.

Urunday Universitario es la gran decepción de la primera rueda. Se rearmó para mezclarse arriba, pero está muy por abajo de lo esperado. Viene de salvarse en un desempate la temporada anterior.

Cierra la tabla Peñarol. El carbonero en la cancha debería estar tercero, pero la quita de cinco puntos que arrastra de la temporada pasada lo mantiene en una situación comprometedora. Está dos por debajo del pelotón de rivales que debe alcanzar. Los triunfos sobre el epílogo ante Olimpia y Urunday en el Palacio se convirtieron en oro puro. La lógica marca que tiene potencial para salir de la zona incómoda, pero pasó la mitad del torneo y la permanencia en el fondo, lo que, al menos, preocupa.

Al término de las revanchas, descienden los últimos dos. En caso de empate, se define a partido único. El resto, juegan playoffs.