Desde los comienzos de la historia del fútbol, los entrenadores están en busca del mejor análisis posible de sus rivales, del detalle que les permita inclinar la balanza a su favor. Las formas de conseguirlo han ido evolucionando con el paso del tiempo; a las idas al estadio para ver a los adversarios en acción se fueron sumando las grabaciones de los partidos por televisión. Así aparecieron entrenadores como Carlos Bilardo, que apilaba innumerables VHS y sometía a sus jugadores a horas y horas de análisis del equipo rival, obsesionado por obtener cualquier ventaja que lo llevara a la victoria. A la par de esas ansias y el constante crecimiento del fútbol como fenómeno con más recursos y profesionalidad, la tecnología fue aportando cada vez más opciones y soluciones.
Así, en cuerpos técnicos cada vez más poblados y con roles más específicos, apareció el puesto del videoanalista, mezcla entre conocimiento sobre fútbol y tecnología. No basta con saber filmar un partido o editar un video, “hay que saber sobre el juego, entender y dialogar con el entrenador y sus asistentes, formar un vínculo con los jugadores. Saber lo que es una semana de trabajo e interpretar los entrenamientos. En la élite, que el videoanalista sea entrenador es un requisito mínimo”, explicó a Garra Estéfano Zammarelli, encargado del área de videoanálisis de Nacional.
Son varios los factores que inciden en la forma en que se puede desempeñar el rol en un equipo. En primer lugar, es distinta la situación si se trata de un empleado fijo del club o si forma parte del cuerpo técnico del entrenador de turno. Augusto Pons, videoanalista de Torque, habló con Garra y planteó que “en caso de que sea [empleado] del club, los requerimientos no sólo están orientados al apoyo del técnico en el día a día, también se trabaja en el desarrollo a largo plazo de los jugadores y en cumplir con pedidos del director deportivo o de otros funcionarios”.
En general, las funciones van desde la filmación de los entrenamientos del equipo, el análisis del rival y el equipo propio, de los futbolistas de forma individual, la preparación de charlas con los jugadores y presentaciones a los cuerpos técnicos. Según Pons, las tareas dependen del uso que le den los entrenadores al videoanálisis, ya que todos los cuerpos técnicos tienen necesidades e intereses diferentes, y dijo que “los que ya tienen entre 40 o 45 años, la camada nueva de entrenadores que terminaron de jugar, le dan un poco más de atención”.
De acuerdo a los lineamientos que da el entrenador, el videoanalista arma el análisis del rival con sus puntos débiles y fuertes. “Con esa información ellos pueden preparar la semana de entrenamiento y la estrategia del partido”, apuntó Pons, y añadió que luego, más adelante en la semana, se le hace una presentación al jugador con el plan de partido, ya que “al jugador hay que presentarle algo mucho más reducido”, explicó. Para Zammarelli la base de todo ese trabajo en conjunto es que se genere confianza con el entrenador, que pueda abrirse con su metodología de trabajo: “Eso es lo primero, antes del conocimiento táctico o tecnológico. Si no existe ese ida y vuelta, esa confianza, todo lo otro es más difícil”.
El análisis no sólo puede ser utilizado antes o después de un partido, también cumple un rol importante en el transcurso del juego. Zammarelli señaló que el videoanalista está en una ubicación de privilegio, se ubica en la tribuna y a buena altura, lo que le permite una visión más “táctica” del partido. Todo lo contrario al entrenador y los asistentes, que ven el partido a nivel de cancha y que además “están con la adrenalina y las pulsaciones del partido”.
El videoanalista filma el partido, hace cortes de video y envía los más relevantes a través de una computadora al banco de suplentes. Para que la tarea sea efectiva, Zammarelli explicó que tiene que haber un trabajo previo con el entrenador, debe quedar claro qué información quiere recibir: “No se puede bombardearlos con cosas porque ya están en una situación de mucho estrés”. También hay un intercambio entre la grada y el banco de suplentes a través de un comunicador, en el que se van trasladando impresiones sobre los sucesos del partido.
“En el entretiempo se puede mostrar imágenes, hacer tres o cuatro cortes, ponerlos en una televisión, y la charla técnica se apoya en las imágenes de lo que acaba de pasar”, comentó Pons. Otra herramienta consiste en generar informes estadísticos durante el partido que incluyan datos como zonas de llegadas, cantidad y efectividad de los remates, qué se hace después de una pérdida o una recuperación: “Algo más que le permita al entrenador tener más información en el partido para tomar decisiones. Siempre partiendo de que nuestra función no es opinar, sino trasladar información para que los que realmente tienen que hacerlo decidan lo mejor posible”, dijo Pons.
En materia de fichajes también cumplen un rol relevante: se encargan de armar un informe con datos básicos de los jugadores y luego un video en el que se resumen sus características. La decisión de a qué jugadores seguir no es algo que compete al videoanalista; de eso se encarga la gerencia deportiva, que tiene un conocimiento mucho más amplio sobre las necesidades del equipo (ver informe “El continuo volver a empezar de los gerentes deportivos” en Garra 3/3/22). Pons indicó que el pedido puede ser por un jugador específico o que se busque un jugador para determinada posición, de cierta franja de edad o características.
De buena calidad
En Uruguay el puesto del videoanalista se empezó a consolidar en los últimos años. Zammarelli recordó sus comienzos en la profesión en 2008 trabajando para AZ Sportech, una empresa que brinda servicios de tecnología y análisis aplicados al deporte: “En ese momento todo estaba más virgen, era difícil encontrar un cuerpo técnico que trabajara con tecnología avanzada. Todos miraban videos y partidos, pero no se usaba un proceso de análisis utilizando mucha tecnología de por medio, mucho menos con un rol específico de alguien que se encargara de esas tareas”.
A nivel mundial e internacional el puesto se fue volviendo más habitual. Por ejemplo, Pons observó que en Argentina el rol fue creciendo de la mano de los clubes para mejorar sus fichajes: “Se dieron cuenta de que si hacés un estudio de mercado mejorás la calidad de los fichajes y no gastás tanto dinero en compras y sueldos; termina siendo más barato y generando un beneficio”.
“El analista tiene que estar preparado para eso con el fin de sacar esa ventaja para ganar; cuanto más conozco al otro, más cerca estoy de lograrlo”. Estéfano Zammarelli.
La necesidad del nuevo rol hizo que cada vez más gente se interesara por aprender y que aparecieran cursos de videoanálisis. Zammarelli destacó la variedad y calidad de los cursos a los que se puede acceder en Uruguay, ya sea en el país como internacionalmente por internet. Pons agregó que cada vez más gente se especializa en el área, que los clubes han mejorado la infraestructura para llevar a cabo la tarea y que incluso ahora Tenfield transmite todos los partidos, lo que permite contar con más material. La calidad está en constante mejora y el nivel de los que llevan adelante esta función en cada club es bastante parejo, la diferencia está en los recursos de que dispone cada institución. Esa desigualdad se refleja en el número de videoanalistas por equipo. Los grandes cuentan con más personal, como Nacional, que según Zammarelli tiene dos para primera división.
Además, el tricolor cuenta con dos personas más que se ocupan de las divisiones formativas. Ambos entrevistados explicaron que es muy distinto el trabajo en primera división que en las divisiones juveniles. Según Pons, en estas últimas “está más orientado a la formación, importa mucho menos el rendimiento colectivo del equipo. El analista hace cortes del partido con un enfoque mucho más individual, buscando que el jugador mejore cosas como los apoyos, el cabezazo, el pase largo”. Zammarelli fue por la misma línea y agregó que a diferencia de primera división, en las juveniles el objetivo no es ganar.
El videoanalista de Nacional contó que en su club existe un sistema por el cual se centraliza la información de los jugadores de todas las categorías: “Se almacena el rendimiento en los partidos, tanto en la parte de video como en las estadísticas, pero también otros datos, como lesiones o contexto familiar. Cuando alguien va a buscar un número 10 en la cuarta o la quinta división, por ejemplo, ahí ya tenemos una primera presentación de ese jugador, eso facilita las cosas para después empezar a ahondar en otros detalles”.
Si bien hay grandes avances, sobre todo en lo que refiere a los equipos con mayor poder adquisitivo, la norma general en Uruguay es que haya un videoanalista por club, y eso puede traer dificultades. Pons señaló que hay tareas que requieren más de una persona: “El análisis en vivo de un partido necesita que alguien filme y otro haga los cortes de video. En caso de que haya sólo una persona se puede hacer menos cortes; el mínimo ideal son dos personas”.
Agregó que existen otros factores que dificultan la tarea, como la altura de algunas de las canchas: “Para un buen análisis incide la altura de la toma, cuanto más alta es se tiene un plano más táctico”. También hay una cantidad de insumos necesarios para la tarea que no son baratos y en los que los clubes a veces no invierten, por lo que el gasto recae sobre el videoanalista: “Un trípode, una cámara, computadora para editar, a veces un dron, un software de edición, baterías externas, tarjetas de memoria”, enumeró.
Pese a esos obstáculos, ambos destacaron que no se está muy lejos de los otros países del continente en el rubro. El videoanalista de Torque comparó la situación con la del futbolista uruguayo que “sobrevive en cualquier situación, se adapta, compensa con otras cosas”. Por su parte, Zammarelli dijo que las mayores diferencias se registran con las principales ligas, como la española, la alemana y la inglesa, que “siempre están a la vanguardia y constante innovación”. Planteó que la diferencia no está en la preparación para el uso de la tecnología ni en la tecnología misma, que “a diferencia de antes, que tenía costos inaccesibles, ahora está bastante estandarizada”. La ventaja te la da el conocimiento sobre el juego, no la tecnología: “El analista tiene que estar preparado para eso con el fin de sacar esa ventaja para ganar; cuanto más conozco al otro, más cerca estoy de lograrlo”.