Comenzaron los octavos de final de la Copa AUF Uruguay. La próxima semana se conocerá la nómina completa de los ocho clubes cuartofinalistas (hay cuatro clasificados) y ya podemos concluir que serán todos de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), todos de divisionales profesionales y casi todos (siete de ocho) de Montevideo.

Estas anticipadas conclusiones pueden tomarse como un rasgo negativo que aporta al etnocentrismo de las competiciones principales de la AUF, pero no es tan así: por lo general, en todos los lugares del mundo donde se desarrollan los torneos de copa a nivel nacional, el embudo final casi siempre conduce a clubes de élite.

Por el contrario, las conclusiones sobre un torneo que ha tomado la jerarquía que merece, a pesar del rezago de décadas y décadas de no poder ejecutarse, son buenas, y no deberían caber dudas de que esta primera edición, a pesar de ciertos desajustes, es un sólido punto de partida para el afianzamiento de la competencia nacional.

No resultó nada fácil la tarea de insertar en el mapa de la afición un torneo de estas características (en una sociedad en la que el fútbol ha sido piedra de toque de interrelación y desarrollos socioculturales y deportivos) sin el acompañamiento de su difusión central en los medios de comunicación y sin que los partidos hayan estado más presentes en las pantallas, más allá del esfuerzo de quienes empujan el proyecto y saben que esa necesidad mínima para establecerlo en el imaginario popular está insatisfecha.

A partir de lo sucedido en las canchas de 13 departamentos (no se llegó a jugar en Artigas, Soriano y Maldonado debido a la eliminación en un partido de sus representantes, ni en Treinta y Tres, el único que no tenía club en el torneo, y sólo se jugará en Cerro Largo en cuartos de final si los arachanes siguen en competencia), visualizamos en los hechos la predominancia montevideana y de los estamentos profesionales de la AUF, con el estándar de años de competencia profesional y semiprofesional en la capital del país.

¿Son los que están y están los que son?

Una primera variable está en la representatividad de los clubes que no son de Montevideo, y básicamente en los cupos otorgados a la Organización del Fútbol del Interior (OFI), por definición con representantes amateur. En el desarrollo de esta primera edición y de acuerdo con la cuotificación acordada y establecida, hubo 24 clubes de la OFI que eran representantes de 16 departamentos. En 15 de ellos hubo representantes de la liga de la capital departamental, mientras que Soriano estuvo representado por Santa Emilia de Cardona, que compite en la Liga Regional de Cardona, y por Barracas de Dolores, de la liga doloreña.

Si bien es cierto que lo acotado de la financiación del presupuesto (que obedece a una partida especial de la Confederación Sudamericana de Fútbol para el desarrollo del torneo) no permite en este esquema de negocios sumar muchos más partidos para que pueda seguir siendo a gasto cero para los participantes, hay por lo menos dos o tres opciones para paliar la situación y darle un marco cien por ciento nacional a toda la competencia, estableciendo además para las ligas afiliadas a OFI un premio a la excelencia deportiva.

Manteniendo los privilegios a los participantes de la Copa Nacional A y agregando a los 18 campeones departamentales o a quien los siguiera por orden de prelación si ese club ya tenía cupo asegurado, sólo agregaríamos 20 partidos más al campeonato, manteniendo las mismas semanas.

¿Estamos todos?

Además de la representación plena y segura de todos los departamentos del país, la Copa Uruguay podría derramar su fútbol con plenitud en todo el territorio nacional porque a las 29 ciudades que este año pudieron albergar algún partido se agregarían otras por la representatividad asegurada de equipos de todo el país en cuanto a la OFI. Entonces, sumando los 14 clubes extracapitalinos que hay en las distintas divisionales de la AUF, serían 56 los clubes que podrían participar sin estar afincados en Montevideo.

Si no hubiese presupuesto para agregar esos partidos, podríamos sugerir de igual modo la incorporación de los 18 campeones o representantes departamentales sorteando 12 partidos con equipos de la C y la D de la AUF, y que en la segunda fase empiecen 52 clubes ordenados entre los 22 de la Copa Nacional de Clubes de la OFI, los seis representantes departamentales de la OFI que no hayan sido sorteados en la primera fase, los 14 de la B, y los dos últimos del Apertura de la A 2023, y ocho de la C y de la D que no hayan salido sorteados para la Fase 1. Desde aquí se agregarían los 12 ganadores iniciales, para, con 64 clubes, jugar una eliminatoria de 32 partidos, una subsiguiente de 16, un cuarto módulo en el que se incorporarían los 14 restantes de la A y campeón y vicecampeón de la Copa OFI, nuevamente con 16 encuentros, 8 partidos por octavos de final, cuartos de final con 4 encuentros, semifinales con 2 juegos, y final. De esta forma serían 90 partidos en vez de los 77 que se jugarán este año.

Pasá por casa a buscarlo

Dado que, como se sabe, los 16 clubes que llegaron a estos octavos de final son profesionales (13 de la A y tres de la B), podemos hacer una rápida revisión conceptual de cómo fue el nivel de enfrentamientos entre equipos de la AUF y la OFI, y entre equipos de Montevideo y el interior: en ningún caso hubo una diferencia mayor a dos goles, y en varios casos el equipo de la OFI no avanzó por perder por mínima en condición de visitante, o hasta empatando y quedando eliminado en los penales. Tampoco se dio una diferencia superior a dos goles entre equipos profesionales de la AUF y los representantes de la OFI.

En Montevideo, sin embargo, fue donde más partidos se jugaron, y el remozado Parque Palermo con su nuevo césped sintético y luminarias led llevó 11 de esos 20 encuentros. A excepción del partido en el Centenario de Peñarol ante Colón FC, en los dieciseisavos de final casi todos los partidos jugados fuera de Montevideo llevaron más público, y fue en el Silvestre Landoni de Durazno donde más gente hubo en cada uno de los cuatro encuentros que el equipo de la C llegó a jugar. Algo parecido pasó con Quilmes de Florida en el Campeones Olímpicos o con Universitario de Salto en el Dickinson.

Aunque el público se entendiese como una variable menor, que no debería, hay claros índices, sin que ello represente recibir un hándicap, de que los clubes aficionados de la OFI deberían ser siempre locales y, categorizados por su condición de amateur, también los de la C y la D de la AUF. Hasta por una cuestión de vida laboral, como les pasó a los de Sportivo Barracas de Dolores, que debieron dejar sus trabajos para estar un miércoles a las tres de la tarde en Montevideo para jugar ante Los Halcones; o a Huracán de Paysandú, cuyos jugadores debieron viajar en la madrugada y sin descanso los 400 kilómetros para jugar en el Palermo al mediodía ante Racing; o hasta Palermo de Rocha, llegando desde su ciudad entre semana para enfrentar a Central en Montevideo.

Para ello, el diagrama del campeonato debería tener una configuración previa que establezca la localía si se enfrentan dos clubes de una misma organización o divisional, pero que sirviera sólo para resolver conflictos de localía respetando este orden de localías: clubes de la OFI representantes departamentales; clubes de la Copa Nacional de Clubes de la OFI; clubes de la AUF no montevideanos; representantes de la D; clubes de la C; clubes de la B; y clubes de la A.

Está buena, muy buena la Copa Uruguay 2022. Por eso es que queremos que la de 2023 y todas las que vengan estén más buenas aún.