Desde la reglamentación y la aparición estipulada e institucional de las denominadas fechas FIFA, nunca había sucedido que un Mundial se jugara en los últimos meses del año. Es más: aun antes de las fechas FIFA y desde el primer Mundial, en 1930, nunca ninguna de las 21 ediciones del campeonato del mundo se jugó en noviembre y diciembre y, por tanto, no tenemos ni el más mínimo antecedente de amistosos preparatorios para el campeonato más trascendente en las contiendas deportivas que se jueguen en setiembre.

Este viernes a las 13.00 en Austria, en el NV Arena de la ciudad de Sankt Pölten, ubicada 60 kilómetros al oeste de Viena, donde está concentrado Uruguay, los celestes habrán de enfrentar a puertas cerradas a la selección de Irán, mientras que el martes en el estadio Tehelné Pole de Bratislava, Eslovaquia, el once uruguayo enfrentará a Canadá, este sí por ahora con público y entradas vendidas. La incertidumbre es ver cómo el entrenador de Uruguay, Diego Alonso, utilizará estos 180 minutos de competencia oficial, los últimos antes del debut mundialista, que será el 24 de noviembre en el estadio Ciudad de la Educación de Rayán, Qatar, ante Corea del Sur.

Sabemos lo que ha pasado en los últimos 12 años previo a los mundiales de Sudáfrica, Brasil y Rusia, con Óscar Tabárez aprontando a su grupo final y con despedidas en Uruguay antes de viajar a sus sedes de preparación en Kimberley (Sudáfrica 2010), Sete Lagoas (Brasil 2014) y Nizhni Novgorod (Rusia 2018), pero ahora es distinto, bastante distinto, aunque los jugadores no tanto.

¿Serán tomados como último examen para aquellos jugadores que aún no están seguros dentro de la nómina de Alonso? ¿Serán tomados como banco de pruebas para ensayar propuestas y respuestas colectivas, estratégicas y tácticas, cuando los rivales sean otros? ¿Serán nada más que prácticas en las que lo que se busque sea afinar el inicio de un funcionamiento general esperado, para después, a partir de ahí, utilizarlo como punto de partida de Qatar haciendo foco en las características específicas de cada rival y cada situación?

La definición principal se la dio el entrenador Alonso a la diaria, cuando este mismo mes anunció que se va a “entrenar para nosotros [...]. Queremos tener esa posibilidad de entrenar para nosotros para prepararnos para lo que viene”.

Esta definición de los planes ya nos va ubicando en que el partido del viernes no será una mesa de examen para ver cómo responden con la celeste los más nuevos, por pocos antecedentes o por no poseer el enorme bagaje de los que han acumulado brillantes experiencias en el fútbol de élite, aquellas generaciones forjadas y mezcladas desde 2006 con tres camadas mundialistas que despectivamente fueron conocidas como “el club de amigos de Óscar Washington Tabárez” y se mantienen con firmeza con Alonso, y los que están en condiciones sanitarias de jugar están en Viena, a excepción de Diego Godín, Josema Giménez y Sebastián Coates, los tres centrales de más partidos en los últimos años, y quien está sano, pero buscando su mejor forma de competición, Edinson Cavani.

Entonces, tal vez sea por esta situación la oportunidad de colocar en el campo a alguno de los zagueros sin antecedentes, como Agustín Rogel y Leandro Cabrera. En el arco Sergio Rochet parece indiscutido y en el lateral izquierdo pasa lo mismo con Mathías Olivera. ¿Jugará Ronald Araújo como lateral derecho para seguir entrenando para nosotros sin importar si no hay en este plantel ningún central de su categoría? Es posible, si no puede aparecer el Zorro Damián Suárez de 4 y Araújo como central. En la mitad de la cancha el tesoro contemporáneo de la celeste, Federico Valverde, y Rodrigo Bentancur podrán jugar acompañados por Matías Vecino o Manuel Ugarte, que viene en irresistible ascenso en Sporting Lisboa, pero además también está Lucas Torreira.

De mitad de la cancha hacia arriba es posible que juegue Giorgian de Arrascaeta detrás del punta, Luis Suárez o Darwin Núñez, y por la banda derecha Facundo Pellistri. Todos ellos ya están casi adentro del Mundial y Cavani también, entonces aquí sí podrán jugar Brian Ocampo, Diego Rossi, Agustín Canobbio y hasta Martín Satriano.

Hasta horas antes del pitazo inicial no lo sabremos, y además en cuanto lo sepamos también deberemos hacer foco en que lo que el cuerpo técnico está pensando es en trabajar para el Mundial, y no en ganar este partido ni el del martes.

Ellos son mundialistas

Carlos Queiroz es el nuevo viejo técnico de la selección iraní, porque el portugués dirigió a esa selección asiática en el periodo 2011-2019, cuando la clasificó a Brasil 2014 y Rusia 2018, pero después de haber sido cesado en la Copa Asia 2019 dirigió a selecciones como Colombia y Egipto, para ahora, en este mes, volver a Irán.

El partido se juega a puertas cerradas por determinación del gobierno austríaco, pero el punto que lleva a que sea sin público es la violencia instalada en Irán a raíz de la muerte de Mahsa Amini, una joven de 22 años que fue arrestada por la “Policía de la moral” por llevar mal puesto el djab, que ya detenida tuvo un paro cardíaco en la comisaría y falleció días después en un hospital de Teherán. Según los últimos datos, la escalada de muertes por las protestas tras el fallecimiento de Amini ha llegado a 17 víctimas.

Los 26 de Uruguay

Arqueros
Sergio Rochet (Nacional)
Fernando Muslera (Galatasaray)
Sebastián Sosa (Independiente)

Defensores
Agustín Rogel (Hertha Berlín)
Leandro Cabrera (Espanyol)
Martín Cáceres (Los Ángeles Galaxy)
Sebastián Cáceres (América)
Ronald Araújo (Barcelona)
Guillermo Varela (Flamengo)
Damián Suárez (Getafe)
Mathías Olivera (Napoli)
Matías Viña (Roma)

Volantes
Lucas Torreira (Galatasaray)
Manuel Ugarte (Sporting de Lisboa)
Federico Valverde (Real Madrid)
Rodrigo Bentancur (Tottenham)
Matías Vecino (Lazio)
Nicolás de la Cruz (River Plate)
Giorgian de Arrascaeta (Flamengo)
Facundo Pellistri (Manchester United)

Delanteros
Agustín Canobbio (Athletico Paranaense)
Brian Ocampo (Cádiz)
Diego Rossi (Fenerbahçe)
Darwin Núñez (Liverpool)
Luis Suárez (Nacional)
Martín Satriano (Empoli)