Nacional ganó el Torneo Apertura del 27º Campeonato Uruguayo Femenino y méritos hizo para esa conquista. Las tricolores ganaron seis de sus ocho partidos, por dos o más goles de diferencia. Por orden, 3-0 Wanderers, 3-1 Fénix, 4-0 River, 14-0 Atenas, 4-0 Liverpool y 2-0 Náutico. Además, derrotó 2-1 a Defensor Sporting, el club que le quitó el título del Campeonato Uruguayo anterior. Ganó el torneo con 22 puntos de los 24 posibles.
Su lucha se dio directamente con Peñarol, con el que compartió la punta de la tabla de posiciones después que ambos clubes tuvieran sus fechas libres. En la sexta etapa quedaron igualados en 15 puntos y, en la séptima, con el clásico empatado, en 16.
Lideró en solitario desde el comienzo, luego de que Peñarol quedara libre en la primera jornada. En la penúltima jornada se dio el tropiezo de Peñarol cuando empató 1-1 con Wanderers –con mucho mérito de las bohemias–, resultado que fue decisivo porque, antes, en el clásico, igualaron a uno con aquel golazo aurinegro cuando faltaban segundos para terminar el tiempo adicionado.
Se podría decir –en tono de broma, claro– que Nacional podría enviar una nota de agradecimiento a Wanderers por la ayuda recibida para evitar el partido final que estaba previsto si había igualdad entre dos equipos al final de las nueve etapas. Todo esto sin desconocer los méritos propios de Wanderers, equipo que llegó de la segunda divisional y se quedó con un muy meritorio cuarto puesto.
Pero lo sustancial a destacar son los méritos propios de un trabajo cuidadoso que se ha venido haciendo en Nacional en la promoción de jugadoras emergentes muy jóvenes y ensamblando, con ellas, un colectivo siempre eficiente. Y en eso importó la guía del entrenador Diego Testas y su equipo de colaboradores.
Riqueza joven
Nombrar jugadoras es justo: ellas son las protagonistas fundamentales. Lo primero que se nota viéndolas en la cancha es el del dominio general de las pautas técnicas más requeridas. Luego, es fácil constatar que hay presente, muy buen presente, pero también mucho futuro, en tanto jóvenes edades son las que priman. Son el hoy y el mañana al mismo tiempo.
Tomemos la formación inicial del último clásico como punto de partida para probar la última afirmación y para que los nombres de las campeonas queden estampados: Josefina Villanueva (18 años), Maytel Costa (21), Valeria Colman (capitana y excepción: 32), Oriana Fontán (20), Alison Latúa (19), Rocío Martínez (21), Ángela Gómez (20), Cecilia Gómez (21), Solange Lemos (20), Sofía Ferrada (24) y Guillermina Grant (19). Las suplentes de aquel partido siguen probando la juventud general: la golera Martina Alonso (18), Tatiana Lima (19), Valentina Pereira (16), Luna Marcia (18), Martina Terra (20) y las “excepciones”: Lucía Cappelletti (26) y la colombiana Natalia Espinoza (33).
Tres mil aficionados en las tribunas enseñan
El Nacional-Náutico jugado el lunes fue el partido por Campeonatos Uruguayos femeninos con mayor concurrencia de una historia que llega a las 27 temporadas. Por lejos, aunque se recuerda aún la final del torneo de 1999 entre Rampla Juniors y Nacional, jugada en enero de 2000 en el Parque Viera, con más de 2.000 personas.
No hay secretos: atraía un plato fuerte, sobre todo para la parcialidad tricolor, en tanto el título estaba al alcance. Aunque era día hábil y era de noche, porque muchas jugadoras trabajan para vivir. Hubo algo distinto a tantos malos ejemplos de partidos con restricciones absurdas, con el horrible ejemplo de pocos días atrás, un clásico en el enorme estadio Centenario al que se habilitó una asistencia severamente restringida con listas confeccionadas previamente.
Y hay numerosísimos ejemplos de espectáculos de fútbol femenino en los que se amputó la asistencia libre de aficionados, justamente cuando se trataba de espectáculos de mucha atracción.
Esta vez se acertó a pleno: formas fáciles de acceder a las entradas, se cobró 100 pesos por persona, un precio que estimulaba, y se difundió la forma de asistir. Se demostró que hay un público posible al que atraer y aumentar con medidas simples, razonables y nada extraordinarias. Sin ánimos inútilmente restrictivos.
Fue una realidad hermosa ver esa tribuna del Gran Parque Central tan habitada. Pero más que nada fue una gran enseñanza para el futuro inmediato.