Los vecinos de la Plaza de Deportes n.° 6, ubicada sobre la avenida Carlos María Ramírez, en La Teja, hicieron pública una problemática que, desde hace dos años, ocurre cuando llega el verano. Alberto Martínez, presidente de la comisión de la plaza, explicó a la diaria que no hay suficientes profesores y guardavidas para el buen desarrollo de las actividades deportivas: son 1500 los niños que concurren a las clases de gimnasia y piscina, entre los que hay 15 con Trastorno del Espectro Autista (TEA), y cada profesor debe atender a aproximadamente 40 niños a la vez.

Para Paola Pucherelli, madre de uno de los niños que concurren a la plaza, la escasez de recursos inhabilita la inclusión. A su entender, los niños con TEA deben tener profesores específicos a disposición. Al notar que el profesor a cargo y la guardavidas no podían desarrollar las clases correctamente, con la cantidad de niños que estaban atendiendo, ella se puso a trabajar de manera voluntaria en algunas clases con los docentes, y luego se dirigió a la comisión a explicar lo sucedido, considerando que la falta de adultos a cargo pone en riesgo a los niños.

“Si se necesita que una maestra o educadora se meta al agua, no estamos tratando la inclusión. Ese niño tendría que tener un docente que se meta al agua, no una mamá o vecina que de una mano”, consideró Pucherelli. Además, a las actividades también concurren niños con otras dificultades. En el caso de los niños que están en silla de ruedas, son ingresados a upa porque no hay rampas.

Alta demanda

La plaza cuenta con un gimnasio inaugurado en el 2008, gracias a la postulación de los vecinos para hacerlo con el presupuesto participativo. Allí trabaja un grupo de docentes durante todo el año, que tienen su licencia reglamentaria en verano, por lo que la Secretaría Nacional del Deporte (SND) –que regula 114 plazas de todo el país–, debe destinar nuevos recursos para cubrir estas vacantes. Según Martínez, hace dos años que no se designan los recursos en tiempo y forma, por lo que la temporada comienza sin la cantidad necesaria de profesores y salvavidas.

“Antes, los recursos se designaban a fines de noviembre, pero tanto este año como el año pasado el tribunal de cuentas no firmó el pedido de docentes y guardavidas en tiempo y forma. Yo comuniqué lo que sucedía presencialmente el 22 de diciembre, pero no tuvimos resolución. La responsabilidad de la comisión y los docentes, sobre todo con la piscina, es enorme”, explicó Martínez.

La plaza se gestiona con una comisión de vecinos que tiene un consejo paritario consultivo, que se reúne cada 15 días con la inspectora de zona, los directores y la comisión de apoyo, compuesta por más de diez integrantes nacidos y criados en la plaza. “Para nosotros, como vecinos y como personas que también disfrutamos de la plaza, es importantísimo que los chiquilines estén haciendo deporte y no fumando en las esquinas. Este barrio necesita esta piscina, es abierta, es la única posibilidad para la mayoría de los niños”, expresó Martínez, agregando que “La plaza ha mejorado porque tiene un empuje de la comisión de apoyo de los vecinos. La queremos porque es nuestra segunda casa”.

Lo que dificulta la designación de trabajadores para la plaza, según la comisión de vecinos, es el hecho de no hacer los llamados con antelación, porque los posibles postulantes definen durante ese mes sus trabajos para la temporada. Al no recibir la oferta para trabajar en esta plaza, los mismos se postulan para trabajar en las playas o en clubes privados, por lo que luego de ese plazo se dificulta conseguir recursos humanos.

Como el agua no es climatizada, la piscina funciona solo durante el verano. “Por eso tenemos que aprovechar el tiempo. Los docentes están trabajando con dificultades porque solo disponen de un contenedor, los que vienen a trabajar a este barrio es por vocación. No hay derecho de que nosotros, como comisión del barrio, estemos reclamando todo el tiempo. La comisión trabaja con los vecinos de forma honoraria pero el Estado tiene que estar presente”, finalizó Martínez.