Patricia Pita finalizó la carrera en uno de los desiertos más inhóspitos del mundo, de donde se llevó la experiencia más importante de su trayectoria en el rally tras diez años de carrera y siendo pionera a nivel sudamericano, aunque algunas personas siguen dudando de su capacidad.
¿Cómo fue reunir el dinero para correr el Dakar?
Muy difícil. El miércoles antes de viajar se cayó un sponsor y se tornó muy estresante porque faltaban tres días para viajar y había que reunir 12.000 dólares, por lo que hubo que recurrir a la familia y a amigos.
¿Pensaste en bajarte?
No. Si bien eso nos descolocó, fue todo el año así, entonces en mi cabeza se impuso la idea de que de alguna manera se iba a solucionar. Tres semanas antes habíamos tenido que conseguir 55.000 dólares para girar. Yo conseguí la plata, pero hasta el día de hoy no la cobré. Hay gente que lo puede hacer, que tiene ese dinero, pero ese no es mi caso; a mi familia no le falta nada pero tampoco le sobra, recurrí a un préstamo de 15.000 dólares, entre otras cosas.
¿Creés que se hizo más difícil llegar a reunir el dinero por ser mujer?
Sí. Poniéndome en comparación con otros pilotos varones, lo que sucede es que son empresarios, por lo que tienen accesos y contactos que yo no tengo. Yo he dedicado mi vida a correr y a buscar la plata para correr. Eso no se da en las mujeres jóvenes. Una mujer va a pedir un crédito a un banco y tiene menos posibilidades de acceder que un varón, básicamente por cómo funciona el sistema. Estadísticamente, en América Latina las mujeres que pueden acceder a un crédito bancario son menos de 15%, porque inciden muchas cosas, como por ejemplo, la posibilidad de ser madre.
Una de las etapas de la preparación fue elegir a tu equipo. ¿Cómo lo hiciste?
Llegué a este equipo español especializado en rally por un tema de presupuesto. Para ellos también fue su primer Dakar y por eso me hicieron un precio más accesible que lo que cobra un equipo con experiencia. Eso me permitió llegar, pero también se pagan las consecuencias de no tener experiencia en esta carrera y con este vehículo.
¿Cuáles fueron esas consecuencias?
Tuvimos que abandonar por fallas mecánicas del auto, y por falta de conocimiento se tardó dos días en encontrar una solución. De todos modos, estoy súper agradecida porque si no hubiera sido por ellos, no habría llegado. Haber llegado me va a permitir llegar mejor el año que viene. Este es el claro ejemplo de un mensaje lindo para dar: nunca vamos a tener todo perfecto, pero hay que largar igual. A veces te empezás a atrasar por no tener todo como te gustaría, pero está bueno avanzar igual porque te enseña y eso te abre otras puertas.
Alfajores en el desierto
¿Cómo fue el camino de ida hacia Arabia Saudita?
Nos encontramos con mi copiloto, Ruben García, en Buenos Aires; nos conocíamos pero nunca habíamos corrido juntos. Llegamos a Madrid y ahí se sumó el equipo, con el que tampoco nos conocíamos. Al llegar empezamos a bajar a tierra, a entender que estábamos ahí, que se había cumplido, que era real. Durante los primeros días fuimos viendo cómo era todo. Fue en ese momento que me di cuenta de que iba a tener problemas con la comida porque estaba todo muy condimentado.
¿Cómo resolviste el tema de la alimentación?
Los primeros cuatro días fueron crueles: la comida tenía mucho curry y, aunque comí un poco, sabía que me podía caer mal, sobre todo porque venía de una dieta muy estricta de proteínas, carbohidratos y verduras. Lo solucioné con alfajores. Había llevado alfajores para regalar y me termine comiendo la mitad. En un momento pusieron un stand de pasta y pasé de comer pan y queso a pan, queso y pasta. Así me manejé, pero me faltaba la proteína.
En una de las etapas te caíste en un pozo, una olla como se le dice. ¿Cómo enfrentaste esa situación?
Cuando me caí en la olla sabía que iba a salir, ni idea cómo, pero sabía que podía con eso. Me acordé de cuando corrí una carrera en Chile con un chico que había sido piloto de cuatriciclo, él me fue hablando mucho de qué hacer en esas situaciones. Cuando me caí se me vino la cara de él y supe que tenía que tratar de llevar la cola del auto para arriba. Esa arena es muy blanda, si te quedás de costado te lo empieza a tirar y te vuelca, entonces me bajé del auto, vi dónde estaba la parte firme, pero había volcado otro auto y había caído en la mitad de la olla y me cortaba el movimiento. Tenía la maniobra en mi cabeza, pero cuando la quise hacer se cayó. La arena te tira. Terminé quedando enfrentada al auto chocado, el único lugar que tenía para ir era por ahí, lo iba a chocar un poquito, pero bueno, como mucho se me iba a enojar el francés. No tengo idea de cómo hice, pero el auto fue subiendo, ahí empecé a hacer el “globo de la muerte”, una maniobra en la que empezás a agarrar velocidad y vas saliendo de a poco. Lo logramos y lo festejamos como un gol.
¿Ese fue el trayecto más difícil?
No. En carrera la más difícil fue la primera etapa, por lo que representó. Era la primera vez que corríamos con Ruben, yo no había tenido prácticamente nada de contacto con el auto, estábamos logrando el Dakar, yo hacía meses que no corría. Veníamos muy bien, pero llegamos a una zona de dunas y nos enterramos. Logramos sacar el auto pero se hizo de noche. Fue terrorífico. El desierto de noche te da mucha inseguridad, miedo y pánico, por el hecho de no saber por dónde estábamos yendo: cuando fuimos a largar nos dimos cuenta de que todos los autos tenían una barra de luz led y nosotros no. Estás subiendo una duna gigante y no ves dónde termina, dónde está la cresta, qué hay del otro lado.
¿Cuál fue la estrategia para superar esa etapa?
Nos pusimos detrás de un camión para atravesar las dunas cortadas. El camión se zambullía y no lo veías más, entonces nos guiamos por eso. En un momento estábamos subiendo la duna, sin saber si estábamos subiendo por la mitad, por el costado o por dónde, y el camión desapareció. De esas situaciones tuvimos varias, pero también hubo aciertos: nos topamos con una duna gigante que no podíamos pasar, la rodeamos y encontramos una huella, la empezamos a seguir y pudimos pasar por afuera. Son pequeños triunfos luego de grandes complicaciones.
¿Cuál fue el momento más duro de la carrera?
Fue muy frustrante no poder largar y que no dependiera de mí. Estaba pronta para salir cuando vi que había alboroto alrededor del auto, que estaba levantando temperatura de la nada. Ahí cayó la noticia de que había que abrir el motor. Fue frustración, tristeza; me metí a la carpa y apelé al trabajo que hicimos con el psicólogo deportivo. Él me hizo ejercicios que te hacen reconocer cuáles son tus herramientas para enfrentar momentos de adversidad. Una de las herramientas era sacar mi “optimismo ridículo”, pensar: “Esto está pasando por algo, de esto vamos a aprender, alguna enseñanza va a dejar”. Eso lo tomo como forma de vida. Si le ponés el peso real, que era que desde hacía un año me estaba preparando para ese momento, te frustrás. Entonces le transmití al equipo que era una posibilidad que sucedieran este tipo de situaciones.
¿Y el trayecto que lograron recorrer mejor?
La etapa dos, algo increíble porque todos dicen que fue la etapa más dura en los últimos 15 años del Dakar. 300 kilómetros del trayecto fueron de piedra, el casco no paraba de golpearse contra la butaca, los autos se rompían andando. Además, hubo 180 kilómetros de noche, fue muy exigente físicamente. Como nuestro auto estaba sano pudimos acelerar en ciertos tramos. El Dakar te enseña que tus límites no están donde pensás.
¿Para qué te estás preparando ahora?
Luego de un corto descanso, vuelvo a poner la cabeza en esto. 2024 para mí ya empezó: en lo primero que pienso es en el próximo Dakar, todo lo que vaya a hacer este año será preparación para eso. Uno de los proyectos es correr el Cross Country chileno, un campeonato que se corre en piedras y dunas, que es accesible. No hay mujeres pilotos en ese lugar, entonces la idea es llevar lo que estuvimos haciendo acá para Chile. Para que empiecen a ver una mujer en esa carrera y hacer charlas en escuelas como acá. Es fundamental unir lo deportivo con lo social y tratar de dejar algo positivo. Está bueno que los deportistas en general asuman esa responsabilidad. Hay otra fecha de ese campeonato en Argentina y trataremos de estar, según el presupuesto. Otro sueño que tengo es llevar a Uruguay a un campeonato mundial.
Cuestión de género
¿Qué significó ser una de las dos primeras mujeres sudamericanas en el Dakar?
Fue un gran orgullo. La brasileña tiene bastante experiencia y compite a un gran nivel, por lo que está dejando a la mujer en un lugar muy lindo. Este es de los pocos deportes en el que las mujeres y los varones compiten a la par. En el Dakar se dio que las mujeres que corren no son competitivas entre sí, todas te brindan su apoyo, algo a destacar siendo que nos educan para competir, no para impulsar a las demás.
También es una responsabilidad.
Sí, porque hacerlo y no trabajar para que las demás se sientan respaldadas y contenidas no sería lo mismo. Está bueno marcar un camino. Yo no tuve una referente; mis ídolos eran mi papá, Gustavo Trelles y sus ídolos. Hoy en día sé que puedo ser referente para esa niña que sueña con ser piloto. Eso es algo muy importante. Lo tomo como un deber. Es la única manera de que haya más mujeres en los ámbitos que son históricamente masculinos.
¿Cómo se vive el Dakar siendo mujer?
No se siente la distinción de género, somos todos dakarianos. Pero acá sí. Al llegar, me sorprendió recibir comentarios como “nos tapaste la boca”, “no pensábamos que lo fueras a lograr”. Hace diez años que empecé a correr y trabajé muchísimo para ganarme mi credibilidad –viví en Argentina, me metí en el rally cordobés, la luché–, pero desde que llegué no paro de escuchar ese tipo de comentarios. El prejuicio sigue estando. Es algo que invita a reflexionar a todos, porque eso que se asume parte de la base de que soy mujer: a un piloto varón no se lo dicen. Hay que seguir trabajando mucho y seguirnos cuestionando.
¿Qué es lo que más te duele de esa situación?
Que no creyeran en la posibilidad de que yo terminara el Dakar. Conseguí los patrocinadores por tocar las puertas, todo se fue logrando por trabajo y me preparé de la mejor forma que pude física, psicológicamente, en la nutrición, todo, y aun así la gente no lo creía posible. No te hace mal el comentario, pero te sorprende: todos los días alguien duda de mi capacidad.