Serie al mejor de tres, Hebraica y Macabi perdió por paliza en el Antel Arena ante Franca, último campeón de la “Libertadores” del básquet sudamericano. El desafío marcaba viajar a Brasil para jugar dos partidos de visitante con la necesidad de ganar ambos para meterse entre los cuatro mejores del continente. Una utopía. Contra todo pronóstico, el macabeo metió los dos. El equipo de Leonardo Zylbersztein jugó a un nivel superlativo y corrió a uno de los candidatos. Hazañoso. Milagroso. Emocionante.
Pasaron los días, Zylbersztein de a poco va entendiendo lo conseguido. Con mezcla de emoción y risas inevitables, recordó la proeza. Rememorando, también, sus inicios como entrenador en el club de toda la vida, haciendo la escalerita por todas las categorías de formativas. En esos tiempos, entre otros, correteaba Luciano Parodi, aquel niño con pinta de mago que superó todas las expectativas que alguna vez se pudieron imaginar.
De utopía a realidad, Hebraica jugará dos partidos en abril para ser el mejor de América. Ultracomplejo, pero quedó clarísimo que los imposibles no son cosa de este deporte.
¿Sos consciente de lo que lograron?
Algunos amigos que tengo en Brasil me pasaron recortes de diarios y ayuda a dimensionarlo. Al ver cómo perdimos el primer partido, era una situación difícil, pero corregimos a tiempo y se pudo. Fue un triunfo grande. Franca es una ciudad de básquet. Cuando llegamos vimos carteles de todo tipo sobre los títulos conseguidos. Venía de ser el último campeón de la BCLA y la Intercontinental. De ese plantel sólo faltaba Georginho de Paula. La realidad es que le ganamos a un equipo muy importante. Nos teníamos mucha fe de sorprenderlos acá, no pudimos, pero los sorprendimos allá y el gusto fue doble.
¿Cómo te convenciste vos para convencer al resto?
Tuvimos la gran suerte de que estuvo la ventana de la Americup, en la que jugó la selección, y nos dio para trabajar pensando en Franca sin competencia local. Teníamos claro cada sistema de ellos y tres opciones para cada situación. En Montevideo muy pocas dieron resultado. Rápidamente empezamos a ver esos pequeños lugares del primer partido donde ellos se sintieron incómodos. Analizamos que cerca del final del primer tiempo íbamos cinco abajo y errores infantiles llevaron a que nos quebraran. Se los marcamos a los jugadores. Después fue la rebeldía del grupo, las charlas entre ellos, entender que no teníamos nada para perder. Ya habíamos perdido por 30. ¿Qué podía ser peor? Perder de nuevo. Los primeros minutos en Brasil demostraron que estábamos a nivel, cuando sacamos 17 vimos que se podía. Para el definitivo ya teníamos una confianza que nos permitía superar cualquier obstáculo. Hubo mucha calidad y categoría de los jugadores, este es nuestro máximo potencial.
Se dice que hay que defender para ganar, pero desde el plan de juego optaron por partidos de score alto frente a un equipo de mucho talento ofensivo. ¿Por qué?
Fue una autocrítica del cuerpo técnico respecto al primer partido. Fuimos a las reglas generales del equipo. Prácticamente no defendimos zona. Vimos que Franca tenía mucho talento, pero que era frágil a la hora de correr porque es un equipo pesado. Había jugadores puntuales, como Charles Hinkle, David Jackson y Lucas Dias, que estaban más preocupados por el lado ofensivo que por el defensivo y los atacamos constantemente. Con ese planteo la lógica marcaba que el tanteador iba a ser mayor porque ellos tienen potencial para anotar, y nosotros aceleramos el ritmo para tirar más. Hay veces que sirve hacer un punto más que el rival y no intentar dejarlos en 70. Si nos poníamos esa meta, no íbamos a lograrla. Fue una mixtura de la elaboración de equipo y del talento individual de los jugadores, que salvaron determinados pasajes, no hay que dejar de destacarlo.
Eligieron también ir al poste con Frank Hassell y Ernesto Oglivie.
Una de las cosas que nosotros queremos generar en el equipo es el balance entre juego ofensivo de poste y juego perimetral. Cuando lo logramos somos más peligrosos. Fuimos encontrando variantes de generar desde el pick and roll, las cortinas indirectas o los posteos. Es algo que el equipo tiene incorporado. Podemos jugar desde adentro hacia afuera o viceversa. Hubo mucha inteligencia para pasarse el balón en situaciones de atrapes y generamos problemas con la mixtura.
Los porcentajes de tiro fueron excelentes, más allá de alguna genialidad individual; el equipo trabajó para tomar lanzamientos bien generados.
Embocamos 14 de 20 en triples en el último partido. Vimos el video y cinco fueron producto del talento individual, pero otros nueve, de buena generación colectiva para llegar a tomar buenos lanzamientos. Nos deja tranquilos que conseguimos buenas cosas con los sistemas y obviamente que cada basquetbolista dio el paso adelante en el momento justo. Las hazañas deportivas son así. Cuando vas a jugar al fútbol a Brasil, el golero tiene que sacarlas todas y cuando te queda alguna, mandarla a guardar. Acá teníamos que meter casi todo en las noches señaladas e hicimos dos partidos redondos. Vimos que estamos preparados para hacer este tipo de cosas.
La vivencia
Dirigiendo, ¿lográs disfrutar este tipo de partidos?
La concentración es máxima. Estoy constantemente mirando los detalles y atento a los ajustes del rival para dar soluciones a los jugadores. Se disfruta con el diario del lunes o cuando miro el video y veo que jugamos bien. En el momento, poco y nada. Estoy enfocado con el cuerpo técnico en hacer bien los cambios y pedir los minutos de tiempo. Se sufre, lo vivo con nerviosismo.
Después del primer partido, dijiste: “La Champions la tomamos para subir el nivel colectivo”. ¿Fue una declaración más allá del resultado?
Nos tocó la serie con Flamengo y Boca, jugar contra estos rivales te hace elevar el nivel. Se defiende diferente, las exigencias son mayores, jugás contra planteles con diez jugadores parejos en la rotación. Son competencias que te hacen dar pasos adelante. Esa fue la consigna, utilizar el torneo para mejorar, porque el principal objetivo es salir campeón de la Liga Uruguaya. Nosotros tenemos nueve partidos más que el resto gracias a la actividad internacional. Jugar de forma consecutiva es diferente, el ritmo, la forma de pitar de los jueces. Todo te da un plus.
¿Qué representa para vos seguir disfrutando el camino con Luciano Parodi?
Es el mejor jugador del básquetbol uruguayo. Entrena para esto. Todos los días mejora físicamente, la alimentación, la técnica individual. Es un esfuerzo que lo marca como profesional. Me pone muy contento por él que demuestre toda esa dedicación en estas instancias. Hay situaciones difíciles en la vida y Luciano logró eludir una piedra jodida dando un paso enorme. Habla muy bien de él y del equipo, que lo arropó constantemente. Tiene la categoría y el nivel que le veía cuando era niño y proyectaba que estábamos ante un animal como jugador.
¿Cómo es lograr algo tan grande con tu club?
Hace ocho años estuvimos en el mismo lugar. Ganábamos por 15 a falta de cinco minutos contra Bahía y perdimos. En ese momento me quedé llorando, pensando qué cruel era el básquetbol, que se nos fue la clasificación de las manos. Ahora volvimos a la misma situación y ganamos, con un gusto diferente, mucho mejor, porque eliminamos al campeón para entrar al Final Four. Me llamaron Mike Hicks y Jaime Lloreda para recordarlo, también lo hablé con Parodi, Alejandro Muro y varios dirigentes de aquella época que se mantienen. Son éxitos que nos hacen crecer a todos, abren puertas, permiten llegadas de extranjeros de calidad.
¿Qué representa este paso en tu carrera de entrenador?
Trato de no dejar nada librado al azar. Nosotros tenemos un método de trabajo del que no nos salimos más allá del resultado. Me pone contento, pero entiendo que esta situación fue favorable y quizás me toca una el día de mañana que no lo sea. Tengo 44 años, para esta carrera soy joven, viví muchas cosas lindas, no me puedo quejar de nada. Recuerdo que el camino fue largo, desde aprender de entrenadores cuando jugaba, a hacer el pasaje por todas las categorías de formativas para llegar a primera. Me equivoqué, traté de probar cosas. En el momento que sentí que podía tener una idea clara como entrenador, empezó la historia de dirigir mayores, que me apasiona. Tuve una experiencia en Paraguay y me gustaría abrir otros mercados para mí y para otros entrenadores uruguayos, que tal vez no tenemos tanto marketing, pero hay colegas de excelente nivel.
En un mismo día clasificó Hebraica y Nacional estuvo muy cerca, mientras la Liga Uruguaya estaba esperando un fallo sin saber cuándo se jugaba. ¿Cómo puede ser que equipos uruguayos lleguen tan lejos con una competencia interna desorganizada?
Lo hablé con un entrenador argentino. Me dijo que le damos mucho palo a nuestro torneo. Sé que hay temas de infraestructura y organización que deben mejorar. Quizás tenemos que mejorar la planificación y las fechas, pero en el medio está el fútbol, que nos puede cambiar una fijación si hay un equipo jugando Copa Libertadores o se necesita pantalla para un partido del torneo uruguayo. A veces no sabemos cuándo jugamos la semana siguiente. Este amigo me cambió la visión y me hizo valorar lo positivo, me dijo que tenemos buena competencia interna, por algo casi metemos dos equipos entre los cuatro mejores de América. Nosotros le pegamos, intentaré darle para adelante y no quejarme tanto.
¿Y ahora en el Final Four?
Estamos haciendo un paralelismo entre Quimsa y los equipos que vamos enfrentando en LUB. Motivamos desde ese lugar. Vamos contra el líder de la Liga Argentina. Trataremos de estudiar todo lo que se pueda. Ganamos un respeto diferente ahora que eliminamos a un candidato. Eso es positivo. Son días consecutivos, en caso de avanzar, nos serviría tener un día en el medio porque si pasa Flamengo del otro lado, que es lo lógico, iríamos contra un equipo físico totalmente. Haciendo un análisis, creemos que Flamengo es mucho más equipo que Franca. Estuvimos muy cerca de ganarle en Río de Janeiro en la serie. En Uruguay lo quebraron en el último cuarto y en Buenos Aires nos mataron. Será un desafío tener los recaudos necesarios en el torneo local para llegar bien al Final Four. Iremos con la confianza y la convicción de estar bien en la noche señalada.