En el histórico primer partido en selecciones absolutas de Uruguay y Costa de Marfil, el campeón africano derrotó a la celeste 2-1 en el amistoso de fecha FIFA desarrollado en la fría y lluviosa ciudad de Lens, al norte de Francia.

La derrota, la segunda en la carrera de Marcelo Bielsa dirigiendo a la selección uruguaya, puede ser tomada como una mala experiencia en cuanto a que se perdió, pero no fue un mal examen para esta selección, que tiene escasas posibilidades de preparación para la competencia. De hecho, este ante Costa de Marfil será el penúltimo partido antes del inicio de los celestes en la Copa América de Estados Unidos.

Los marfileños empezaron ganando en el primer tiempo con un gol en contra de Mathías Olivera, lo empató a los 30 del segundo tiempo un lindo gol de Federico Viñas, pero los campeones africanos volvieron a desnivelar pocos minutos después con un extraño golazo de Guela Doue.

Brian Rodríguez, de Uruguay, y Wilfried Singo, de Costa de Marfil, en el estadio Bollaert-Delelis de Lens.

Brian Rodríguez, de Uruguay, y Wilfried Singo, de Costa de Marfil, en el estadio Bollaert-Delelis de Lens.

Foto: Francois Lo Presti, AFP

La importancia y la validez de los ensayos

El primer tiempo terminó con ventaja mínima para los campeones de África, y seguramente la cátedra no haya quedado conforme con la demostración del equipo de Bielsa, sin embargo, siempre en el entendido de que en una contienda de fútbol siempre hay un antagonista, que por lo general es la mayor de las variables, fue una demostración interesante, en desventaja y hasta sin poder concretar acciones virtuosas. Es decir, a Uruguay no le salió ni la mitad de lo que intentó o proyectó como estrategia, pero tuvo una paciente actitud de intentar jugar. Hizo circular la pelota, puso muchísimo empeño y concentración en la presión permanente sobre la pelota e intentó decenas de toques en corto alternados con algún cruce largo, que no terminaron en nada porque casi siempre falló la antepenúltima jugada.

Desde que empezó el partido hasta antes de que se cumpliera el minuto, 44 segundos para ser más preciso, cuando Uruguay perdió la pelota, el equipo de Bielsa realizó una construcción de 16 toques que terminó casi en el punto penal y en una jugada que culminó sin peligro pero que pudo haber sido determinante.

Los cinco minutos siguientes fueron de una dinámica extraordinaria, con Costa de Marfil teniendo más la pelota y Uruguay buscando responder, pero en el minuto nueve una proyección por derecha de Singo terminó en un centro que, al intentar cortar, Olivera generó una caída con pifia y la pelota terminó en las redes. Fue el inesperado 1-0.

Recién después del primer cuarto de hora, Uruguay, con inconvenientes, empezó a recargar el juego en el campo contrario. El partido era parejo, de mucha intensidad y con acciones fuertes aunque sin violencia.

En un partido de entrenamiento tal vez no sea lo más importante la cantidad de ataques o de defensas, la forma en que se neutraliza o se desborda el coyuntural rival, y sí importa la forma y los contenidos posibles que intenta desarrollar un colectivo que no tiene más entrenamientos que estos encuentros cada unos meses. En ese sentido, es bueno ver cómo se intenta dar lugar a una matriz de juego aplomada con buena técnica, ordenada y con espontaneidad a la vez, además con un sistema colectivo que permite contener -o intentarlo- a los rivales.

Sin wines

Sabido es que a Bielsa le encantan y está convencido de que los punteros gambeteadores pueden ser determinantes. Casi nunca ha jugado el Uruguay de Bielsa sin wines, pero sin embargo en Lens, apareció para el segundo tiempo sin Facundo Pellistri ni Brian Rodríguez, los titulares por derecha e izquierda, y colocó a Agustín Canobbio, Rodrigo Bentancur y Giorgian de Arrascaeta -que sustituyó a Nico de la Cruz- armando un 4-2-3-1 que tuvo su rédito con un cuarto de hora de dominio absoluto de los nuestros, con el neohelvético Bentancur liderando el mediocampo -y también el equipo dado que Fede Valverde le dio la cinta de capitán-, con De Arrascaeta moviéndose libre en ataque y el propio Valverde posicionándose muy en la ofensiva.

Se jugó casi siempre en campo de los naranjas, se armaron buenas jugadas, pero no hubo finalizaciones. Tampoco de los marfileños, que desnudaron algunas conductas técnicas a mejorar de parte de la última línea uruguaya cuando se excede en la posesión de pelota y en pases cortos cuando todo se está prendiendo fuego.

El empate oriental llegó en la media hora del complemento cuando en una jugada liderada por De Arrascaeta, determinante en la faz creativa, que la jugó por izquierda para Canobbio, que puso el centro atrás para que Viñas, el joven delantero que ya hace años está en el fútbol mexicano, se posicionara y definiera con un impecable zurdazo cruzado.

Poco le duró a Uruguay el empate, porque al ratito en un córner y en una definición doblemente excepcional, por la calidad del remate y por lo poco habitual de la forma de golpeo, Doue reventó las redes de Santi Mele.

Durante casi todo el partido, en el que Uruguay estuvo largamente en desventaja, parecía que la selección de Bielsa no lo perdería, pero después del gol de Doue se desinfló esa sensación y ya ni una quedó.

Era un partido de preparación y así debe tomarse. Este equipo, jugando con los que falten, que pueden ser Sergio Rochet, Ronald Araújo, Maxi Araújo y Darwin Núñez, tiene suficiente capacidad y calidad como para seguir en la alta competencia. Estas pruebas sirvieron para posicionar muy cerca del plantel a Luciano Rodríguez, y tal vez también a Viñas y para pensar que Matías Fonseca tiene futuro en la selección.

También, por ausencia, queda la sensación de que Luis Suárez puede ser solución, aunque sea para veinte minutos. Ya se verá. Fueron diez días sin triunfos y con muchos ensayos que habrán dejado conclusiones.