Este sábado a las 22.00, en Paradise, Las Vegas, Uruguay-Brasil se enfrentarán por cuartos de final de la Copa América 2024. El torneo continental más antiguo del mundo los encuentra por primera vez en esta instancia, dado que se juega en grupos desde la edición de 1987 en Argentina, y de ahí en adelante nos habíamos cruzado en semifinales y finales, pero nunca en cuartos de final, tan lejos y tan cerca de la definición.

Durante el partido, que se jugará a las 18.00, hora local, en el estadio Allegiant (tras un acuerdo comercial lleva el nombre de una aerolínea estadounidense de bajo costo), habrá, gracias a la aclimatación artificial, un máximo de 23 grados adentro, pero, un centímetro más allá de las puertas de acceso al recinto conocido como La Estrella de la Muerte por su notable parecido con la estación espacial ficticia de Star Wars, la temperatura sobrepasará los 44 grados, como si se tratara del desarrollo del cuento de Roberto Fontanarrosa “El Área 18”.

El equipo uruguayo –hasta ahora en números y seguramente también en sensaciones, el mejor del campeonato– afrontará este tan trascendente encuentro casi seguramente repitiendo la mayoría de los nombres que han jugado hasta ahora, por lo que hay muchas posibilidades de que ingresen Sergio Rochet; Nahitan Nández, Ronald Araújo, Mathías Olivera y Matías Viña; Federico Valverde, Manuel Ugarte, Nicolás de la Cruz; Facundo Pellistri, Darwin Núñez y Maximiliano Araújo, aunque no sería improbable que aparecieran José María Giménez, Rodrigo Bentancur y hasta Giorgian de Arrascaeta.

En Brasil, que es dirigido por Dorival Júnior, no podrá estar el delantero de Real Madrid considerado uno de los mejores del mundo, Vini Jr, suspendido por haber recibido dos amarillas en la fase de grupos, y Savinho, Endrick, Martinelli o Evanilson son los candidatos a sustituirlo en un equipo que tiene muchas figuras de renombre mundial pero no ha logrado desarrollar buen fútbol.

El ganador de este partido se enfrentará en la semifinal con el ganador de Colombia-Panamá, que jugarán al rayo del sol en Glendale, Arizona, a las 15.00 de esa ciudad, es decir, a las 19.00 de nuestro país. El State Farm Stadium tiene techo retráctil y aire acondicionado, por lo que los 46 grados de temperatura que está previsto que se registren en el exterior no afectarán a los futbolistas.

La historia del fútbol

Desde el comienzo mismo de la historia de los enfrentamientos, Uruguay y Brasil siempre ha resultado parejo e intenso, tanto que su construcción histórica lo ha convertido en un clásico, desde los tiempos en que Uruguay mandaba en el fútbol mundial con su cenit precisamente en Brasil, en el Maracanazo en 1950, y también desde el momento en que fue Brasil el que se transformó en o melhor futebol do mundo, apenas unos años después.

Desde aquel primero en Buenos Aires, en el Sudamericano de 1916, hasta este último, vayan como vayan, salgan como salgan siempre hay algo místico en este encuentro-desencuentro entre el gigante del continente y el más chiquito de la Confederación Sudamericana de Fútbol.

No hay partido, instancia, definición o campeonato, ni siquiera olvidados amistosos, que no tengan una hilacha de la que tirar y encontrar una historia seria y a marcha camión, o de roda de samba, cerveija y novela das oito.

Está el triunfo en el primer Sudamericano en 1916, que en definitiva fue el que catapultó a Uruguay al título; la primera victoria de Brasil en el Sudamericano de 1919, el del partido más largo del mundo con 150 minutos; la semifinal de México 1970, cuando por esas cosas Brasil le empató a Uruguay antes de terminar el primer tiempo y después lo ganó; aparece Colacho Ramírez corriendo a Rivelino en un amistoso cuando el Plan Cóndor nos oprimía con sus dictaduras; está la final de la Copa América de 1995 con el bombazo de Pablo Bengoechea y el último penal del Manteca Martínez; el de Morumbí en 2007, con triunfo brasileño pero con la sensación de que algo había cambiado y que volveríamos a tener el sueño de ser campeones del mundo.

Son las luces del estadio

Para el común de los uruguayos, pero no para los brasileños que prefieren olvidarlo o que quede perdido en el olvido, cuando del fútbol se trata entre Uruguay y Brasil, la referencia es Maracaná.

Está muy bien ese recuerdo, pero los partidos entre uruguayos y brasileños han dejado muchísimas marcas de todo tipo, futbolísticas, sociales, culturales.

Es una historia que empieza a partir de Uruguay, porque cuando la celeste jugó por primera vez en Brasil en 1919, la selección oriental ya había jugado 34 partidos en Argentina de los 64 que habían enfrentado a las selecciones de ambos países del Plata hasta ese momento. La primera final del Sudamericano de 1919, ese partido que, escondido, dejó tantas marcas –la pérdida de la imbatibilidad celeste y la primera conquista brasileña, además de una pieza musical surgida de un partido con una fuerte construcción de lo brasileño–, era recién el quinto que jugaban Uruguay y Brasil entre sí.

Pasaron 79 encuentros oficiales desde aquel primero por el primer Sudamericano hasta el último en el Centenario con el triunfo del elenco de Marcelo Bielsa 2-0 por las Eliminatorias.

Lembranças

En todos parece haber pasado cosas para contar para siempre. En aquella segunda final del Sudamericano de 1919, en uno de los partidos oficiales más largos de la historia, en el que el genial músico brasileño Pixinguinha compuso “1x0”, en Maracaná, en el partido de México 70 y el engaño de Pelé a Mazurkiewicz, en la corrida de Colacho Ramírez a Rivelino, en la final del Mundialito, en la semifinal de Venezuela 2007 con el Maestro Tabárez paralizando su festejo cuando el penal del Canario García se dio de bruces contra el caño cuando ya casi estábamos en la final.

El 21 de noviembre de 2007, 88 años después de aquel partido en Río de Janeiro, en San Pablo, en un inexplicable partido, Brasil derrotó 2-1 a Uruguay por las Eliminatorias para Sudáfrica 2010, en la primera de las más recordadas exhibiciones de la selección de Tabárez. Uruguay jugó un gran partido y fue infinitamente superior a Brasil, que, sin embargo, ganó. Aquella noche surgía otra canción: “Algo que soñábamos de niños”, de Lucas Lessa, que refiere a volver a ser campeones del mundo.

Cuando Pixinguinha compuso “1x0”, los uruguayos, vestidos de celeste, perdían su primer partido en competiciones de la Confederación Sudamericana de Fútbol ante los brasileños, que alzaron la copa con su uniforme habitual: todo de blanco.

El color y el calor del fútbol

Aquel partidazo de Ignacio Nacho González, uno de los primeros de 2007, Lessa lo vio frente al televisor y veía a celestes y amarillos, porque Brasil había decidido cambiar la camiseta blanca que lo representó por casi medio siglo después del hongo atómico de Maracaná 1950.

Claro, porque capaz que no es tan público, pero Brasil juega vestido así porque, tras la victoria de Uruguay en Maracaná, nunca más quisieron volver a jugar de blanco. En 1953, el diario carioca Correio da Manhã lanzó un concurso para diseñar un nuevo uniforme para el equipo de fútbol de Brasil después de la derrota de Maracaná.

Los casi 2.000 kilómetros que separan Río de Janeiro de Jaguarão no fueron impedimento para que días después el joven yaguaretense Aldyr García Schlee, por entonces de 19 años y natural de la ciudad fronteriza brasileña que está frente a Río Branco, se presentara y ganara el concurso con una camiseta que tomaba los colores de la bandera de Brasil, haciendo foco en el amarillo, pero además acompañando el uniforme con verde, azul y blanco.

Aldyr, que el 16 de julio de 1950 era un quinceañero que estaba en Río Branco en una sesión de matiné en el cine, contaba que lloró mucho ese día, “pero de manera extraña, al ser brasileño pero apasionado por el fútbol uruguayo, quizás lloré de alegría, quizás de tristeza”.

Decenas de veces, de un lado y del otro, tratando de alcanzar la gloria, tratando de evitar la hecatombe, serios y grises, a las risas y con musicalidad en sus botines. Uruguay-Brasil, un encuentro con el fútbol.

Uruguay-Brasil, sábado a las 22.00. Transmiten DirecTV, cables de Montevideo y del interior, la señal de aire digital de TV Ciudad y AUF TV.