Nacional se consagró campeón uruguayo tras ganarle 1-0 a Peñarol en el alargue, con un gol convertido por Christian Ebere. El nigeriano, precisamente, fue destacado como el más valioso de la definición, y vaya si lo fue, fabricándose un gol por mérito propio, yendo a pelear con el zaguero de Peñarol y ganándole pelota y espacio para la definición certera.
Hasta la definición de Ebere, en Nacional se había destacado y mucho el colombiano Julián Millán, bastión de la defensa, sea por abajo o por arriba, y en muchas ocasiones el más prolijo para salir del fondo y armar la ofensiva de su equipo. Otro que hizo muy buen partido fue Christian Oliva, que volvió a su nivel y eso es un montón para el fútbol uruguayo.
Uno por uno
Luis Mejía (6): Firme, como acostumbra. Volvió a su nivel tras una pésima final de ida. La cancha estaba complicada y rápida, pero resolvió bien las pocas situaciones en las que lo pusieron a trabajar.
Emiliano Ancheta (5): Le costó el partido. Estuvo impreciso y no se proyectó al ataque como el equipo necesitaba; en la defensa se destacó algo más, aunque con poca prolijidad.
Sebastián Coates (6): Maximiliano Silvera le ganó una cuereada; después, poco a poco fue volviendo a su nivel, ganando más de las que perdió.
Julián Millán (7): Un titán. El mejor de la cancha, el más regular de Nacional en las finales e, incluso, en buena parte del año: salvo en contadas ocasiones, sacó todo lo que pasó cerca de él. Además, se soltó al ataque en varias ocasiones, cuando su equipo no podía salir del fondo. Lo cambiaron extenuado y lo aplaudió la cancha entera.
Diego Romero (5): Al igual que a Ancheta, le costó el partido. En el primer tiempo, sufrió cuando se combinaban por su sector. Estuvo implicado en la jugada polémica del partido, en la que Peñarol pidió penal sobre Leo Fernández, pero el árbitro y el VAR lo desestimaron.
Lucas Rodríguez (6): Venía con el hándicap del muy buen rendimiento en la primera final. No repitió, no fue el pacman del partido, más allá de que las corrió todas.
Christian Oliva (7): No fue el mejor del partido porque el colombiano Millán se comió la final. Fue el Oliva de sus mejores versiones, con un gran despliegue físico, mucho timing, presión permanente sobre la pelota en la defensa, mientras que cuando se doblegó al ataque, tuvo precisión en los pases y algún tímido remate.
Luciano Boggio (6): Con un poco más de puntería y tranquilidad, pudo meter el primer gol del partido cuando la finalísima recién se armaba. Otro incansable, de gran despliegue y desdoble, que salió fundido, aunque quería seguir corriendo.
Nicolás López (5): Era la final de las finales y el técnico decidió meterlo desde el vamos, al revés de lo que hizo en el Campeón del Siglo. Le faltaron ideas y buenos tiros; si jugó todo el partido fue porque su presencia inquieta a los defensores y, por calidad, puede definir en cualquier momento.
Maximiliano Gómez (6): Si estaba bien, era titular cantado. En el arranque se lo vio participativo y generó buenas chances cerca del arco de Peñarol. Después se fue apagando en la ofensiva, aunque colaboró en la marca volcándose hasta la mitad de la cancha.
Gonzalo Carneiro (6): Menos decisivo que en la final de ida, pero importante igual. Pudo convertir, pero se la atajó el chileno Cortés. Con el paso de los minutos y la cancha pesada por la lluvia, fue mermando su rendimiento físico.
Ingresaron
Nicolás Rodríguez (5): El Ojito entró a dar soluciones en los laterales; primero en el izquierdo por Romero, después a su sector derecho. Tuvo algún buen centro al área.
Juan Cruz de los Santos (5): Le faltaron minutos para demostrar más. Se proyectó al ataque cuando el partido estaba desprolijo y con bandera abierta en la mitad de la cancha. Sin embargo, lo mejor que hizo fue sacar una que parecía gol.
Christian Ebere (7): Clave, porque siempre es clave meter el gol que vale un título. El nigeriano ha remado los últimos tiempos de su vida futbolística por tratar de demostrar en Nacional, no en otro lado. Y lo logró, primero con una gran final de ida, después porque se fabricó el gol del título. Cuando lo premiaron como el mejor de la final, recibió el trofeo con la hija de Juan Izquierdo en brazos y fue una emoción gigante en la cancha.
Juan Patiño (-): Entró a remar en el lateral izquierdo cuando sus compañeros estaban fundidos. No tuvo un buen año, pero cumplió con lo mandatado en el partido más importante de la temporada.
Nicolás Lodeiro (-): Pocos minutos, pero con bastante trajinar. Nacional tenía que cerrarse después del gol y ahí se replegó.
Matías de los Santos (-): Le tocó entrar por la lesión del colombiano Millán, que sólo por eso podía salir. Jugó dos minutos.