Con un triunfazo resonante 3-2 ante Brasil en el cierre del grupo C, la selección uruguaya de fútbol de salón cerró de manera espectacular la fase inicial del Sudamericano, que se está llevando a cabo en Colombia, en la altura de la ciudad de Sopó, Cundinamarca, a 2.500 metros sobre el nivel del mar, a 40 kilómetros de Bogotá.
El Sudamericano, que se ha vuelto a jugar después de 11 años dado que en este ciclo se privilegió la competición panamericana, es una muestra de resistencia del deporte colectivo y masivo inventado por los jóvenes uruguayos de 1930, que en el cenit del balompié celeste –ese año se cerraba con gloria un ciclo único de títulos mundiales en Colombes, Ámsterdam y Montevideo– querían jugar al fútbol en el crudo invierno del Cono Sur dentro de los límites de un gimnasio, en ese entonces de la Asociación Cristiana de Jóvenes, donde hoy está el club Juventus, en la esquina de Río Negro y Colonia.
Fue ahí que el profesor Juan Carlos Ceriani pintó arcos en las paredes y transformó el gimnasio, mezclando el espíritu único del fútbol con normas y tácticas de otros juegos: cinco jugadores en cada equipo, rotación de los jugadores, 40 minutos de duración por juego, que tomó del básquetbol, la prohibición al golero de salir del área lo sacó del waterpolo; procuró que la cancha fuera lo más amplia posible dentro de un gimnasio, y la pelota la hizo copiando el relleno de trapo y arena para que casi no picara.
El fútbol de salón, el indoor football según la definición del profesor Ceriani, ganó a los botijas de entonces y también a docentes que, por ejemplo, llevaron el juego a Brasil, Argentina y Paraguay, y empezaron a ser cientos y miles los cultores del fútbol de salón.
Después de que el fútbol de salón ganara un lugar importante en el mundo, la FIFA quiso regir su vida quedándose con un producto comercial muy apetecible, y como no lo consiguió desarrolló una copia con cuatro o cinco diferencias mínimas, y las estandarizó en todas sus sucursales. Un robo a pelota alzada.
El fútbol de salón resistió en muchos países, y así fue como desde 1989 a la fecha coexisten eventos mundiales y continentales del verdadero fútbol de salón, el que inventó don Ceriani en Montevideo, en Colonia y Río Negro; ahora, por ejemplo, se está jugando a nivel sudamericano en Colombia.
Lo malo de la perfección
La excelente fase de grupos de la selección celeste, del floridense Pablo de Palleja, culminó con un rotundo primer puesto en el grupo C, con tres victorias: 16-3 en el debut ante Ecuador, 5-1 en el interzonal con Chile, y 3-2 frente a la poderosa selección brasileña, pero, por una cuestión de diferencia de goles, los 6 puntos de Uruguay –en el verdadero fútbol de salón se sigue otorgando dos puntos al ganador y uno al empate– le sirvieron para quedar con puntaje perfecto, pero en el tercer lugar de orden de prelación, para armar los partidos de cuartos de final.
Los ocho clasificados se ordenaron de acuerdo a puntos y goles a favor, y Colombia, Paraguay y Uruguay ganaron sus grupos con puntaje perfecto, pero Colombia con +31 fue primero, Paraguay +19 segundo, y Uruguay +18 tercero, de manera que deberá enfrentar este jueves a las 22.00 al sexto clasificado, que terminó siendo Brasil, por lo que se repetirá el partido, pero esta vez buscando un lugar entre los primeros cuatro. Las llaves quedaron así: Colombia (1)-Chile (8); Paraguay (2)-Perú (7); Uruguay (3)-Brasil (6), y Argentina (4)-Venezuela (5). El partido de Uruguay se puede ver a través de Youtube y del Facebook de la Federación Colombiana de Fútbol de Salón.