La eliminación de Uruguay nos tomó por sorpresa y con la guardia baja. Justo en el mejor momento de la historia de la categoría sub 20, cuando por primera vez, dos años atrás, la celeste se había consagrado como la mejor del mundo, sucedió que, impensada e inesperadamente, a falta de una fecha para el final del campeonato, el equipo dirigido por Fabián Coito se quedó sin posibilidad de acceder al próximo mundial de Chile que se jugará entre finales de setiembre y principios de octubre. Así cortó una racha de ocho mundiales consecutivos en los que la celeste había estado presente y con buenas gestiones, a tal punto que en el último de ellos había sido por primera vez campeón. En 2013 perdió el título por penales ante la Francia de Pogba, y en 2017, cuando había ganado el Sudamericano, no llegó a la final porque le empataron en la hora y después perdió en los penales.

Fue todo cuesta abajo como en el legendario tango de Carlos Gardel: “Ahora, cuesta abajo en mi rodada, las ilusiones pasadas, yo no las puedo arrancar. Sueño con el pasado que añoro, el tiempo viejo que lloro y que nunca volverá”.

Desde que Óscar Washington Tabárez presentó y ejecutó su proyecto “Institucionalización de los procesos de las selecciones nacionales y de la formación de sus futbolistas”, la selección sub 20 nunca faltó a un Mundial. Incluso ya sin Tabárez al mando, y con una organización distinta y otro tipo de articulaciones y desarticulaciones, la celeste llegó con Marcelo Broli y Diego Pérez al máximo título de las categorías juveniles, después de haber hecho además un inmenso campeonato sudamericano donde sólo se le escapó el título y el invicto a falta de pocos minutos para que terminara el campeonato.

Si arrastré por este mundo, la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser

¿Qué fue entonces lo que aconteció para que de manera abrupta e impensada esta representación uruguaya de futbolistas nacidos desde el 1º de enero de 2005, que en sus prestaciones anteriores de preparación estaba en la media de lo que ha sido la representación de la selección sub 20, sucumbiera de esa manera?

Porque no sólo se trata de no haber conseguido el objetivo de lograr uno de los cupos clasificatorios para el Mundial de Chile, tan cercano además para los uruguayos que en 2023 consumaron una epopeya en los partidos finales en el estadio Diego Armando Maradona de La Plata acompañando a los jóvenes que serían campeones del mundo. Se trata de haber caído en un sopor deportivo mucho antes de asumir la frustración, pasando de partidos iniciales de grandes presentaciones que la llevaron a ser primera en el grupo aún a falta de un partido para que se cumpliera la fase inicial, a una caída libre que terminó con la tempranísima eliminación, sin siquiera poder estirar la esperanza hasta este último partido, que se jugará por nada y para estirar la frustración y el sufrimiento, el domingo a las 17.00 en Puerto La Cruz, en el estadio José Antonio Anzoátegui.

Para ir buscando algunos insumos que puedan aportar a la discusión acerca de por qué se falló de esa manera, lo primero que hay que señalar es que esta generación es distinta a la sub 20 que pasó y alcanzó lo máximo, a la que con el propio Fabián Coito se quedó en la puerta de la final en 2017, o a la que buscará lo máximo en el Sudamericano del 2027 cuando, como en cada verano cada dos años, nos aprontemos para soñar con los gurises. Ya de salida son incomparables porque son otros y, entonces, más allá del fenómeno demográfico que permita juntar en una selección a varones uruguayos de hasta 20 años con gran capacidad o enorme proyección de futuro, más allá de las virtudes y los aciertos del cuerpo técnico que apostará por una determinada idea de hacerlos jugar y elegir quiénes y cómo juegan, hay que analizarlo dentro de todas las variables que ofrece una competencia deportiva como esta. Con jóvenes que juegan cada 48 o 72 horas con altas temperaturas y que se afianzan o defeccionan como colectivos en la interacción con otros pares, que en la cancha y tal vez en su vida futbolística son iguales, pero que tal vez pasan como equipo por otro momento anímico, técnico o físico.

Caída libre

¿Qué fue lo que le pasó a esta selección que jugó bien y muy bien en los primeros partidos, que tuvo herramientas de ataque como para golear y aplastar a este mismo Paraguay que el jueves nos eliminó, o para buscar un partido que había que ganar como en el inicio ante Chile, o manejar anticipadamente los tiempos de la clasificación venciendo a Perú, para después entrar en ese espiral decadente y frustrante de apenas haber conseguido un punto en los últimos cinco partidos que jugó? Todo esto, además, cuando en cada partido que pasaba quedaba más exigido y más lejos de los objetivos. Uruguay perdió el último partido de la serie, que lo jugó con un equipo absolutamente alternativo ante Venezuela, pero después, en el arranque del hexagonal final, cuando la afición y los especialistas pensaban que el equipo daría batalla por el título y que era prácticamente imposible que se quedara sin Mundial, cayó ante Brasil 1-0, frente a Argentina 4-3, consiguió un empate derrumbándose en el segundo tiempo ante Chile, y perdió feo, mal y con un gol insólito frente a Paraguay, quedando ya fuera de toda posibilidad.

Qué fue lo que pasó no lo sabemos; seguro hay muchos matices técnicos, de juego y fundamentalmente emocionales. Este equipo cayó en un sopor depresivo igual que en enero de 2024 le pasó a la sub 23 de Marcelo Bielsa en el Preolímpico, también en Venezuela, y seguramente no se puede decir que Coito y Bielsa organizan y proponen un mismo tipo de juego.

Evidentemente, debe haber mucho en lo organizacional y en el tiempo de trabajo que precisan los jóvenes. Coito, a diferencia de cualquiera de los técnicos anteriores, llegó de nuevo a las selecciones juveniles a mitad de año. Como sea, habrá que seguir analizando y proyectando para futuros desarrollos del fútbol juvenil uruguayo.

Los futuros campeones

Este domingo se define el título del campeonato Sudamericano 2025 y sólo Argentina o Brasil pueden quedarse con la copa después de que el jueves empataran 1-1. En Puerto la Cruz, a primera hora, Uruguay enfrentará a Colombia –a los colombianos les interesará terminar terceros– mientras que después Argentina enfrentará a Paraguay y cerrará Brasil con Chile. Argentinos y brasileños tienen diez puntos, por lo que si consiguen resultados iguales, empezará a valer la diferencia de goles que tienen por ahora, liderando a los brasileños con +4, mientras que los albicelestes tienen +3.