Peñarol recibió a Boston River en su estadio, el Campeón del Siglo. Por la sanción que le aplicó la Asociación Uruguaya de Fútbol, el público carbonero no pudo concurrir y aquello marcó el ritmo del partido así como lo marca también con la presencia. El partido entre manyas y sastres correspondió a la tercera fecha del Torneo Apertura.

El aurinegro debutó ganando de visitante frente a Progreso en el Centenario y empató 1-1 en el clásico en el Parque Central. El sastre llegó al Campeón del Siglo con una derrota y un empate, frente a Defensor Sporting y Montevideo City Torque respectivamente. De alguna manera, el equipo que dirige Jadson Viera busca parecerse al del año pasado. Peñarol, por su parte, busca reivindicarse por la escasa gloria clásica de los últimos tiempos, y en tren de hacer valer los gastos y los movimientos del último período de pases.

Fue un partido deslucido sin gente en las tribunas. Un símil pandemia que se sintió en los cuerpos. Boston River quiso tener el dominio, Peñarol jugó a otra velocidad, pero no pudo concretar las situaciones de gol. Fue un partido errático en el que las figuras se opacaron con el calor y el vacío del cemento.

La primera llegada peligrosa fue del equipo visitante, con un remate frontal de Valentín Adamo, el primero en probar el arco, pero en el arco está Martín Campaña, que sabe que sólo con la carpeta no alcanza. Minutos después fue Baltasar Barcia el que intentó de lejos.

Peñarol de a poco pareció despertar. Parece estar esperando por momentos la inspiración de Leo Fernández, pero a veces ese brillo viene por otro lado. Por ejemplo, con Jaime Báez por la banda izquierda buscando en dos oportunidades al Rey David Terans. En la primera, recibió en la medialuna y remató ancho. Minutos después la misma fórmula, Báez por la izquierda, esta vez colocando una gran habilitación para que Terans, con el revés del botín, se perdiera la apertura del score.

Fue recién en el segundo tiempo y desde el banco de los suplentes que Peñarol le encontró la vuelta al partido. Aguirre mandó a la cancha a Javier Cabrera en lugar de un Eric Remedi activo pero no entero, y el propio Cabrera se encargó, tres minutos después, de abrir el marcador.

Sin embargo, duró poco la alegría de los manyas. Porque Boston River, que no había estado del todo claro, encontró el empate en los pies de Adamo tras un fortuito rebote.

El partido volvió a hundirse en el barro imaginario. Fue alta timidez y flor de disputa el mediocampo. Boston River, sin embargo, tuvo con Barcia otra chance, amagó en el área cuando nadie lo esperaba, la propia definición del amague, pero terminó por abrir demasiado el pie.

Leo Fernández siempre quiso. Quizás esa haya sido su máxima virtud. En un córner de zurda, fue Leonardo Coelho el que la tiró demasiado alta. Boston River supo enfriar el partido cuando tuvo que hacerlo y encontró aire en los relevos. A Peñarol le pasó algo parecido, la insistencia de Fernández, más el aire de Lucas Hernández, Alexander Machado y Felipe Avenatti, que entraron desde el banco. Al último, al lungo delantero que ahora porta la camiseta número nueve, el arquero Bruno Antúnez le quitó el grito de gol de la boca.

A los 90 minutos pidieron penal en el área de Boston River. El arquero pareció llevarse puesto al delantero ex Miramar Alexander Machado, pero el árbitro Andrés Matonte desistió de cobrarlo. Hubiera sido una revancha para el Zurdo Fernández, que buscó parecerse a su mejor versión todo el partido. Probó con su especialidad, de tiro libre, cuando el partido ya estaba en el ocaso.