Con un tiempo para cada uno -más marcado para la viola en la primera parte- Danubio y Defensor empataron 1-1 en el María Mincheff sin que ninguno de los dos pudiese salir conforme con el resultado mirando la tabla de posiciones del Apertura, pero sin sensación de frustración o disgusto, porque, al fin y al cabo, el campeonato es lo que vale, pero la libretita de los clásicos anotados también, y al final el empate neutraliza otros disgustos y cargadas, y hasta de alguna manera mantiene a flote a los cuerpos técnicos.
Los goles fueron de Matías Abaldo en la primera parte para Defensor, mientras que Danubio salió de los vestuarios para el segundo tiempo casi con el gol del empate en la pierna derecha del argentino Enrique Femia, que antes de llegar a los 2 minutos ya había puesto el 1-1 con que se cerró el marcador.
La clásica cuestión
La teoría de que si un partido es verdaderamente un clásico no debería tener poca gente en las tribunas es, por lo pronto, discutible, porque un juego que fijan a las 14.00 de un día laboral no necesariamente puede tener un reflejo popular en las gradas.
Al fin y al cabo, estaban los y las que podían estar, dándole aliento y color a un partido especial que definitivamente es clásico porque así lo definen los deportistas y los seguidores de ambos clubes, que desde hace unas décadas encuentran en este partido uno de los más importantes del año.
No importa si antes era clásico o no, de hecho lo era, importa que desde hace muchos años a esta parte entre sus seguidores se lo reconoce así, y ya debe haber cuarentones hinchas de uno o de otro que lo han vivido siempre como un clásico. Entonces ya lo es, porque sus hijas e hijos tendrán testimonios directos y emocionales que avalen ese sello, y porque ambos clubes tienen reservas de vida suficientes como para pensar que seguirán en campo por muchos años más.
Seguramente hasta después del primer título de Defensor en 1976 y hasta después de los primeros éxitos danubianos en la década del 80, y hasta su primer uruguayo en 1988, a nadie se le ocurría definirlo como el clásico, pero ya está, ya lo es, ya lo será.
Tono violeta
Empezó lindísimo porque hubo un ida y vuelta mirando hacia los arcos contrarios, con el interminable y admirable Sebastián Papelito Fernández generando acciones de real peligro en el área violeta.
También Defensor se volcó sobre el arco de Mauro Goicoechea con José Pepe Álvarez por izquierda haciendo un zurcido invisible entre las líneas y poniendo la pelota con extremo peligro hacia atrás.
Cuando Defensor se había adueñado del campo contrario con Walter Montoya como futbolista determinante, el chaqueño filtró una pelota excelente para Maximiliano Gómez, que se cruzó en el área y definió muy bien, pero Goicoechea hizo una atajada estupenda para evitar el gol, aunque no pudo hacerlo con Matías Abaldo, que entrando de atrás tomó el rebote y mandó la pelota a las redes. A los 27 minutos fue el gol de Defensor, el primer tanto del campeón mundial sub 20 en su vuelta al Campeonato Uruguayo.
Después del gol, el equipo que dirige Álvaro Navarro tuvo minutos de excelencia con ataques de extremo peligro bien concebidos y manejados casi todos por Montoya, que sin embargo tuvo el segundo a centímetros de la línea de gol al tomar un rebote de otra gran atajada de Goicoechea, pero el argentino se la quiso picar y la pelota quedó nuevamente en manos del arquero danubiano.
En blanco y negro
También fue clara la sensación de que Defensor estaba desperdiciando y no capitalizando como se debe un momento tan pleno de superioridad, cosa que los y las habitués al fútbol saben que puede generar frustraciones a futuro, porque te empatan y chau.
El elenco de Punta Carretas pudo, y tal vez debió, haber vuelto a marcar en el primer tiempo para irse a los vestuarios con una diferencia acorde a lo que había sido la primera parte, pero no lo hizo, y como esto es fútbol, a los dos minutos del complemento llegó el empate danubiano con un guascazo de Femia que se incrustó en el ángulo superior izquierdo del coloniense Kevin Dawson.
Tuvo el empate danubiano la asistencia de Seba Fernández, omnipresente en los ataques del local.
En el arranque del segundo tiempo se sucedieron ataque locales en los que se pudo vislumbrar otro gol franjeado, y después vino una meseta en donde claramente se apagó Defensor, algo que quizás estuvo vinculado a un menor despliegue físico de Montoya, que a pesar de ser un joven treintañero, no tiene reservas para jugar mucho tiempo a pleno, que es cuando el futbolista, que surgió en Rosario Central y pasó por Sevilla, Racing de Avellaneda, Gremio y Cruz Azul, entre otros, genera notorias diferencias con sus rivales jugando y haciendo jugar.
Cuando el mapa del partido no revelaba hacia dónde podría ir, cuando nadie jugaba tanto como para pensar que terminaría ganando uno de los dos, hubo algunas jugadas que pudieron haber cambiado el marcador -principalmente para Danubio, que a través del floridense Juan Millán estrelló un cabezazo en el travesaño-, pero al final sellaron el 1-1, que parece que no sirve para la coyuntura del campeonato para que Danubio deje los empates, para que Defensor corte la ausencia de victorias que ha tenido después de la cuarta fecha, pero que sin embargo lo mantiene en la línea de flotación por no perder un clásico.