Falleció a los 80 años. Marcó una época y un estilo del arquero argentino que se replica hasta hoy. Mantiene dos récords y patentó “la de Dios”, una atajada que hoy forma parte de la técnica habitual de los arqueros del mundo. Participó en un duelo eterno con Ubaldo Fillol y, entre otros hitos, fue una de las primeras víctimas históricas de Diego Armando Maradona en una cancha de fútbol.

Hugo Orlando Gatti, más conocido como el Loco Gatti, murió el domingo a los 80 años tras dos meses de internación en el hospital Pirovano de Buenos Aires con un cuadro respiratorio agudo. Fue uno de los arqueros más importantes de la historia de Boca Juniors, pero fue además un símbolo del puesto y un ícono del fútbol argentino. Con la camiseta azul y oro conquistó la primera Conmebol Libertadores de la historia del club en 1977, obtuvo el mismo galardón en el 78, pero en el 77 además ganó la Copa Intercontinental. Disputó más de 500 partidos con el xeneize, con el que además gritó campeón dos veces en 1976 y una en 1981 con Diego Armando Maradona. Fueron 12 temporadas en el club de la ribera.

Con la selección argentina jugó tan sólo 14 encuentros entre 1966 y 1977. Integró el seleccionado que disputó la Copa del Mundo de 1966 ganada por el anfitrión, Inglaterra. Argentina en ese caso alcanzó los cuartos de final. Se quedó afuera del mundial del 78 que ganaría la albiceleste por una lesión en la rodilla. Sin embargo, es reconocido en el fútbol argentino, primero, por su personalidad y, luego, por los números que arroja su destacada carrera.

Por un lado, mantiene el récord de partidos disputados en la primera división con 765 encuentros durante 26 años de carrera profesional desde su debut en Atlanta en 1962 hasta su retiro en Boca en 1988, habiendo pasado por River Plate, Gimnasia y Esgrima La Plata y Unión de Santa Fe. Si se suman los partidos por copas internacionales y en el arco de la selección, la cifra se estira a 832.

Pero además el Loco Gatti es el arquero que más penales atajó en la historia, con un total de 26, cifra igualada con Ubaldo Matildo Fillol. Fillol fue su eterno rival, pero también alguien con quien durante compartió años, respeto y admiración. Fillol fue el arquero de River y Gatti el de Boca entre los 70 y los 80, pero además pelearon por el puesto para el arco del Mundial del 78.

Finalmente, Gatti se quedaría afuera por una lesión, aunque aquello fue marco de dudas por la rivalidad y la importancia del puesto. “La única diferencia entre Fillol y yo fue que yo jugaba al fútbol y él atajaba. Yo fui mejor, sin lugar a dudas. Bajo los palos fue el mejor arquero argentino, pero yo interpreto que el arquero es un jugador más que tiene la ventaja de poder usar las manos. Yo evitaba tirarme, me adelantaba siempre”, diría Gatti, quien patentó “la de Dios”, una atajada que implica apoyar una rodilla en el suelo y abrir los brazos como en un acto de rezo.

“Si no fuese por el fútbol sería un borrachito de pueblo”, diría Hugo Gatti en la biografía Yo, el único, publicada en octubre de 1977 por Osvaldo Pepe. Aquella frase, sin embargo, no marcó su carrera extendida en el tiempo e identificada con su deportividad y su personalidad. Sin embargo, en la misma biografía, y a esta altura en el relato oral, tanto la cantidad de partidos como su vínculo con Fillol, así como la historia de la petaca en el partido ante la URSS con la selección argentina, son algunos de los hitos de una historia histriónica, única, que marcó una de las identidades del arquero argentino, que hoy se replica en las excentricidades de Emiliano Martínez, y en otro tiempo las performances del Mono Burgos.

En aquel memorable partido con triunfo de Argentina de César Luis Menotti 1-0 ante la URSS jugado en Kiev bajo la nieve, Gatti atajó con una petaca de whisky arrimada al palo. Con gol de Mario Kempes y una actuación memorable del Loco vestido de calzas de lana y gorrito, Argentina y el Loco, más allá de los récords, y pese a los mundiales que no fueron, se estrecharon en un abrazo para siempre. Cuatro días después, el equipo dirigido por Menotti le ganó a Polonia en Chorzow 2-1 el 24 de marzo de 1976, el día del golpe militar en Argentina.

En el ocaso de los años 80 se disputó el famoso 5-3 de Argentinos Juniors sobre Boca en la cancha de Vélez. En la previa, el Loco Gatti, había hablado de Maradona, el crack de Argentinos Juniors, del que en realidad hablaba todo el mundo. Gatti, fiel a su estilo, señaló: “¿Sabés lo que me preocupa? Su físico. Tengo la sensación de que en pocos años más no va a lograr contener su tendencia a ser un gordito”. Maradona esa tarde le hizo cuatro goles y declaró, sin todavía haber cambiado la voz: “Espero que se hayan divertido”.

Fue el 9 de noviembre de 1980. El entrenador de Argentinos Juniors, Miguel Ángel López, que había hecho debutar a Diego, contó que antes del partido el joven Maradona le dijo: “Le voy a hacer cuatro goles, Miguel”. Luego del partido, Gatti aclaró: “En ningún momento dije que era un gordito. Simplemente opiné que tenía que cuidar su físico. Es el mejor jugador del país”. Tres meses después, Maradona pasó a Boca, fue compañero de Gatti y conquistaron lo que sería el único título en la historia del 10 en el fútbol argentino.