Liverpool tuvo muchísimas dificultades al recibir a River Plate en el primer partido en que el equipo albirrojo era dirigido por Julio César Ribas. River preparó el partido apuntando a lo mejor del juego negriazul, le puso mucha concentración y tenacidad, sobre todo en la primera parte. En el segundo tiempo, aun con un futbolista más por la expulsión del zaguero central de los locales Nicolás Cabral, no tuvo el empuje y la audacia como para intentar ganarlo, cosa que sí hizo el negriazul a partir del excelente partido, y campeonato, de Martín Rabuñal.

Todo el tiempo Liverpool quiso ganar el partido. River Plate seguro que también, pero su planteo y el despliegue estratégico no lo dejaban plenamente establecido sobre el verdor del césped de Belvedere. No le dio esta vez el grado de acierto para resolver las situaciones que generó, fundamentalmente, cuando la pelota estuvo en el área. Esta vez los argentinos Nicolás Vallejo y Ezequiel Forclaz estuvieron entreverados cuando estuvieron en cancha, con el manejo de jugadas que podían ser peligrosas. A Abel Hernández sólo le quedaron dos, y no siempre se puede optimizar tanto la definición.

A pesar de que Liverpool sabía de la importancia de ganar y seguir con cuatro puntos arriba, cuando no se puede ganar, no hay que perder. Eso hizo el equipo de Joaquín Papa, que ahora lleva dos puntos de ventaja sobre Juventud de Las Piedras, hasta este lunes que juegan Defensor con Wanderers, su único escolta.

Demasiada presión

Le costó muchísimo al Liverpool el primer tiempo. Ya de arranque, en el cuarto inicial, River Plate mostró que iba a incomodar el juego de los locales quitándoles absoluto protagonismo y poniendo atención y una gran capacidad de empeño para limitar por completo el juego de los negriazules.

Era previsible que ello fuera así por la conjunción de variables que confluyen a las 14.30 en la cancha: un equipo que estaba obligado a mantener la punta y, fundamentalmente, la ventaja para entrar al final de campeonato con unos puntitos de crédito abajo del colchón, ante un rival que tempranamente vive la angustia de correr por su vida en la A y a donde llegaba un entrenador exitoso con un método y un sistema peculiares.

Después de los 15 minutos, pero sin poder desarrollar el juego que ha puesto a Liverpool en la punta del torneo, los de Belvedere pudieron atravesar el campo contrario e intentar en algunas instancias llegar al área darsenera.

Llegó una con peligro de River Plate, a través del artiguense Lautaro Pertusatti por el carril derecho, pero la cortó bien el salteño Sebastián Lentinelly, y del otro lado se empezaron a multiplicar las acciones que promovían gritos desde la tupida tribuna local porque Abel Hernández estuvo por lo menos dos veces cerca de vencer al golero riverplatense Fabricio Correa.

Más cerca de la media hora se dieron algunas situaciones que permitieron esperar que el peligro empezara a campear en ambas áreas. Aun así, el equipo de Papa no pudo despegar hasta el final de la primera parte.

Aterrizaje forzoso

En la segunda parte, Liverpool empezó a carretear para tomar vuelo, pero, cuando el partido parecía perfilarse para una mejor resolución de parte de los locales, hubo una situación que cambió por completo el juego, ya que, en un contragolpe riverplatense, Faustino Barone arrancó rumbo al área contraria y, al borde mismo de la línea que demarca el área penal, sufrió una falta detectada por el VAR por parte de Cabral, que finalmente fue asumida por el cuerpo arbitral como una jugada que abortaba una situación manifiesta de gol y por eso vio la roja directa. El equipo local quedó con diez futbolistas durante un espacio de media hora.

Ribas estableció rápidamente cambios para tratar de cargar sobre el arco negriazul, pero Papa recompuso a su equipo, lo que permitió que tuviese llegadas peligrosas interrumpidas por la gran gestión del arquero Correa, de gestión impecable.

Ambos hicieron cambios para acomodarse al partido. Liverpool buscó sin pausa y sin prisa el gol que le diera un nuevo triunfo, pero no lo consiguió. El único invicto del campeonato y líder absoluto dejó dos puntos pero no la punta, y eso siempre es muy importante.

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