Sebastián Ottonello fue campeón con el club del que es hincha, él y todo su entorno. Dice que no tuvo opción para amar otros colores. Fueron esos y no había vuelta. El chiquito de la familia, que mide casi dos metros y es padre de dos hijas, fue campeón de la Liga Uruguaya y de la Liga Sudamericana con el cuadro de su vida. Además de jugar al básquetbol, es coaching deportivo y hace un tiempo lanzó el podcast Lo elemental en el que charla con deportistas de élite sobre salud mental, los nervios y las presiones de la alta competencia.

Ottonello disfruta el momento, sabiendo que es efímero y que en breve comenzarán nuevos desafíos. Sigue en la rosca de los festejos, las entrevistas, las comidas y los momentos junto con sus compañeros, que quedarán guardados para siempre.

Iban 3-1 abajo, eran el mejor equipo en la fase regular, ganaron la Liga Sudamericana, pero estaban a nada de que se les escapara el título. ¿Cómo fueron esos días?

Creo que fue un punto de inflexión la práctica siguiente a cuando perdemos el punto, cuando se ponen ellos 3-1, que nos ganan bien sobre el final. Bajamos un poco a tierra, pusimos un freno de manos y dijimos “muchachos, ¿qué está pasando?”. Creo que los ajustes que más hicimos fueron en la defensa, como fue todo el año. Volvimos a acordarnos de que lo que nos trajo hasta acá fue la defensa, no el ataque. Cuando nos pusimos 3-2 nos empezamos a convencer, y sabíamos que si empatábamos la serie, si ganábamos ese viernes, el domingo era nuestro el partido. Lo sentíamos. Cuando ganamos el viernes, dijimos “los tenemos contra las cuerdas”.

En ese momento se hablaba de los “jugadores de finales”, que Aguada los tenía y ustedes no. ¿Sentían eso?

Era un poco cuestión de que alguno de nosotros diera un paso adelante. Fue el caso del Pato [Patricio Prieto], que no es noticia las finales que jugó. Entonces, cierto, hasta ahora no tenemos jugadores que hayan jugado, no sé, cinco finales, siete finales, como tenían ellos, pero estaba en nosotros empezar a ser esa clase de jugadores. Por algo se empieza, ¿no? Ya éramos todos campeones, campeones americanos, pero queríamos ser campeones de la Liga Uruguaya, que es un poco el sueño de todo hincha de Nacional, de toda la institución, de lo que se habla cuando llegás al club, ganar la Liga.

Y ahora que ya está, que pasó el momento, que levantaron la copa, que tenés la medalla, ¿qué es ser campeón?

Ser campeón es no parar de recordarlo. Ser campeón es justamente para lo que te preparás, te diría yo, desde que empezás a jugar. Porque uno cuando juega en un deporte colectivo como es el básquet, no sueña con hacer 20 puntos, un triple. Podés imaginarlo, pero soñás con ser campeón. Entonces, cuando sos campeón, te das cuenta de que realmente a nivel deportivo no existe nada más que eso, es lo mejor.

Cumplir el objetivo es todo esto que vos decís, pero en el deporte a veces es todo muy efímero porque rápidamente ya te tenés que preparar para la siguiente temporada o renovar contrato, o que venga otro equipo y te contrate. ¿Lo sentís tan así?

Sí, de a poquito ya empezás a proyectarte y Nacional se proyecta ser bicampeón de Liga y a ir por la Champions, que suena, por supuesto, por momentos utópico, pero la verdad es que sabés que se puede. Cambian los objetivos. Es efímero, pero con el grupo le estamos dando valor a lo conseguido. Nos acordamos del día a día, de la charla del 3-1 abajo, que no era para nada color de rosas, no sé, alguna protesta, alguna jugada puntual, algún gesto, es como que te acordás más de eso que del momento que estás celebrando y que te dan la medalla, que, por supuesto, ahí es donde salen las fotos. Pero creo que nos quedamos también con cuando fuimos a Chile, el avión, las concentraciones, los hoteles. Eso es lo que va formando el grupo y es increíble que nos pasaba que nadie quería terminar. Nos convertimos en una familia, es la realidad. No es algo que se dice de la boca para afuera nomás. Creo que se logró algo muy lindo, pero con el pasar del tiempo nos vamos a dar cuenta realmente de lo que fue.

Esto también, para la carrera de ustedes, puede ser un trampolín.

Exactamente. También el título internacional, que son pocos los jugadores uruguayos que lo tienen. Somos unos bendecidos, unos agradecidos de esto que pasó. También dejame decirte que lo salimos a buscar. Nos preparamos para esto, es la realidad.

Más que ser campeón

¿Qué es jugar en Nacional, una institución gigante, pero que en el básquetbol tenía 88 años sin ser campeón y no siempre compitiendo en primera?

Es una locura. Yo soy hincha del club, desde chiquito, para mí es un sueño haberlo cumplido: siempre soñaba ser campeón con Nacional, y se me dio hacerlo a nivel internacional y a nivel local, es algo que me voy a acordar toda la vida. Es magnífico, es impresionante a los niveles que llega Nacional. Es una locura, porque llegás a La Blanqueada y ya está todo grafiteado, todo con los colores de Nacional. Capaz que cualquier otro jugador que llega a hacer su trabajo no le dé importancia si las calles están pintadas o no, porque no es algo tan relevante, pero uno que es hincha sí. Ojalá sean los primeros dos títulos de esta nueva era de muchos.

Sos hijo de Favio Ottonello. ¿Cómo es compartir la profesión que tuvo tu viejo, siendo los dos muy hinchas de Nacional? ¿Cómo lo fuiste hablando con él? ¿Qué consejos te pudo dar?

Los momentos que más me acuerdo es ganando algún clásico, algún partido importante e ir a abrazarme con mi viejo. Mucha gente quiere abrazarte, tocarte, pedirte fotos, pero yo era como un caballo yendo a buscar a mi viejo para abrazarlo, porque él sabe lo mucho que yo soñé esto. Y mi viejo lo disfrutó más que nadie también.

¿Y cómo son esas charlas con él? ¿Te dice esto sí, esto no, es más crítico, es de apoyarte, es de buscar el detalle para mejorar, o no y te deja tranquilo?

Las charlas con mi viejo son las mismas que cuando jugaba en otra institución, más de detalles técnico-tácticos que me hacen darme cuenta de que hay alguien que me está mirando constantemente, pero para mejorar. En ningún momento me pone presión y me dice qué hacer, simplemente me da su postura, él jugó, él jugó en Nacional, él fue entrenador, él es periodista deportivo, o sea, la tiene muy clara en esos aspectos.

¿En qué momento de tu carrera sentís que estás?

Ahora en el de disfrutar este campeonato, en el de disfrutar esto que pasó. Pasaron varios días y no he bajado a tierra todavía. Y bueno, ¿en qué momento me encuentro? En un momento en que también me doy cuenta de que la vida también va por otro lado. Tengo dos hijas, el podcast, tengo el mundo del coaching deportivo. Esto es una alegría enorme, tremendo, pero mi vida sigue también por ese lado.

¿Cuánto tiene que ver en lo que has logrado Álvaro Ponce?

A Álvaro recién ahora, con todo esto que fue una locura, se le va a empezar a dar el reconocimiento del entrenador que es. Álvaro siempre tuvo las cosas muy claras, pero ahora que salimos campeones se magnifica todo. Desde Defensor él ya aspiraba a jugar con diez jugadores de rotación, aspiraba a llegar jugando sin sistemas. Desde el comienzo de la pretemporada se nos dijo que acá no hay titulares ni suplentes, vamos a estar rotando todo el tiempo, la idea era que nadie juegue más de cinco o seis minutos de corrido. Álvaro siempre estuvo convencido de lo que quería. También dejame destacar el trabajo del cuerpo técnico, Fede Álvarez, que es impresionante la mano que nos ha dado, siempre con las palabras justas; Andrés Antúnez, que también se sumó este año y nos daba una mano con el tema del scouting. Fue un trabajo en conjunto que a la larga tuvo su fruto.

Es todo un tema poner el equipo por encima de lo individual.

Exactamente. Hay que aceptar y entender que en el momento en que integrás un plantel, sumás. Ya sea jugando 40 minutos o alcanzando una toalla o un agua siendo el jugador número 12. Entonces, en el momento en que te toca salir un poco más de la rotación el objetivo pasa por ser positivo, alentar, ver en qué puedo ayudar al equipo desde donde me toca. Entonces llegás a la final convencido de que el cuerpo técnico sabe lo que hace, y esto no lo digo poniéndome el casete ni mucho menos. O sea, si no nos toca, somos unos agradecidos. Pude estar en el plantel que está peleando el título. Entonces, cuando lo razonás un poquito, decís “no puedo quejarme de nada, estoy en el lugar que cualquier jugador quisiera estar”. Y, como te digo, es aportar desde donde te toque.

Sin casete

¿Cómo surge esta idea del podcast, de empezar a salir un poco de la cancha de básquetbol y trasladarlo a algo totalmente distinto?

En mi primera experiencia en el exterior, en Colombia, me fui hace dos años y pico. Mi hija mayor tenía en aquel momento seis, siete meses, y yo me fui solo. Estando allá, si bien en lo deportivo estuvo buenísimo, me encantó, fue una experiencia divina, al equipo le fue bien y a mí me fue bien, me mandaban videítos con los primeros gateos, palabritas, y yo estando allá dije “wow, esto me choca”. Entonces dije, bueno, lo quiero exteriorizar, quiero armar algo, quiero crear un espacio para deportistas que se sientan entendidos, ver un poco el detrás de cámara, porque esto que está pasando ahora, que salimos campeones, que es hermoso, está buenísimo, pero hay un recorrido en el que la carrera es una montaña rusa de emociones, donde vos capaz que terminás un partido y pensás que podés jugar en la NBA, y terminás un partido y querés dejar el básquet, porque es así, realmente.

Cualquiera ve deportistas en la tele como exitosos, que han ganado medallas, trofeos, triunfos. Pero también el deporte tiene un montón de cosas que no sé si están tan buenas, y capaz hay que dar el mensaje a los más jóvenes. Y a mí me gusta apuntar a la salud mental. Por ejemplo, el tema nervios, el tema ansiedad, esto que te digo, la montaña rusa de emociones, cómo ganar, cómo perder. Pienso que en el deporte hay muchos tabúes impuestos en cuanto a lo que es la salud mental, esto de hablarlo, de exteriorizarlo. Entonces fue un poco apuntar a eso. Hablar de ansiedad, nervios, estrés, desmotivación, motivación; sobre lo que es ser figura pública. Me gusta mucho dejar hablar al deportista, al protagonista, que sienta que tiene un espacio para contar su experiencia.

Atado a eso está el coaching que también estás haciendo. ¿Es ir preparándote para cuando termine la carrera, o simplemente también te gusta y te quisiste meter?

Un poco las dos cosas. Hace tiempo estudiaba la Licenciatura en Educación Física, en un momento quise cambiar y me di cuenta de que esto del coaching lo podía hacer a mi manera, virtual, a mi ritmo; eso fue lo que más me atrapó. Había pensado en Psicología, pero Psicología te demanda ir a la facultad, cumplir un horario. Entonces empecé hace tres años, obtuve mis dos títulos, el experto en coaching deportivo y el máster, que ya abarca psicología de alto rendimiento. Hoy en día ejerzo de coach deportivo con distintos deportistas de distintas disciplinas, jugadores de fútbol, de vóleibol, boxeadores, atletas y algunos más. Lo que se busca, justamente, que me parece que falta en el deportista, es saber hacia dónde estás yendo, cuáles son tus objetivos a corto, mediano y largo plazo. Crear una metodología de trabajo en busca de hacia dónde voy, o sea, a qué estoy apuntando y de qué manera hacerlo y cómo.

Todos somos familiares

Hubo un momento en la serie que me llamó la atención y no tiene nada que ver exclusivamente con el básquetbol. Fue cuando sucedió lo de Nacional con las camisetas de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos. El plantel de fútbol sale con camisetas, al otro día hay un comunicado de Nacional y esa noche, que jugaban una final, a ustedes no los dejan salir con la remera. Ese día pierden y al otro día salen todos fuera de la cancha de Nacional a posar con la remera y la foto se hace viral. ¿Cómo fue la interna de llegar a ese momento de decir “no, esto es nuestro, lo queremos apoyar, y salimos y nos sacamos la foto” cuando venían de perder una final la noche anterior?

En nuestro caso no fue que la directiva no nos dejó. La realidad era que había salido ese comunicado de Nacional, y fue como que dijimos “bueno, muchachos, no está como para hacer esto, viniendo de una final tan pareja donde cada detalle importa. Lo mejor va a ser que lo hagamos el día siguiente en el club, en la puerta del club, en las afueras del club”. También como plantel dijimos que si había uno que no quería, no lo hacíamos. No fue el caso, y hasta los extranjeros terminaron preguntándonos qué era lo que había pasado, qué era lo que estábamos manifestando.

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