En un partido muy malo y sin la compañía del clima, la única alegría para el hincha carbonero fue el resultado. Peñarol jugó mal pero le ganó 1-0 a Juventud de Las Piedras, para continuar liderando el Clausura. A esta altura del año, cuando queda poco para definir la temporada, los tres puntos valen y se valoran pese a que el juego haya quedado lejos del nivel óptimo.
Al carbonero le costó destrabarlo, lo hizo en el arranque del segundo tiempo con un lindo gol de Leonardo Fernández, que tuvo definición con sombrerito incluido. Los pedrenses fueron una sombra del equipo del Apertura y el aurinegro dio una versión floja de su nivel.
Peñarol sigue liderando el Clausura y permanece a seis puntos de Nacional en la tabla anual, donde se cortó junto con el tricolor para confirmar lo que sucede casi todos los años: a la larga es difícil sacarlos de los primeros dos puestos.
Sin goles, con protestas
Diego Aguirre optó por mantener los tres volantes, pero incluir, por primera vez desde el arranque, a Matías Arezo y Maximiliano Silvera en el ataque. Si bien los laterales pasaron mucho, el carbonero ingresó permanentemente en el embudo durante el primer tiempo, no pudo extender la cancha hacia las bandas y fue todo muy centralizado. La más clara fue en el arranque: Juventud falló al tomar las referencias y Arezo cabeceó de pique al suelo, desviado.
Peñarol tuvo la pelota, pero no pudo profundizar; no aprovechó los balones parados en los tiros libres ni en los de esquina. Chocó permanentemente ante un rival que se paró en formato espejo mientras jugó con 11. Para ofender le faltó que se soltaran más los volantes; por momentos Eric Remedi e Ignacio Sosa lo intentaron, pero sin éxito.
Juventud, con balón, fue inoperante; hubo un remate de Sebastián Guerrero que fue atajado por Brayan Cortés, pero estaba todo invalidado por posición adelantada; los pedrenses se limitaron a frenar al oponente y priorizar la ubicación en el campo. El trabajo táctico fue bueno y no sufrió en el primer tiempo.
Hubo polémicas: Peñarol pidió penal sobre Remedi y Pedro Milans que desestimaron Andrés Matonte junto con el VAR. A los 32 minutos fue expulsado Emmanuel Mas, que bajó a Arezo cuando quedaba solo contra el arquero; primero el árbitro lo amonestó, pero, al revisar la jugada, cambió la decisión inicial y sacó la roja por último hombre. Diego Monarriz resignó a Leandro Otormín para reordenar la línea de cuatro.
El gol: nada más, ni nada menos
Peñarol destrabó demasiado rápido el partido en el segundo tiempo. Fernández se paró más adelante, y si bien hubo que arrimarle la pelota a su radio de acción, fue más influyente cerca del área rival.
El gol de la apertura llegó con una buena presión alta; Juventud se rehusó al pelotazo y Arezo se la ganó a David Morosini, que pidió un foul que no fue. Maximiliano Olivera lo habilitó a Leo, que le hizo un sombrerito a Sebastián Sosa para luego empujarla a la red.
A partir de ahí el trámite fue tedioso, Peñarol fue anunciado y sin ritmo. Juventud tenía intenciones de ofender, pero, jugando con diez, le quedó lejos el arco defendido por Cortés. Además, el pedrense mantuvo juntos a los defensores y a los volantes, los delanteros quedaron totalmente aislados y cada vez que les lanzaron pelotazos fueron absorbidos por la defensa rival.
Con viento, lluvia y mucho frío, el reloj parecía de arena, ya que en la cancha el espectáculo era pobre. Los hinchas carboneros le pusieron calor desde la tribuna en el momento en que cayó más agua.
Si bien el trámite parecía sentenciado, la diferencia era solamente de un gol y cualquier jugada aislada podía determinar el empate. En ese sentido llamó la atención que Peñarol nunca aceleró para buscar la tranquilidad en el marcador. Fue una repetición de centros imprecisos a ritmo cansino. Cuando buscó algo distinto, como rematar a distancia, logró inquietar a Sosa.