Un presupuesto no es sólo el armado legal de los números para cumplir con la Constitución y tener derecho a gastar, sino que es el fiel reflejo de una visión de país, es la expresión financiera de una mirada política que asigna el uso de los dineros públicos de acuerdo a sus prioridades.

Escenas iniciales

En el mensaje se deja clara una premisa: “cambio de enfoque, hacia una mayor libertad”. Esto no es nuevo, y se traduce como “menos Estado”, con la idea fija de que este es una carga para el sector privado, el “malla oro” de la economía.

En cuanto a los números, surgen algunas dudas acerca de la consistencia de las proyecciones macroeconómicas: en principio, las trayectorias de crecimiento, reducción del déficit y baja de inflación aparecen como incompatibles, más aún teniendo en cuenta el discurso del gobierno acerca del atraso cambiario.

En un primer análisis que se debe profundizar, los valores de algunas variables parecen ser más una expresión de deseo que parámetros factibles de suceder simultáneamente.

En cuanto a las proyecciones de déficit de seguridad social, Caja Militar incluida, se mantienen constantes en pesos nominales en el período, lo que implica que caerán en términos reales, cuando han sido crecientes en los años pasados. Si agregamos al análisis las pautas del gobierno con pérdida de salario real, va implícito en este presupuesto que la variable de ajuste serán los salarios y las jubilaciones.

Un aspecto concluyente y que sale de los números es que no existe la prometida reducción de 900 millones de dólares en un año, incluso considerando todo el efecto del Fondo Coronavirus. Es cierto que durante la campaña fueron muy ambiguos en cuanto a los plazos en que se daría esa reducción, pero en cualquier caso es muy difícil que se cumpla.

Escenas a prestarles atención

Existen en el proyecto muchos temas preocupantes. Uno de ellos son las transferencias del gobierno nacional a los gobiernos subnacionales, con discriminación notoria para Montevideo, a lo que se suma la burda confiscación que se pretende hacer de la Unidad Agroalimentaria en el artículo 274.

Otro tema es el presupuesto con perspectiva de género. Las transformaciones del artículo 483, que incluyen la exclusión de la Red Uruguaya contra Violencia Basada en Género y la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) del Observatorio Territorio Uruguay son un retroceso lamentable. Sobre este tema recomiendo leer el blog de Marina Morelli.

Hay otros puntos que el gobierno quiere vender como positivos, pero que son acciones fuertemente negativas. Por ejemplo, el supuesto “incremento” del presupuesto del Ministerio de Desarrollo Social, en el que se incluyen todas las asignaciones familiares ya existentes. Resulta insólito escuchar a sus autoridades decir que el presupuesto crece, cuando en realidad lo único que crece son sus sueldos, y el presupuesto para prestaciones disminuye.

En estas primeras imágenes se identifican fácilmente ganadores y perdedores: el ganador principal es el Ministerio de Defensa, y los perdedores netos son la educación y la salud, entre otros tantos, además de la enorme mayoría de la población que recibe un salario o una jubilación.

Una trilogía de terror

En el inciso de Presidencia hay tres artículos que significan un grave retroceso.

Sin ciencia y tecnología

El artículo 47 suprime la Secretaría de Ciencia y Tecnología, una institucionalidad emergente que puso en la órbita de la Presidencia un tema clave y que debería ser reforzada como tractor de la investigación en vínculo con la producción y la sociedad.

En esta pandemia escuchamos a jerarcas del gobierno destacar la importancia de la ciencia y los científicos. En cuanto a los presupuestos asignados hubo marchas y contramarchas, pero nunca un peso más.

Ahora se propone eliminar.

Matar al futuro

El artículo 60 se refiere a la OPP, que tiene un mandato fundacional desde su creación, en 1967: “asistirá al Poder Ejecutivo en la formulación de los planes y programas de desarrollo, así como en la planificación de las políticas de descentralización”, además de cometidos en materia de presupuesto y control, entre otros.

Los planes y los programas de desarrollo y descentralización son ejes centrales para cambiar el país y requieren una mirada estratégica. Hoy Uruguay tiene una visión de futuro y se llama Estrategia de Desarrollo 2050, coordinada por la Dirección de Planificación de la OPP, que ahora se pretende eliminar.

Después de la dictadura, durante los cuatro gobiernos colorados y blancos la OPP se enfocó en asuntos básicamente de corto plazo.

La reestructura del último período reordenó los roles de la OPP y creó la Dirección de Planificación. Después de 43 años –salvo el caso de Uruguay Tercer Siglo, de 2008–, el país volvió a tener una mirada estratégica de largo plazo.

Ahora se pretende suprimir todas las direcciones, incluida Planificación, lo que indica que la OPP abandonará esta área fundacional.

Grave error que no sorprende. La visión que tiene el equipo económico para la OPP está casi exclusivamente centrada en presupuesto y control de corto plazo, así como ya lo hicieron anteriormente los gobiernos de los mismos partidos.

Conserva Uruguay

En el artículo 66 hay algo más grave: en un solo artículo se pretende derogar una ley entera, la que creó Transforma Uruguay en 2016.

Este es un gran sistema de coordinación público-privada a favor de la innovación y el desarrollo económico; mejora el diálogo, la eficiencia, la transparencia de las políticas y el uso de los recursos. Es una coordinación entre gobierno, empresarios, trabajadores, academia y agencias públicas; una manera moderna de superar los problemas conjuntamente. Una forma eficiente de determinar cuáles deben ser las prioridades, en consulta con todos, pero con decisión del gobierno, como debe ser.

Lo que se puede esperar, en caso de que esto prospere, es el retorno a la vieja política de compartimientos estancos, de decisiones aisladas y muchas veces contradictorias, de priorización de políticas y uso de recursos por presión de sectores o empresas.

En resumen, volver a modalidades que creíamos perimidas y que mucha gente, de todas las tiendas políticas, detesta.

¿Final abierto?

Esta película recién empieza. El final va a depender de la racionalidad y la sensibilidad de quienes actúan, sobre todo de aquellos de la coalición multicolor que reconozcan las transformaciones del mundo, de la región, y tengan una mirada de futuro y de continuidad del cambio de Uruguay hacia un desarrollo sostenible.

Continuará...