En la década de 1990 en Uruguay se transmitía un partido del fútbol inglés por televisión abierta los sábados al mediodía, y la recién creada Premier League –nombre comercial que tomó en 1992 la primera liga de fútbol del mundo– destacaba aún por las figuras británicas, como los jóvenes David Beckham, de Manchester United, o Michael Owen, de Liverpool, y por el clásico estilo de juego directo de las islas. Aunque había grandes futbolistas extranjeros –el francés Éric Cantona y el holandés Dennis Bergkamp quizás fueran los más destacados–, los efectos de la migración masiva de futbolistas por la ley Bosman aprobada en 1995 y los millones de dólares que llegaron de los nuevos dueños de los clubes y la televisión comenzaron a verse pocos años después.

El nuevo siglo llegó y Arsenal fue campeón invicto con una base de jugadores franceses, el United puso los millones por el goleador holandés Ruud van Nistelrooy o el portugués Cristiano Ronaldo, y comenzaron a hacerse fuertes los nuevos ricos de la liga: el Chelsea del millonario ruso Roman Abramóvich y el Manchester City de los jeques árabes. Esta cronología tuvo como cierre la consolidación de la Premier League desde hace unos años como la liga más poderosa del mundo, no sólo porque logra los mejores números de ingresos y rating televisivo o porque realiza los fichajes más caros, sino también por su particular sistema de reparto del dinero, que promueve la competitividad.

Sin embargo, desde que en 2016 los británicos acudieron a votar en un referéndum y resolvieron la salida de la Unión Europea (UE) –proceso que se denominó brexit–, el trono de la Premier League tambalea, al igual que varios importantes sectores de negocios de Reino Unido. El brexit ya comenzó a aplicarse en parte desde comienzos de año y el fútbol inglés no escapa a los cambios regulatorios, el pronóstico de pérdidas millonarias y el riesgo de salida de muchas de sus principales figuras o activos comerciales.

En palabras de Ignacio Bartesaghi, director del Departamento de Negocios Internacionales de la Universidad Católica, la negociación para dar marcha atrás en la integración que comenzaron hace cuatro años el gobierno británico y la UE era “imposible”. ¿Por qué? El experto cree que las partes “se dieron cuenta de que eran socios demasiado importantes”, ya que el comercio bilateral supera los 500.000 millones de euros. Por eso, desde la posición original de “un brexit duro” del líder inglés Boris Johnson y la postura de “no mostrar debilidad” del bloque regional, las posiciones “aflojaron” y se confirmó un acuerdo la última Navidad, que rige desde enero a la espera de la aprobación de los 28 parlamentos implicados. “No puede ser todo tan absurdo que se termine perjudicando a las empresas y los ciudadanos” británicos y europeos, subrayó.

Una liga pionera detrás de los millones

Del listado de 12 equipos ingleses que fundaron en 1888 la primera liga de fútbol del mundo hay cinco que están compitiendo hoy en la Premier League: Aston Villa, Burnley, Everton, West Bromwich y Wolverhampton. El presidente de la primera institución, el escocés William McGregor, propuso organizar una competición para sumar a la FA Cup –que se disputaba desde 1871 y es el torneo más antiguo del fútbol– en formato de liga con partidos de local y visitante, buscando además unificar criterios de organización entre los clubes. El sistema de dos puntos por victoria, los calendarios y varias cosas más de la Football League inglesa fueron copiados por otros países que crearon sus ligas a inicios del siglo XX.

Pero varias décadas después, la que fuera la primera liga del mundo estaba en decadencia. Sin brillo deportivo ni grandes estrellas, las noticias que llegaban al mundo desde Reino Unido estaban vinculadas a los hooligans, los violentos hinchas que coparon los estadios en los años 80 y hasta generaron una sanción que impidió a los clubes competir en Europa por cinco años tras la tragedia de Heysel –donde murieron 39 hinchas tras enfrentamientos en la previa de una final de la Copa de Europa–. Así llegó a 1992 el tradicional fútbol inglés, desplazado de los focos por las ligas de España, Italia, Alemania y Francia.

En un vuelco de los acontecimientos, los equipos británicos toman una decisión innovadora para la época y crean una liga privada independiente de la Federación Inglesa, pero con apoyo de esta entidad. La Premier League nace como una sociedad comercial que reparte acciones entre 22 accionistas, los clubes que compiten en la primera edición (1992-1993), que gana Manchester United. El gran tema de fondo y por el que los equipos poderosos venían amenazando con una competencia paralela eran los ingresos por la televisión, que creían escasos en comparación con lo que recibían otros grandes de Europa.

Ya para ese entonces se aplicaba el llamado Informe Taylor, un paquete de medidas que impulsó el gobierno británico y mejoró los estándares de seguridad en las tribunas, pero obligó a subir el precio de las entradas y bajar el aforo. Eso generó que hubiera decenas de miles de fanáticos que querían seguir los partidos desde sus casas, y los números reflejan cómo cambió el negocio de la televisación del fútbol: en 1986 la Federación Inglesa había recibido 6,3 millones de libras por los derechos y pocos años después el magnate de medios Rupert Murdoch –dueño de Fox News y el diario The Sun, entre otros– puso 306 millones de libras para que la cadena Sky transmitiera la recién creada Premier League.

Los millones se repartieron de forma equilibrada entre los clubes en busca de potenciar la competitividad y en las primeras cinco ligas, ocho equipos terminaron en los tres primeros puestos. Ese espíritu se mantiene en la Premier League actual, que divide en partes iguales 50% de los ingresos por televisión que superan los 4.500 millones de euros, mientras que 25% se reparte en función del rating de los partidos y otra cuarta parte por el lugar en la tabla de posiciones. Así, logró en 2019 un ratio de 1,57 entre el que recibe más y el que recibe menos, y generó un modelo de reparto del dinero que imitaron otras ligas top de Europa.

Pese a este esfuerzo y a la honrosa excepción de Leicester, que ganó la Premier League en 2016, los millones inyectados en los clubes más poderosos por sus dueños y accionistas llevaron a la formación del llamado big four –Arsenal, Chelsea, Manchester United y Liverpool–, al que más tarde se sumó Manchester City, que acaparan todos los títulos del siglo menos uno. La contracara a la distancia deportiva que fue profundizándose producto del dinero entre estos equipos top y el resto fue que la liga inglesa se transformó en la más vista del mundo, los planteles se llenaron de figuras y un año tras otro batió los récord de fichajes. Ese era el panorama pre brexit, pero ahora todo puede cambiar.

Causas y futuro de la relación Reino Unido-UE

Para Bartesaghi el brexit es la consecuencia máxima de una serie de señales que fueron ignoradas por los líderes europeos, especialmente por el ex primer ministro británico David Cameron, que aceptó convocar la consulta sobre la salida del bloque continental. De un lado, el ambicioso plan de integración por el que apostó la UE, con la búsqueda de una constitución común –que terminó en algo menos ambicioso, el Tratado de Lisboa, firmado en 2007– o la posible integración de Turquía como estandartes, chocó de frente con “el poder que adquirían los movimientos antieuropeístas” en Francia, Italia, Austria y otras naciones. Del otro lado, Reino Unido fue “desde siempre la piedra en el zapato” del proceso de integración europea y muestras sobran, ya que no adoptó el euro ni se incorporó al Espacio Schengen –26 países europeos que suprimieron las fronteras internas–.

Hacia adelante, Bartesaghi prevé que un cambio político en Reino Unido puede traer un mayor acercamiento a la UE, que derive en acordar “mejores condiciones para que las actividades comerciales, turísticas, culturales y deportivas se puedan desarrollar con el menor impacto desde el punto de vista de los costos”.

Impactos en los negocios y la movilidad de personas

Uno de los rasgos típicos de la Premier League moderna es la diversidad de nacionalidades de sus futbolistas, ya que no hay, como en otros países, un cupo máximo de jugadores no comunitarios. Además, los clubes ingleses tienen una potente política de captación de jugadores jóvenes; un ejemplo reciente y cercano de esto es la compra de Manchester United de la figura de Peñarol de 19 años Facundo Pellistri, que de momento juega en el equipo juvenil. Pero el radar no se agota en América o África, sino que los equipos poderosos también atraen a promesas de grandes europeos, como pasó años atrás con los catalanes Cesc Fabregas y Gerard Piqué, que salieron de Barcelona siendo menores de edad rumbo a Arsenal y Manchester United.

Esto último ya no será posible, según las nuevas reglas surgidas a raíz del brexit y que comenzaron a regir en 2021. En diciembre la Premier League anunció que había alcanzado un acuerdo con el gobierno británico que tuvo como punto central que los futbolistas comunitarios (de países de la UE o con descendencia) mantendrán esta categoría, algo imprescindible para continuar como liga top, pero con otras varias limitaciones.

Para empezar, todos los nuevos jugadores y entrenadores que lleguen a Reino Unido deberán gestionar un permiso de trabajo –al igual que ocurría hasta ahora con los extracomunitarios– ante el Ministerio del Interior británico, que basará su decisión en un sistema de puntos que valora la trayectoria del futbolista y los partidos que disputó con su selección. Los que superan un valor determinado tendrán la habilitación; los que no deberán esperar una revisión individual de su caso por parte de un panel de expertos.

Pero además, los clubes ingleses no podrán fichar a extranjeros menores de 18 años y sólo podrán incorporar a seis no británicos menores de 21 años por temporada. Así, dejarán de beneficiarse de la regulación que emitió la FIFA –institución rectora del fútbol mundial– que, si bien impide las transferencias de menores de edad, deja por fuera los movimientos dentro de la comunidad europea. Hoy día, 64% de los futbolistas de la Premier League son extranjeros y de esos, dos tercios son comunitarios.

Pero los impactos del brexit van mucho más allá del tema migratorio, para el fútbol y también para los negocios en general. Desde que se conoció la decisión de salir de la UE, la libra esterlina perdió 20% de su valor frente al euro, lo que mermó el poder económico de los clubes ingleses y su valor de mercado. Además, hay coletazos de la pandemia, que se estima generó la pérdida de unos 1.000 millones de euros producto del parate de la competición, lo que se vería reflejado en un nuevo contrato de televisión por un valor 20% inferior al anterior.

El proceso a la baja en los números puede intensificarse si se marcha de la Premier League alguna de sus grandes estrellas o si en los próximos años, producto de la regulación, no llegan más figuras. En otras palabras, la Premier League tiene desde 2021 mayores trabas para comprar futbolistas y hacerse fuerte en función de sus millones, con potenciales daños hasta para el Estado británico, que se calcula recibe cada año unos 4.000 millones de euros en calidad de impuestos del fútbol (de clubes, futbolistas y entrenadores), actividad que genera 0,3% del PIB nacional.

Esa situación de fragilidad de un negocio tan redituable no varía de lo que están viviendo miles de empresas británicas, que según Bartesaghi vieron como “un fracaso” la negociación por el brexit. Si bien el acuerdo alcanzado implica que los productos británicos no pagarán aranceles ni tendrán cuota de acceso a los países de Europa, “en todo lo demás pasan a ser considerados un tercer país y deben hacer trámites que no hacían antes” para exportar, lo que significa “más costos, burocracia y demoras”.

Esto sólo para los bienes, porque el gigantesco mundo de los servicios –Londres es, entre otras cosas, un centro financiero global– quedó por fuera del acuerdo y se negociará a futuro por sectores, lo que acrecienta la incertidumbre de áreas que mueven millones, como el transporte, la medicina y la consultoría. “Todo indica que va a primar el sentido común y Reino Unido, por más que quedará por fuera de la UE, tendrá un amplio acuerdo en bienes y servicios”, señaló el experto en comercio internacional.

Sin embargo, desde 2016 comenzó un proceso de salida de capitales de la isla británica, con empresas que cambiaron su sede y otras que frenaron inversiones. Los impactos del brexit son tales que, por ejemplo, los aviones que salen de Reino Unido de momento no pueden hacer escala en Europa para llegar a terceros destinos.

Asociada a estos problemas, la bola de nieve crece aún más al ver los cambios “en la movilidad”, ya que los ingleses pasarán de ser parte de un gran mercado común a “necesitar un visado para circular por más de 90 días en la UE, como un uruguayo”. Igualmente, para las futuras negociaciones Reino Unido guarda una carta fuerte: su poderío militar, algo que Europa no quiere perder, señaló Bartesaghi. Más allá de esto, el catedrático de la Universidad Católica opinó que “las dos partes saben que el brexit es un error geopolítico, de estrategia y también económico, comercial, social e institucional”.

De esa ecuación no escapa la Premier League, que siente cómo tambalea su trono como principal liga de fútbol del mundo. Lejos de la pelota y los millones que mueve, el futuro estará marcado por cómo sale Reino Unido del complejo proceso político en el que se embarcó, que tendrá impactos múltiples y ni el fútbol saldrá inmune.

Más burocracia y menos inmigración

El acuerdo alcanzado con el gobierno británico “garantiza que el brexit no dañe el éxito de la liga o las perspectivas de los equipos ingleses”, dijo el director ejecutivo de la Premier League, Richard Masters. La asociación de fútbol destacó que el nuevo modelo permite “el acceso a los mejores jugadores y futuros talentos, pero también protege a los equipos de Inglaterra, asegurando oportunidades” para los juveniles. Sin embargo, el corresponsal del diario español La Vanguardia en Londres, Rafael Ramos, analizó que “más burocracia y menos inmigración son dos de los pilares del brexit, aplicables también al fútbol”. ¿Por qué? En su opinión, la nueva regulación procura que “los gigantes de la Premier dominen Europa”, ya que seguirán incorporando estrellas en función de su poder económico, mientras que los clubes menores tendrán más dificultades para fichar, por las exigencias del permiso de trabajo, y las ligas inferiores servirán de banco de prueba para los jóvenes jugadores ingleses. También pronostica que las restricciones harán que lleguen menos entrenadores y colaboradores extranjeros, porque “la idea es que esas posiciones las ocupen británicos”.

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