Las últimas décadas en la economía mundial han mostrado algunos cambios y también continuidades relevantes. Entre los primeros, destaca un amplio grupo de países que han logrado escapar de niveles de ingresos muy bajos, y poco a poco, acceder a niveles medios, lo que se acompaña de mejoras sociales importantes, como el incremento de la esperanza de vida, bajas de la pobreza extrema y el crecimiento de las clases medias. Al caso de China, el más reconocido mundialmente, se suman otros menos mediáticos en diferentes continentes, como Indonesia, Filipinas, Marruecos, Egipto, El Salvador, Perú o Paraguay.
Son ejemplos relevantes ya que implican millones de personas que dejaron atrás niveles extremos de privación. Sin embargo, son mucho menos frecuentes los casos de países que logran hacer la otra transición de ingresos, o sea, escapar a los niveles de ingresos medios (que si bien no tan extremos como en el caso anterior, también implican niveles inaceptables de privación) y acceder a niveles altos de ingresos de manera sostenida; requisito fundamental, y a la vez consecuencia, para el desarrollo sostenible. Este es, justamente, el desafío central para Uruguay.
La Trampa de Ingresos Medios
Hace apenas 15 años se forjó un concepto para intentar explicar esta situación (Gill y Kharas, 2006); La Trampa de Ingresos Medios (MIT, por sus siglas en inglés). Básicamente, este concepto se corresponde con la simple observación empírica que comenzamos reseñando: muchos países son exitosos para alcanzar importantes tasas de crecimiento partiendo de niveles muy bajos de ingresos, pero no logran sostenerlo de forma de alcanzar niveles de riqueza similares a los de los países más desarrollados.
Sin embargo, en términos más conceptuales, se está lejos de tener una visión consensuada y satisfactoria sobre los motivos por los que eso sucede. Una de las visiones más extendidas plantea que esta situación es consecuencia de los cambiantes desafíos a los que se enfrentan los países a medida que incrementan sus niveles de ingresos. Es decir que una estrategia eficaz para sacar al país de niveles muy bajos de ingresos seguramente no servirá para conducirlo a una situación de altos ingresos.
En niveles muy bajos de ingresos, hay abundantes experiencias de países que logran crecer sostenidamente impulsados por las exportaciones, basadas en salarios bajos, tipos de cambio competitivos, adquisición de tecnología vía importación de maquinaria e instituciones que hacen posibles y estables estas condiciones. Muchas veces la inversión extranjera y la extensión de la educación básica son importantes complementos en estas estrategias.
Pero tanto las complejidades externas asociadas al salto a niveles de ingresos altos, como los nuevos desafíos que se generan endógenamente al proceso de desarrollo, hacen inviable que esta misma estrategia mantenga su eficacia más allá de ciertos umbrales muy básicos de desarrollo. Entre los factores externos destacamos que la estructura productiva necesaria para lograr altos ingresos, o sea, el conjunto de bienes y servicios en los que es necesario especializarse para sostener el crecimiento y el desarrollo más allá de esos umbrales, requiere capacidades individuales y colectivas que no son sencillas de alcanzar y que no se sustituyen en base a salarios bajos y mano de obra disciplinada.
Desarrollo de ciencia y tecnología, educación superior, capacidades empresariales, instituciones complejas (políticas productivas eficaces, estabilidad financiera, promoción de la competencia y combate a la concentración económica, etcétera) son todos requisitos básicos para dar “el salto”. Entre los factores endógenos al proceso de desarrollo se señalan las nuevas demandas de una clase media creciente (mejores salarios y condiciones laborales, mejores servicios públicos, más igualdad), todos elementos que requieren mayor y mejor gasto público y privado, impulsando más impuestos y mayores costos productivos, lo que inviabiliza estrategias de crecimiento basadas en bajos costos y pocas regulaciones.
Además, muchos de estos fenómenos parecen estar atrás de las recientes protestas y malestar en países de la región. De esta forma, los países atrapados en la MIT encuentran que ya no pueden competir internacionalmente en base a bienes básicos apoyados en bajos costos internos, porque esas demandas han conducido a un encarecimiento de la producción. A eso se suma la aparición de nuevos países competidores, muchos de ellos en Asia, con costos aún más bajos. Asimismo, tampoco pueden dar el salto a bienes y servicios sofisticados que permitan obtener ingresos altos para sostener las mejoras en la calidad de vida de la población, porque no cuentan con las capacidades avanzadas necesarias.
América Latina en la MIT
A partir de diversas definiciones operativas y de una revisión en el marco de esta investigación, concluimos que la mayoría de los países que se encuentran en esta situación de Trampa de Ingresos Medios son latinoamericanos. Y particularmente, la gran mayoría de los países sudamericanos cumplen con casi la totalidad de las posibles definiciones. Estas definiciones simplemente varían en la cantidad de años mínima que un país debe pasar dentro del umbral de ingresos medios, para ser considerado “entrampado” (o sea, país MIT).
Este detalle es importante ya que es muy diferente considerar países como Uruguay o Argentina, que llevan dentro de estos umbrales de ingreso desde que existen estadísticas internacionales fiables (más de medio siglo), que países como China, que hace apenas poco más de una década que superó el umbral de bajos ingresos y accedió al status de país de ingresos medios. Sería apresurado considerarlo como país MIT, ya que viene creciendo a buen ritmo, y dado el tiempo suficiente, seguramente supere la línea de acceso a los ingresos altos en algunas décadas más.
¿Cómo interpretar que tantos países en América Latina estén en esta situación? Desde posiciones teóricas estructuralistas se interpreta por la baja diversificación y sofisticación de la estructura productiva y la desigual distribución del ingreso en esta región. Los países latinoamericanos se caracterizan por la dependencia de exportaciones de bienes basados en recursos naturales, cuyos mercados presentan una alta volatilidad de precios, lo que hace altamente variable su ecuación de rentabilidad.
Así, en los períodos de auge de precios, como el que vivimos entre 2003 y 2012 aproximadamente, se recomponen los márgenes de rentabilidad de las actividades de exportación, incentivando el aumento de la producción, generando nuevas inversiones e inyectando recursos en la economía. Esto impulsa otras actividades enfocadas en el mercado interno, lo que transitoriamente enmascara la situación de dependencia productiva y de entrampamiento. Se producen entonces incrementos de costos internos, ya que la situación de precios desdibuja las restricciones reales, generando una ilusión de crecimiento a largo plazo, y la economía política actúa favoreciendo mejoras sociales que se reflejarán en aumento de costos.
Sin embargo, ante la reversión del ciclo de precios, la recaída en la MIT es repentina y profunda, porque en el nuevo escenario de precios bajos se deben enfrentar costos internos mayores, por lo que el estancamiento productivo reaparece, agravado con consecuencias como desempleo, crisis fiscal y cambiaria, entre otras. Entonces, la única salida para recomponer la competitividad es vía un (re)empobrecimiento general, frecuentemente procesado mediante una fuerte devaluación de la moneda. De esa manera se puede retomar el crecimiento, pero al costo de haber retrocedido en el desarrollo social.
Desde esa perspectiva, la MIT podría convivir con períodos de importante crecimiento económico e incluso de cierto catch up (acortamiento de distancia con los países más desarrollados), cuando el ciclo de precios lo permite, tal como vivimos en la región durante el último ciclo de precios favorables.
Concepto de restricción externa
Un concepto de larga data en la región para explicar el bajo crecimiento y las repetidas crisis es el de “restricción externa”. Refiere a la situación de estrangulamiento externo generada por la tendencia recurrente a que las importaciones crezcan más rápidamente que las exportaciones, a medida que los países logran tasas de crecimiento satisfactorias. Esa situación, largamente constatada, se explica por la alta necesidad de importaciones que se asocian al crecimiento.
Esto ocurre en bienes de consumo, ya que cuando la economía crece, los ingresos de la población también, lo que estimula el consumo, buena parte del que está constituido por bienes y servicios importados. Pero también en bienes intermedios -combustibles, materias primas, etcétera- y de inversión –maquinaria y tecnología-. Asimismo, el bajo dinamismo a largo plazo de las exportaciones, asociado a su concentración en bienes básicos cuyo consumo en los países demandantes no crece a la par de su ingreso, aporta también lo suyo, para desembocar en una situación de escasez crónica de divisas. Es decir, las importaciones se disparan cuando el crecimiento arranca y para pagarlas se necesitan divisas (dólares, por ejemplo), pero la fuente básica de éstas son las exportaciones que no le pueden seguir el ritmo a las importaciones.
Conclusión, a poco de arrancar el crecimiento, el país se queda “sin combustible” por la falta de divisas. Esto lleva a crisis cambiarias o a frenar el crecimiento, dada la falta de bienes o servicios fundamentales para sostenerlo (maquinarias o tecnología).
Hipótesis
La interpretación que hacemos en esta investigación, y que nos proponemos probar, es que ambos procesos están vinculados. Desde nuestra perspectiva, la MIT en los países dependientes de commodities asociados a los recursos naturales -como la mayoría de los latinoamericanos y todos los sudamericanos- resulta de problemas de restricción externa vinculados a su estructura productiva. Asimismo, proponemos que esa restricción es observable en la relación entre el crecimiento económico y el margen de exportación. Este último refiere a la relación entre los precios de exportación y los costos internos de producción.
De esta manera, en los auges de precios de exportación, el margen de exportación se incrementa, lo que impulsa la actividad y la inversión. Sin embargo, ante una caída de precios, el margen se resiente y la única salida para retomar el crecimiento con una baja de costos internos que vuelva a incrementar el margen; ya sea con una caída directa de salarios e impuestos, con una devaluación de la moneda local o con una combinación de ambos, lo que tiene el mismo efecto sobre esas variables en dólares, moneda en que se fijan los precios de exportación. El costo de esta “salida” usualmente ha sido empobrecer a la población en general.
Una relación positiva entre crecimiento y el margen de exportación señalaría que esos países sólo logran crecer en condiciones de precios favorables, debido a su imposibilidad de generar incrementos sostenidos de la productividad que contrarresten los precios a la baja, así como diversificación productiva que permita acceder a nuevos mercados más estables logrando autonomía de los precios internacionales de pocos productos.
Si nuestra hipótesis es correcta, esta relación no debería observarse para los países que no se encuentran en la MIT, es decir, aquellos que logran crecer de manera sostenida. Si bien para cualquier país será positivo acceder a precios más altos de exportación, aquellos países que crecen sostenidamente lo han logrado en base a desarrollo de capacidades complejas que les permiten incrementos sostenidos de la productividad, lo que se refleja en la caída de costos por unidad de producto, contrarrestando el efecto de precios a la baja, así como en la diversificación productiva y desarrollo de actividades más sofisticadas, cuya dependencia de los precios de exportación es mucho menor.
Datos y estrategia empírica
Para contrastar la hipótesis trabajamos a partir de información de diversas bases de datos internacionales, con una muestra de 56 países de todos los continentes para el período 1971-2017. Construimos tres modelos econométricos alternativos que permiten establecer si existe una relación estadística entre estas variables, permitiendo distinguir entre los países que están en la MIT y aquellos que no lo están (básicamente a países ricos y algunos de ingresos medios pero que crecen de manera sostenida y por lo tanto no se encuentran entrampados), para diferentes definiciones posibles de MIT1.
La relación se estudia clasificando sucesivamente como entrampados los países que han pasado, como mínimo, entre 20 y 47 años en niveles de ingresos medios. Además, se utilizan algunas variables de control que puedan impactar en el crecimiento, como la estructura demográfica (países más envejecidos tenderán a crecer menos), los niveles educativos y los años de crisis sistémicas en cada país.
Resultados y conclusiones
La conclusión confirma nuestra hipótesis, ya que muestra una relación positiva y estadísticamente robusta entre margen de exportación y crecimiento para los países clasificados como MIT, pero no existe esa relación para los países no MIT. Ese resultado se mantiene para los tres modelos testeados.
Además, la relación en el caso de los países MIT se cumple más intensamente cuantos más años de permanencia en los niveles de ingresos medios se exigen a los países para considerarlos entrampados. De hecho, concluimos que una definición adecuada de MIT debe exigir al menos 30 años en niveles de ingresos medios para considerar al país en esta categoría, ya que, con menos tiempo podríamos estar confundiendo países entrampados con países que, lejos de eso, están sólo “de paso” por los niveles de ingresos medios, ya que muestran un ritmo de crecimiento que de mantenerlo, les permitirá acceder a altos ingresos en algunos años más.
Esto muestra que existen diferencias en el funcionamiento macroeconómico entre países MIT y países no MIT, y confirma nuestra hipótesis de que la MIT en estos países opera mediante la restricción externa. Es decir, los países se estancan en niveles medios de ingresos por largos períodos ya que su estructura productiva y su inserción exportadora, si bien les permiten escapar de los ingresos bajos, los hace dependientes de precios externos, cuya evolución no sólo no controlan, sino que muestran alta volatilidad y poco dinamismo a largo plazo. Al depender de precios que no tienden a crecer, el ingreso de divisas no es suficientemente dinámico como para sostener procesos continuos de crecimiento, por lo que caen en el estancamiento y en crisis cambiarias cada vez que los precios tienden a la baja.
La lección central que se extrae de este estudio es la importancia de la composición estructural de las economías y de su inserción externa. El desarrollo, proceso complejo y multicausal, una de cuyas expresiones es el acceso a niveles de ingresos altos y estables, requiere de capacidades complejas que permitan al país insertarse en procesos y cadenas productivas sofisticadas, con mayor poder de control de precios y mayor aplicación de conocimiento.
La explotación de los recursos naturales nos ha permitido alcanzar niveles medios de ingresos, pero difícilmente permitan el sostenimiento de mejoras constantes en los niveles de vida de las mayorías si no se acompaña de otros procesos que diversifiquen la estructura productiva con nuevos bienes y servicios de exportación más complejos, que permitan mejoras permanentes en la productividad, que se asocian al desarrollo tecnológico, la educación y la innovación.
Carlos Bianchi, Fernando Isabella y Santiago Picasso, son docentes e investigadores del Instituto de Economía, Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, Udelar.
(*) Carlos Bianchi, Fernando Isabella y Santiago Picasso, en base al documento de trabajo que se puede consultar en el siguiente enlace: http://www.iecon.ccee.edu.uy/dt-18-20-la-trampa-de-ingresos-medios-nuevas-exploraciones-sobre-sus-determinantes/publicacion/753/es/
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Concretamente se aplicaron modelos de panel con efectos fijos, tanto en una especificación común para países en la MIT como para los que no lo están, identificando cada categoría, como en ecuaciones por separado para un grupo de países y otro. Finalmente, a los efectos de chequear la robustez de los resultados, se corrió un modelo dinámico siguiendo la especificación de Arellano – Bond (1991). ↩