El plan de movilidad “Montevideo Avanza”

Hace pocos días la Intendencia de Montevideo (IM) presentó un plan de intervención en 10 puntos de la ciudad identificados como críticos en términos de congestión de tránsito (Tres Cruces; Punta Carretas-Pocitos, Buceo-Malvín, ingreso al Cerro por Carlos María Ramírez; calle Belloni; 8 de octubre en la Unión; Monte Caseros; Cordón; Nuevo Centro y Aguada).

La identificación de los puntos a intervenir se realizó a partir de información compilada por el observatorio de Movilidad en base a datos de la aplicación Waze, del sistema de transporte metropolitano y del Centro de Gestión de la Movilidad (CGM).1 El CGM es un centro de gestión público-privada inaugurado en 2016, que aplica en tiempo real sistemas inteligentes de transporte (semáforos centralizados, sensores de tránsito, cámaras de control de la velocidad y paneles de mensajería variable) para la gestión del tránsito de la ciudad.

En esta oportunidad, se anunciaron medidas concretas para la zona de Tres Cruces, en particular la instalación de un sistema de semaforización adaptativa en la intersección de Avenida Italia y Bulevar Artigas, que modifica en tiempo real los tiempos de verde en cada semáforo, de acuerdo con las condiciones del tránsito, utilizando un software de machine learning, que va aprendiendo de los eventos que observa. Se trata de un paso más en un proceso que avanza desde la implementación del CGM, por el que la gestión del 69% de los semáforos de la ciudad ha pasado a hacerse de forma centralizada.

En este artículo argumentamos que las eventuales ganancias de las intervenciones que únicamente buscan dar fluidez al tránsito automotriz son de corto aliento y que la tecnología inteligente debería usarse para favorecer la movilidad sostenible, en una ciudad en la que, como se señala desde la IM, algunas vías principales están cerca de su capacidad máxima en las horas pico.

Una ciudad inteligente sabe hacia dónde va

La disponibilidad de tecnología y recursos humanos capacitados para generar e interpretar información sobre la movilidad en la ciudad es un activo importante que es esencial para poder desarrollar políticas efectivas y evaluar sus resultados. La IM ha mostrado ambiciones de incorporar una visión de “Ciudad Inteligente”, centrada en la utilización de tecnologías de información y análisis de datos para mejorar la calidad de vida de la ciudadanía, aumentar la eficiencia y calidad de los servicios públicos, fomentar la participación ciudadana y mejorar las condiciones de sustentabilidad medioambiental.

El CGM es el buque insignia de la aplicación de esta visión a la ciudad, con un foco claro en la utilización de datos y herramientas tecnológicas para mejorar la fluidez de la circulación, en el entendido de que reducir los tiempos de viaje es un aspecto importante para mejorar la calidad de vida urbana. En particular, la mayoría de las acciones del CGM apuntan a mejorar la circulación para los vehículos motorizados privados. Esto se refleja en el foco del plan anunciado recientemente para los semáforos, así como en algunas de las iniciativas previas, como la medición e información a tiempo real de tiempos de viaje en auto y la información actualizada sobre calles cortadas para vehículos.

Algunas de estas acciones están especialmente orientadas a afectar el comportamiento de los usuarios para optimizar la utilización de la red vial. Por ejemplo, el CGM provee información del tiempo de viaje en auto del mismo trayecto utilizando distintas rutas, no solo para que las personas puedan tomar decisiones más informadas sobre su movilidad, sino también para afectar el comportamiento de los conductores de manera de distribuir el tráfico motorizado entre las distintas vías y así aprovechar la capacidad vial de manera más eficiente.

Sin embargo, la ruta elegida no es la única decisión que se ve afectada por las políticas de movilidad. Por ejemplo, cuando las personas deciden qué medio de transporte utilizar en sus viajes habituales, tienen en cuenta el costo, rapidez y comodidad de cada medio de transporte. Por tanto, cualquier medida que disminuya los tiempos de viaje en auto también puede llevar a que más personas opten por este medio de transporte frente a otras alternativas.

Si bien este efecto puede pasar desapercibido al evaluar el efecto de políticas concretas en el corto plazo, en el largo plazo es muy relevante. Dado que los autos son el medio de transporte más ineficiente en el uso del espacio, esto tiende a aumentar la congestión y a aumentar los tiempos de viaje para todas las personas. De esta manera, si bien los tiempos de viaje pueden disminuir en el corto plazo para algunas personas, los efectos secundarios sobre la elección de medio de transporte deben ser medidos y tenidos en cuenta al evaluar los resultados de las acciones aplicadas.

Esto no solo resalta la importancia de medir los efectos sobre el tiempo de viaje, sino también de considerar los efectos globales sobre otras variables que hacen a la vida urbana. Los recursos tecnológicos y humanos deberían orientarse al cumplimiento de esos objetivos: no solo mejorar los tiempos de viaje, sino también mejorar el entorno urbano, disminuir el ruido y la contaminación, mejorar el paisaje visual y auditivo, dar lugar a la vida urbana, disminuir las emisiones asociadas al transporte, promover la accesibilidad (que personas de distintas edades y con discapacidades puedan ejercer el derecho a la movilidad) y la equidad (que los tiempos y comodidad de los trayectos no estén determinados por el nivel de ingresos, edad, sexo o situación de discapacidad).

Actualmente, en Montevideo los autos son el medio de transporte más conveniente para la mayoría de los viajes, algo que lleva a que a medida que crecen los ingresos disponibles, aumente cada vez más la proporción de personas que utilizan este medio de transporte, comprometiendo los objetivos mencionados.

Inteligencia aplicada a la movilidad sostenible

Para evitar la degradación urbana, el eje de la gestión de movilidad debe ser facilitar la movilidad de las personas en el territorio, no el simple flujo de vehículos. Los autos son -con distancia- el medio más ineficiente para llevar personas a través de una intersección, mientras que el más eficiente es el transporte público (ver gráfico). Por lo tanto, para agilizar el movimiento de las personas en la ciudad, no alcanza con tratar a autos y ómnibus como iguales: es necesario favorecer decididamente al transporte público por sobre el transporte individual.

Foto del artículo 'Inteligencia aplicada a la gestión de la movilidad'

Una ciudad inteligente debería ofrecer a sus habitantes múltiples alternativas de movilidad: transporte público de calidad, soluciones de movilidad compartida y opciones atractivas de movilidad activa (ciclovías segregadas, velocidades máximas adecuadas en caso de compartir la calle con vehículos motorizados, bicicletas compartidas, en especial eléctricas), ofreciendo opciones de movilidad puerta a puerta sin la dependencia del vehículo privado (“movilidad como servicio”). Además, debería comunicar claramente los objetivos de las políticas urbanas, evaluar y medir los efectos de cada acción sobre estos objetivos, e informar claramente a la población sobre los resultados de las políticas aplicadas.

La inteligencia artificial y big data tienen potentes aplicaciones para la gestión eficiente del espacio urbano y la promoción de la movilidad sostenible en Montevideo. En particular, las nuevas tecnologías tienen mucho para aportar para que el transporte público se vuelva más atractivo en relación al auto.

En primer lugar, se debería aprovechar esta instancia en la que se están atendiendo los puntos más congestionados de la ciudad para favorecer explícitamente a los ómnibus en los cruces, generando “ondas verdes” que permitan acortar los tiempos de traslado. Esto sería fundamental para contribuir a reducir la brecha entre el tiempo medio de traslado en ómnibus y en auto (que se ubica en 46 minutos en promedio en ómnibus, versus 21 minutos en auto o moto). Este tipo de “ondas verdes” también pueden usarse para ambulancias y otros vehículos de emergencia.

En segundo término, ya existe la tecnología necesaria para reducir la incertidumbre y los tiempos de espera innecesarios y mejorar la experiencia del usuario de transporte público. Según información de la aplicación privada Moovit, en Montevideo los usuarios esperan en la parada durante una media de 14 minutos antes de que pase el ómnibus.2 Una inversión que contribuiría a mejorar la experiencia sería la instalación de paneles en las paradas que informen el tiempo estimado hasta el siguiente ómnibus (en tiempo real). En un sentido similar y escalable con menos recursos, es posible mejorar la aplicación "Cómo ir". Si bien se han ido incorporando prestaciones y mejorado la calidad, aún no permite visualizar todos los ómnibus con sus horarios de arribo en tiempo real, lo que le quita confiabilidad.

Por último, pero fundamental, la información a gran escala que está disponible, debería usarse como insumo para un plan más ambicioso de mediano y largo plazo que racionalice los recorridos y mejore los horarios y frecuencia del sistema.

Las tecnologías “inteligentes” también tienen potencial para incentivar traslados en modos activos. Usar la información disponible para tratar la bicicleta como un modo prioritario, mejorando la seguridad y comodidad de la infraestructura, priorizar rutas óptimas (por ejemplo, evitar repechos y desvíos innecesarios), estudiar qué caminos eligen quienes andan en bicicleta y por qué, para mejorarlos, por ejemplo, priorizando a las bicicletas en los cruces.

Asimismo, la tecnología puede contribuir a mejorar la caminabilidad de la ciudad. En las intersecciones con mucho tránsito automotriz, los semáforos deben proteger a los peatones. Los semáforos inteligentes pueden usarse para priorizar a las personas a pie, si se invierte en la tecnología necesaria para identificarlas. Es un campo fermental en el que ha habido desarrollos recientes para adaptar el tiempo de cruce a la cantidad de personas y a sus necesidades. Por ejemplo, este año se está llevando adelante un proyecto experimental en la ciudad alemana de Lemgo, que utiliza cámaras de alta resolución y sensores de radar. Un software cuenta la cantidad de peatones que esperan en una intersección e identifica su edad o situación de discapacidad, con el fin de darles el tiempo adecuado para cruzar la calle.

Otra posible acción pro-peatón en los semáforos con sensores es incorporar el estado del tiempo como una de las consideraciones para aumentar la frecuencia del paso peatonal. Por último, la mejora de la experiencia peatonal y la inclusión de usuarios vulnerables puede hacerse incluso mejorando tecnología simple como los botones para solicitar el paso peatonal, haciendo que su efecto sea más evidente y rápido, y acompañándolos de paneles que informen el tiempo que falta para el cruce.

A su vez, otro modo de utilizar tecnología que ya está disponible para favorecer los traslados a pie sería desarrollar aplicaciones o mecanismos simples para que las personas puedan reportar autos estacionados en veredas o ciclovías, que realmente funcionen, actúen rápido, se multe a los infractores y se informe a las personas que se actuó al respecto, de forma similar a como funciona el número para denunciar contenedores de basura desbordados.

Bienvenida la política basada en evidencia

Las nuevas tecnologías permiten obtener y procesar volúmenes cada vez más grandes de información. Esto ofrece oportunidades que cada vez más ciudades están aprovechando para aplicar políticas informadas y efectivas orientadas a mejorar la calidad de vida en los entornos urbanos. Montevideo está desarrollando las capacidades técnicas y tecnológicas para incorporar estas nuevas fuentes de información a problemas concretos de la ciudad. Pero la manera en que se usan estas nuevas herramientas no es trivial, y la experiencia muestra que los modelos matemáticos que no incorporan los efectos de las políticas sobre las decisiones de movilidad de las personas (en particular respecto a qué medio de transporte usan) pueden llevar a resultados contraproducentes respecto a los objetivos planteados (incluso la fluidez vehicular), a pesar de que a corto plazo parezcan positivos.

Ni los semáforos más inteligentes que existen pueden solucionar completamente el problema de la congestión de tránsito en hora pico. Para hacer eso, se necesitan menos autos y eso requiere hacer atractivas las alternativas de movilidad. Los recursos tecnológicos y humanos disponibles deberían enfocarse en hacerlo posible.

Los autores pertenecen al Colectivo Ciudad Abierta, que busca impulsar cambios factibles para generar ciudades más sostenibles y a escala humana.


  1. La información es pública y se puede acceder en https://congestionvial.montevideo.gub.uy/ 

  2. Moovit. Índice de transporte público de Montevideo.