A pesar de que Uruguay es uno de los países con menores niveles de desigualdad dentro de América Latina, esta aún persiste y es continuo motivo de preocupación. Los grupos de altos ingresos tienen una importante contribución en la desigualdad, ya que acrecientan en gran medida la brecha económica entre la sociedad.

Adicionalmente, cuando se busca explicar la desigualdad de ingresos, los niveles educativos son un factor de suma relevancia. Estudios previos destacan a la educación como uno de los principales determinantes de la desigualdad de ingresos (Alves et al. [2009],1 Martins y Pereira [2004]2 y Lemieux [2006]3). Mayores niveles de educación se correlacionan positivamente con los niveles de ingresos percibidos. A su vez, los retornos educativos son crecientes con los años de educación y heterogéneos entre individuos de distintos percentiles de ingreso, lo que se traduce en un impacto desigualador de estos dentro de la sociedad. De esta forma, al aumentar un año de educación, los individuos perciben diferentes ingresos por este año adicional, según su percentil de pertenencia. Por tanto, la posición en la distribución de ingresos es relevante para explicar la desigualdad.

En este contexto, cobra interés preguntarnos cuál es el rol de la educación en la brecha de ingresos a lo largo de nuestra sociedad. ¿Puede la educación explicar los altos ingresos que perciben unos pocos? ¿O son otros los factores que están influyendo en estos altos ingresos?

Para abordar estas preguntas es importante considerar que el ingreso se constituye, principalmente, por dos componentes: los ingresos provenientes del trabajo y los provenientes del capital. Las remuneraciones laborales son la principal fuente de ingreso de los individuos en las economías contemporáneas, mientras que los ingresos de capital suelen estar distribuidos de forma más desigual y con una alta concentración en una pequeña proporción de la sociedad. Las remuneraciones de capital provienen de diversas fuentes (rendimiento de las empresas, alquileres de propiedades, ganancias por activos financieros, entre otros) y adquieren mayor relevancia cuanto más altos son los niveles de ingreso. De esta manera, las variaciones de ingresos en los sectores de más altos ingresos (top 1%) se deben, en gran parte, a las fluctuaciones en los ingresos de capital.

Una limitante que se encuentra tanto a nivel nacional como internacional es la obtención de datos de los individuos que perciben altos ingresos e ingresos de capital. La Encuesta Continua de Hogares (ECH) del Instituto Nacional de Estadística (INE), principal fuente de datos sobre ingresos a nivel nacional, a pesar de contar con variada información sobre distintos aspectos de la población, presenta problemas de captación de los altos ingresos, subrepresentando a estos grupos en la población. Para salvar esta limitación, en un trabajo reciente que realizamos con Carolina Ardoguein,4 combinamos los ingresos provenientes de la ECH con los provenientes de registros tributarios (DGI-BPS) mediante un método de corrección de ingresos (método BFM, propuesto por Blanchet, Flores y Morgan5). Una vez hecha esta corrección, se obtiene una mejor aproximación a la distribución de ingresos de la población, manteniendo las variables relevantes de la ECH.

Los principales resultados del estudio pueden resumirse en los siguientes puntos: 1) Los rendimientos educativos son diferentes para los individuos ubicados en distintos tramos de la distribución del ingreso, y 2) la asociación entre ingresos y educación es de mayor magnitud en el caso de los ingresos totales (es decir, incluyendo los ingresos de capital) que en los ingresos laborales.

Respecto al primer punto, se puede observar que, para un individuo que pertenece al percentil 99 (top 1% de la distribución de ingresos), el retorno educativo por contar con terciaria o superior como máximo nivel de educación es casi seis veces mayor que para un individuo de iguales características pero que pertenece al percentil 50, para ambas fuentes de ingreso consideradas. En particular, se espera que para un individuo que pertenece al top 1% y que cuenta con terciaria o superior como máximo nivel alcanzado, su ingreso total aumente 311,7% en comparación con un individuo con las mismas características, pero con nivel educativo de primaria o menor.

En los gráficos, que muestran cuánto varía el ingreso adicional por contar con cada tramo de educación para personas de diferentes percentiles, se observan estos resultados. Esta variación del ingreso se mide en porcentajes.

Foto del artículo 'La educación en los grupos de más altos ingresos'

Se presentan los efectos de la educación para ingresos laborales (Gráfico 1) e ingresos totales (Gráfico 2). En estos últimos se incluyen los ingresos de capital, para comparar el impacto de los niveles educativos al considerar ambas fuentes.

Foto del artículo 'La educación en los grupos de más altos ingresos'

Los efectos de los tramos de educación más altos (terciaria incompleta y terciaria completa o superior) son mayores para el percentil 99 que para el resto de los percentiles considerados. Para los tramos más bajos, la diferencia entre retornos educativos para distintos percentiles es menor.

Como se mencionaba en el segundo punto, es relevante destacar que la asociación entre ingresos y educación es de mayor magnitud al incluir los ingresos de capital que cuando se consideran únicamente los ingresos laborales. De esta forma, la educación tiene un mayor poder explicativo en los ingresos al considerar sus dos componentes principales.

Para analizar más exhaustivamente al 1% superior, se indagó en su formación educativa y en el estudio de sus ingresos. Los resultados indican que 68% de este grupo, para el caso de Uruguay, cuenta con terciaria o superior como máximo nivel de educación. A su vez, los individuos que tienen dicho nivel educativo se apropian de la mayor parte de los ingresos del top 1% de la distribución. Por un lado, perciben el 69% del ingreso laboral del grupo de más altos ingresos, lo cual va en línea con su participación en el grupo, mientras que se apropian del 82% del ingreso de capital del 1% superior de la distribución. Esto último indica que existe una alta correlación entre educación e ingresos de capital en el top 1%.

A modo de cierre, se concluye que la educación es determinante para explicar los ingresos, y sus retornos heterogéneos generan desigualdad entre clases sociales. No obstante, la asociación entre ingresos y educación es mayor para las personas que reciben ingresos de capital que para aquellos que son únicamente trabajadores.

Por otra parte, los resultados indican que los individuos con mayor educación son los que mayor ingreso de capital tienen dentro del top 1%.

Esto lleva a cuestionarnos si es la educación la que explica estos altos ingresos provenientes del capital o, de lo contrario, si contar con este tipo de ingresos y pertenecer a los percentiles más altos de la distribución es lo que permite que estos individuos tengan altos niveles educativos.

Adicionalmente, a partir de estos resultados, es de interés indagar cómo influyen otros factores externos, como pueden ser las redes de contactos, la obtención de buenos puestos laborales en emprendimientos familiares, el contexto socioeconómico de las familias, entre otros, en la percepción de altas remuneraciones laborales e ingresos de capital.

Julieta Pessina, investigadora de Cinve. Licenciada en Economía por la Udelar ([email protected]). Blog SUMA de Cinve.


  1. Evolución y determinantes de la desigualdad de remuneraciones por trabajo en Uruguay 1986-2007

  2. “Does education reduce wage inequality? Quantile regression evidence from 16 countries”. 

  3. “Postsecondary Education and Increasing Wage Inequality”. 

  4. Ardoguein, C y Pessina, J. (2022). “Determinantes de la desigualdad: educación y grupos de altos ingresos en Uruguay”. 

  5. “The weight of the rich: improving surveys using tax data”.