Luego de la recuperación de la economía en 2021, que alcanzó un crecimiento de 4,4%, en el primer semestre de 2022 el PIB registró un mayor dinamismo y creció 7,5% con respecto a igual período de 2021, con tasas trimestrales desestacionalizadas de 0,5% y 1,1% en el primer y segundo trimestre respectivamente (Gráfico 1).

Sin embargo, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), los datos de pobreza no acompañan este buen desempeño del PIB, ya que, en el primer semestre de 2022 el número de personas en situación de pobreza fue de 10,7%, por encima del nivel de 2021 (10,2%), aunque algo por debajo de 2020 (cuando subió a 11,6% desde el 8,8% de 2019).

En este mismo sentido pueden leerse los resultados del mercado de trabajo, con tasas de empleo en descenso durante este año, luego de la recuperación de 2021, así como con la continuidad de la caída del salario real desde 2020.

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Actividad económica

Los últimos datos publicados por el Banco Central del Uruguay (BCU) registraron un incremento del PIB desestacionalizado de 1,1% con respecto al primer trimestre de 2022 y un aumento interanual de 7,7% en el segundo trimestre de 2022 con respecto al segundo trimestre de 2021. Cabe señalar que esta comparación recoge la recuperación de la actividad económica frente a un trimestre que todavía registraba altas restricciones por la pandemia y fuerte incremento de contagios.

Prácticamente todos los sectores muestran un crecimiento interanual importante, siendo los vinculados a los servicios de salud, educación, actividad inmobiliaria y otros los de mayor incidencia (2,4 puntos porcentuales [p.p.]). Aquí impacta positivamente el regreso a la normalidad en todas estas actividades, en particular la enseñanza y las actividades recreativas, ya que se compara con igual período de 2021 de escasa presencialidad. En segundo lugar, incide el incremento del sector agropecuario (1,2 p.p.), en el que fue fundamental el clima propicio para las actividades agrícolas (sobre todo soja y maíz) y silvícolas (con destino industrial), así como las buenas condiciones de rentabilidad, debido a los elevados precios internacionales.

Por otra parte, el sector de la construcción, gran motor del crecimiento en 2020 y 2021, ha ido perdiendo dinamismo, en la medida que se va terminando la construcción de la tercera planta de celulosa, aunque las obras vinculadas a la infraestructura portuaria y del ferrocarril todavía se mantienen y finalizarían recién a mediados de 2023.1

Desde el punto de vista del gasto, todos los componentes crecieron en el segundo trimestre de 2022, siendo la demanda externa el componente más dinámico, el cual registró un incremento de 16,3% con respecto al segundo trimestre de 2021. La formación bruta de capital fijo, si bien continuó creciendo en forma dinámica (8,3%), enlenteció su crecimiento respecto del registrado en el primer trimestre del año.

Analizando el desempeño de los diferentes componentes en términos desestacionalizados (Gráfico 2), se aprecia que tanto las exportaciones como la inversión (Formación Bruta de Capital Fijo, FBKF) se encuentran en niveles muy superiores a los de 2019, mientras que el consumo de los hogares recién estaría recuperando el nivel prepandemia. Considerando que el PIB se encuentra más de 4% por encima del nivel de 2019, se observa que el componente consumo de los hogares prácticamente no incidió en esta mejoría.

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Dado que en Uruguay no se calcula la distribución funcional del ingreso, es necesario recurrir a indicadores indirectos para estimarla. Además de los componentes del gasto, se puede analizar el desempeño de la recaudación impositiva sobre los diferentes ingresos. Analizando la recaudación del impuesto a la renta de las personas físicas (IRPF), el que grava a las rentas del capital (dividendos distribuidos, intereses y alquileres) se incrementó 33,3% en el segundo trimestre de 2022 con respecto al segundo trimestre de 2021, mientras que el que grava a las rentas del trabajo apenas aumentó 1,6% en igual comparación, ambas consideradas en términos reales.

Con respecto al mercado de trabajo, luego de la mejora importante que experimentaron todos los indicadores en el segundo semestre de 2021, la tendencia cambió y durante los meses transcurridos de 2022 estos se deterioraron mes a mes (Gráfico 3).2 Por un lado, la tasa de actividad, que nunca alcanzó el nivel de 2019 anterior a la pandemia, descendió durante 2022 y en agosto de este año se encontraba 1,5 p.p. por debajo de febrero del 2020 (pasó de 63% a 61,5% entre febrero de 2020 y agosto de 2022).3 Este comportamiento acompañó la baja en la tasa de empleo, que sí había superado en diciembre de 2021 el nivel previo a la pandemia (58,3%), pero que a partir de allí comenzó a descender, ya que en febrero de 2020 estaba en 56,4% y en agosto de 2022 se situó en 56,6%. Como consecuencia de lo anterior, la tasa de desempleo aumentó con respecto a diciembre de 2021, cuando llegó al 7% de la población económicamente activa (PEA), situándose en 7,9% en agosto de 2022 (en febrero de 2020 se encontraba en 10,5%).

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Otro elemento a tener en cuenta en la evolución del empleo durante el segundo semestre de 2022 es la renovación a partir de julio del programa del gobierno Oportunidad Laboral, con 10.000 empleos por cuatro meses, al que se inscribieron alrededor de 160.000 personas. Sin embargo, estos empleos son de baja calidad, ya que además de tener una duración acotada, implican un salario equivalente a 12 jornadas al mes, con un pago equivalente al 65% de un salario mínimo.

Otra variable clave del mercado de trabajo, el salario real, mostró a partir de marzo de 2020 una caída que se ha mantenido hasta la última información, revirtiendo la tendencia creciente que había experimentado el poder de compra a partir de 2005, y acumulando una pérdida de 3,3% en relación al promedio de 2019. La evolución de los salarios y pasividades (en igual sentido), junto con el deterioro del empleo, implicó una caída en el ingreso de los hogares de 5% comparando el segundo trimestre de 2022 con el promedio de 2019, en términos reales. Esto explica en parte la evolución del consumo de los hogares comentada anteriormente.

Sector externo

Luego de registrar una importante recuperación en 2021 en dólares corrientes, con un incremento de 39,2% con respecto a 2020, las ventas externas de bienes mantuvieron el dinamismo y crecieron 40,9% en los ocho meses de 2022 con respecto a igual período de 2021. Este crecimiento se debe tanto a la mayor demanda externa como a los mejores precios.

La mayor incidencia en este crecimiento fue de las exportaciones de soja, seguidas por la industria frigorífica, aunque también son muy relevantes las exportaciones de pasta de celulosa que se realizan desde zonas francas.

China continuó siendo el principal destino de las ventas externas uruguayas en 2022, seguido de Brasil. Ambos destinos explican más del 35% de las exportaciones del período. Es de destacar, además, el fuerte crecimiento de las exportaciones hacia Argentina, que pasó de representar el 5% del total exportado en 2021, al 9% en los ocho meses de 2022, con un crecimiento en el período de 200%. Los principales productos exportados con este destino fueron soja y automóviles.

Por otro lado, las importaciones de bienes también continuaron creciendo, acumulando un incremento de 36% interanual en el período enero-agosto de este año. Las importaciones de insumos intermedios, petróleo, maquinaria y equipos y bienes de consumo fueron las que más incidieron, provenientes principalmente de China, Brasil y Argentina.

La actividad turística, sector relevante para Uruguay que llegó a explicar cerca del 8% del PIB en años anteriores, estuvo muy limitada durante 2021, debido al cierre de fronteras por la pandemia. Esto se revirtió a partir de diciembre de ese año, de cara a la temporada turística estival. Sin embargo, la cantidad de turistas que ingresaron al país en el primer trimestre de 2022 fueron cerca de 60% menos que los registrados en igual período de 2020, último año sin restricciones. A su vez, el gasto de estos turistas resultó 43% inferior al del primer trimestre de 2020. En los meses siguientes, con menos restricciones, el flujo de turistas siguió aumentando, aunque apareció un nuevo problema: la importante diferencia de precios con Argentina, principal origen del turismo en Uruguay (Gráfico 4). La situación cambiaria de Argentina y la restricción a la adquisición de moneda extranjera a precio oficial para los turistas se transformó en una importante barrera para la llegada de turistas desde la vecina orilla.

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En lo que refiere a la evolución de la competitividad-precio de la economía uruguaya, medida por el tipo de cambio real (TCR), luego de caer 9,3% en 2020, se recupera levemente en 2021 (0,7%) y vuelve a retroceder en los primeros siete meses de 2022 con respecto a igual período de 2021 (5,5%).3

Sin embargo, la evolución ha sido dispar cuando se discrimina por regiones. Con respecto a los países de la región (Argentina y Brasil), cayó en 2021 y mejoró levemente en los primeros siete meses de 2022 (0,4%), mientras que en la extraregión la competitividad medida por el TCR mejoró en 2021, pero empeoró en lo que va de 2022.

Sector público y política fiscal

Luego de cerrar 2020 con un déficit de 5,9% del PIB, las cuentas públicas fueron mejorando en 2021, cerrando el año con un déficit equivalente a 4,1% del PIB, como consecuencia de la recuperación de los ingresos fiscales (6,7%) y de un aumento del gasto prácticamente nulo (0,3%), ambos considerados en términos reales. Durante los primeros meses de 2022 la recaudación siguió aumentando y los gastos se mantuvieron casi estables, cerrando los doce meses a agosto de 2022 con un déficit de 2,7% del PIB.

La recuperación de los ingresos en el año móvil terminado en agosto de 2022 respondió al aumento de la recaudación impositiva, debido fundamentalmente al aumento de los impuestos al consumo: comparando el año móvil terminado en agosto de 2022 con respecto a igual período de 2021, la recaudación del Impuesto al Valor Agregado (IVA) tuvo un incremento real de 10% y el Impuesto Específico Interno (Imesi) de 3,6%. La evolución de la recaudación del IRPF es una muestra de la recuperación desigual de la economía comentada antes:4 mientras la recaudación global del IRPF fue de 5,4% en el período, los ingresos referidos a las rentas del capital se incrementaron 18,2%, mientras que los de la renta del trabajo aumentaron sólo 2,5%. En el mismo sentido resultaron los incrementos del impuesto a las rentas empresariales (IRAE), con un incremento de 6,8%, y del impuesto a las rentas agropecuarias (IRA-Imeba), que registró un aumento de 28,5%.

Con respecto a los egresos, el único rubro que aumenta son las inversiones, pero desde niveles mínimos, encontrándose aún por debajo del valor de 2019. En tanto, caen todos los egresos primarios del Gobierno Central, remuneraciones, gastos no personales, pasividades y transferencias. La caída de estos rubros responde fundamentalmente a la reducción de salarios públicos en términos reales, así como pasividades,5 y gran parte de las transferencias, también ajustadas con criterios similares.

Todos los gastos vinculados a la pandemia se recogen en lo que el gobierno llamó Fondo Covid, que se constituyó en el mes de abril de 2020 y en 2021 representó 1,6% del PIB. En 2022 ha ido descendiendo, representando el 0,7% del PIB en los doce meses cerrados en agosto. Este fondo refleja fundamentalmente el pago de subsidios por desempleo, por enfermedad, apoyo a familias de menores ingresos y gasto en insumos médicos y vacunas.

Política monetaria, inflación y tipo de cambio

Uruguay no es ajeno a la aceleración de la inflación que se ha dado en el mundo, primero como consecuencia del incremento de la demanda por las políticas monetarias expansivas de los países desarrollados, y a partir de marzo con el nuevo ingrediente de la invasión de Rusia a Ucrania. La inflación cerró 2021 en 8%, situándose nuevamente por encima del rango meta (3% a 7%) establecido por la autoridad monetaria, y continuó acelerándose hasta situarse en 9,95% en los 12 meses terminados en setiembre de 2022 (Gráfico 5). Además, hay que tener en cuenta que el BCU redujo el rango meta a partir del mes pasado, estableciéndolo entre 3% y 6%. Esto deja aún más lejos los valores actuales del objetivo de la política monetaria.

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Luego del fuerte incremento de la inflación en 2020, como consecuencia del aumento del dólar y el ajuste de las tarifas públicas, en la primera mitad de 2021 la inflación se fue moderando debido a la estabilidad del dólar, la caída de la demanda interna y la postergación del incremento de las tarifas de los combustibles en los primeros meses de ese año. Esto último a pesar de que, a partir de junio de 2020, se puso en vigor una nueva regla para el ajuste del precio de los combustibles teniendo en cuenta los Precios de Paridad de Importación (PPI) así como otros costos por subsidios cruzados, pero no comenzó a aplicarse hasta mediados de 2021.

A partir de allí el gobierno comenzó a cumplir parcialmente esta regla y a ajustar los precios de los combustibles, impactando en la inflación que comenzó a acelerarse. A ello se le sumó también la tendencia al alza de los precios internacionales, consecuencia del incremento de la demanda por la salida de las restricciones de la pandemia. A principios de 2022, con el estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania, el petróleo y los principales commodities alimenticios experimentaron nuevos incrementos, lo que volvió a impactar en la inflación. A pesar de que las causas del incremento inflacionario están en factores externos a la economía, ya que la demanda interna apenas está retornando al nivel de 2019, el BCU continuó incrementando la Tasa de Política Monetaria (TPM), fijándola en octubre de 2022 en 10,75%. Sin embargo, las expectativas de los agentes, recogidas en la encuesta mensual que lleva adelante el BCU, también fueron incrementándose y se encuentran por encima del techo del rango meta, tanto para 2022 como para un horizonte de 12 y 24 meses.

Perspectivas

Luego de la aceleración del crecimiento en el segundo trimestre de este año, debido a las buenas condiciones climáticas y los buenos precios internacionales, y en línea con la finalización paulatina de las grandes obras de infraestructura que han venido impulsando el crecimiento, el segundo semestre del año muestra un enlentecimiento en algunos indicadores de avance, como la fuerte caída en la faena, la persistencia de la contracción del ingreso de leche fluida a las plantas procesadoras, e incluso la caída de las exportaciones en setiembre.

Por otra parte, la situación futura de la economía uruguaya, al igual que la de la economía mundial, está sujeta a gran incertidumbre, ya que una parte importante del posible impacto que podría recibir depende del futuro de la guerra entre Rusia y Ucrania, y de cuán rápido se desarrolle la política contractiva de Estados Unidos y Europa con vistas a contener la inflación, lo que podría tener efectos negativos sobre la demanda de las exportaciones uruguayas, acentuando la caída de los precios internacionales de estos productos.

En lo que refiere a nuestros dos grandes vecinos, Argentina y Brasil, ambos se encuentran en situaciones complejas. Argentina se enfrenta a la obligación de cumplir con el acuerdo con el FMI, sujeto a restricciones crediticias, de escasez de reservas y con una inflación que podría llegar al 100% a fin de año. Brasil, por su parte, con un crecimiento proyectado muy exiguo para 2022, con elecciones presidenciales muy radicalizadas, y un posible cambio radical en la futura conducción del país, de acuerdo con lo que vaticinan las encuestas.

Los resultados de proyecciones propias del PIB de Uruguay indican un crecimiento de 5% para 2022, mientras que sería algo menor en 2023 y 2024 (Gráfico 6). De acuerdo con la mediana de las expectativas de la encuesta mensual que realiza el BCU, para 2022 el crecimiento sería de 5%, de 3,0% para 2023 y 2,5% para 2024.

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Sin embargo, más allá de la proyección global del PIB, las diferencias en las trayectorias sectoriales condicionan un crecimiento más parejo. Analizando desde la demanda, el fuerte empuje que tuvo la economía en estos últimos dos años desde la demanda externa se va enfriando y lo mismo se puede proyectar para las inversiones, una vez finalizadas las grandes obras vinculadas a la nueva planta de celulosa e infraestructura conexa. La demanda interna va a continuar débil, con salarios y pasividades recién recuperando el poder de compra anterior a la pandemia hacia fines de 2024, y con un mercado de trabajo que exhibe avances y retrocesos. Por otra parte, tampoco se espera dinamismo desde el gasto público, dado el objetivo de reducción del déficit fiscal basado en la reducción del gasto.

Con relación a la inflación, y de acuerdo con la encuesta de expectativas del BCU, esta se mantendría por encima del techo del rango meta (entre 3% y 6%), ubicándose este año en 8,9% y el siguiente en 7,5%. En función de ello, y de acuerdo con los comunicados del Comité de Política Monetaria (Copom), es probable que el BCU continúe ajustando al alza la TPM, incrementando el sesgo contractivo.

Por su parte, se prevé que el resultado fiscal siga mejorando con respecto a los valores de 2021, dada la mejora en la recaudación, el fin de los gastos vinculados a combatir la pandemia, la política salarial restrictiva que se lleva adelante y la voluntad expresa del gobierno de no incrementar el gasto.

En suma, una vez superada la emergencia sanitaria, la actividad económica de los diferentes sectores se ha ido normalizando, con el mayor impulso desde la agroindustria exportadora, y con grandes obras de infraestructura que finalizan entre 2022 y 2023, y con los sectores de servicios creciendo como consecuencia del regreso a la normalidad. Sin embargo, el turismo desde Argentina, que representa alrededor del 65% de los turistas que visitan Uruguay, está lejos de volver a los niveles previos a la pandemia, sobre todo como consecuencia de la importante diferencia cambiaria entre ambos países. En este contexto, se espera que la economía uruguaya siga creciendo, ya superado el nivel de actividad previo a la pandemia, aunque las tasas se irán moderando. Sin embargo, los ingresos de los trabajadores y pasivos recién podrían volver al nivel de 2019 al final de 2024.


  1. Se trata de una segunda planta de la empresa finlandesa UPM, y tercera planta de celulosa en Uruguay. A ella se sumó la construcción de la nueva línea ferroviaria, Ferrocarril Central, así como la ampliación de obras en el Puerto de Montevideo, y obras en rutas y accesos. 

  2. También hay que tener en cuenta que ha habido varios cambios metodológicos en la Encuesta Continua de Hogares que lleva adelante el INE a partir de marzo de 2020, por la emergencia sanitaria, y en el segundo semestre de 2021, cuando se pasó a un panel rotativo. 

  3. Este índice es elaborado por el Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la República (Udelar) e incluye a Brasil, Argentina, la Eurozona, Reino Unido, los países del NAFTA (actualmente T-MEC) y China. 

  4. Anteriormente se comentó la variación del segundo trimestre de 2022 con respecto a igual período de 2021, mientras que aquí se analizan las variaciones del año móvil terminado en agosto de 2022 con respecto a igual período de 2021, ambas en base a valores en pesos constantes. 

  5. En Uruguay, el ajuste de las pasividades está establecido en la Constitución y debe realizarse por el Índice Medio de Salarios (IMS), o sea que recoge la caída de salarios públicos y privados.