A pocos días del comienzo de la invasión de Ucrania por parte de Rusia empezaron a circular rumores acerca de la existencia de un misterioso piloto que sobrevolaba los cielos ucranianos en un caza Mikoyan MiG-29, quien supuestamente habría derribado seis aviones rusos. En redes sociales lo bautizaron “el fantasma de Kiev”.

Quizás este no sea el fantasma más real (¿ni más temido?) que se haya dejado ver en la guerra de Ucrania. Para averiguar si existe algo más allá, los autores de esta columna tomamos nuestros mejores equipos de investigación paranormal y pusimos manos a la obra.

El dinero y la guerra

Dejando de lado las cuestiones éticas, políticas y legales del asunto, no cabe duda de que para llevar adelante la guerra se necesita movilizar muchísimos recursos, tanto humanos como materiales. Dentro de estos últimos, el dinero es uno de los principales. En definitiva, el dinero es uno de los inventos más importantes de la humanidad, en tanto representa un mecanismo ágil y eficiente para intercambiar bienes y servicios, cuya virtud cobra especial relevancia en un conflicto bélico.

Señalan los historiadores que la escasez de gasolina fue uno de los factores que aceleró la caída de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, durante el transcurso de 1944. La ausencia de una cadena confiable de intercambios económicos que asegurara el aprovisionamiento de combustible para sus tanques de guerra resultó ser un factor clave detrás del declive.

El arte de la guerra, de Sun Tzu (escrito en el siglo 5 a. C.), nos recuerda que “cuando un país está empobrecido por las operaciones militares a causa del costo de los transportes a largas distancias, el acarrear los suministros desde lejos deja al pueblo en la miseria”. Estos fenómenos muestran su lado más brutal al analizar la situación económica de las víctimas, familias que pierden todos sus recursos materiales en el intento de preservar sus vidas y las de sus seres queridos.

En estos tiempos modernos, los sistemas alternativos de intercambio de valor, como pueden ser el bitcoin y otras criptomonedas, irrumpen en los escenarios de guerra como mecanismo de contrapeso (y en algunos casos, de salvaguarda) frente a un sistema financiero que deja entrever algunas de sus desventajas. Linterna en mano, revelamos así a nuestro verdadero “fantasma de Kiev”.

La vida en una wallet: la movilidad del valor en situaciones críticas

Dentro de las diversas características del dinero se encuentra la portabilidad, esto es, la capacidad de un determinado bien (oro, billetes, criptomonedas, etcétera) de ser fácilmente transportable, facilitando así su utilización como método de intercambio. Esta cualidad reviste especial importancia en situaciones críticas como la guerra, ya que quienes escapan del territorio invadido necesitan que el resguardo de su esfuerzo (y sustento de vida) pueda transportarse sin mayores inconvenientes.

En este sentido, bitcoin y (en menor grado) el resto de las criptomonedas ofrecen ventajas únicas, ya que son una de las pocas herramientas que permiten transportar y utilizar valor sin requerir aval, permiso o la participación de intermediarios (bancos, cámaras de liquidación y compensación, entre otros), sin mover objetos físicamente y con nula o muy baja probabilidad de ser robados, confiscados o perdidos.

¿Los bancos congelan los depósitos? ¿Soldados o funcionarios de aduana corruptos quieren robarme? ¿La moneda de mi país se está desplomando? No hay problema, mi dinero está fuera del alcance y el control de este tipo de factores; llevo “mi vida” en una wallet. Así lo evidenció el relato de un ucraniano en un tuit que se volvió viral.1

Naturalmente, no todo es color de rosas. La brecha tecnológica y educativa sigue siendo un obstáculo para la viabilizar la utilización masiva de estos instrumentos, lo que a su vez impacta sobre su liquidez y volatilidad. Por otra parte, no es menos cierto que, en base a estas mismas características, los “malos de la película” (dejando al margen lo problemático del calificativo) puedan evadir cualquier tipo de sanciones o medidas instrumentadas a través del sistema financiero tradicional.

Ahora bien, como al final del día todo se trata de las alternativas, y volviendo a poner el foco sobre las víctimas de la guerra, las criptomonedas no dejan de ser una salida real ante la falta de respuestas por parte del sistema financiero tradicional. En efecto, esto es lo que aumenta el efecto disruptivo del fenómeno.

Cuestiones del sistema financiero tradicional

Como parte del paquete de sanciones económicas impuestas a Rusia por parte del bloque de países de occidente, la semana pasada se excluyó a los principales bancos rusos del Swift (Society for World Interbank Financial Telecommunication), el sistema internacional que nuclea a más de 11.000 entidades financieras de 204 países, y permite la transmisión ágil, eficiente y estandarizada de información relativa a las transferencias bancarias internacionales.

En resumidas cuentas, esta sanción implica que a los referidos bancos les será mucho más costoso (y en algunos casos, prácticamente imposible) ejecutar transferencias bancarias internacionales. Parece poco, pero los costos reales son inmensos. Basta pensar en el impacto que esto tiene en las importaciones y exportaciones de una economía, por poner un ejemplo.

Además, se dispuso el congelamiento de las reservas del Banco Central de Rusia radicadas en el exterior, lo que desató una “corrida bancaria” de los depósitos del Sberbank (principal banco de Rusia). Este fenómeno se extendió incluso a sus sucursales radicadas en Europa Occidental, lo que ameritó la imposición de límites a los retiros en efectivo (“corralito”) y una serie de intervenciones por parte de autoridades de supervisión bancaria, tanto locales como extranjeras. Muestra de ello son las largas colas de gente esperando para retirar sus fondos en cajeros automáticos semivacíos. En la misma línea, se produjo un desplome del rublo ruso frente al dólar estadounidense y, en menor medida, de la grivna ucraniana, desnudando la pérdida de confianza en las respectivas monedas.

Por su parte, Ucrania también “acusó recibo” de las desventajas del sistema financiero tradicional, cuyo modelo está basado en la centralización y depende en mayor medida de la acción (y voluntad) humana. Ante la imperiosa necesidad de obtener recursos para hacer frente a las acciones bélicas de Rusia, y frente a los problemas operativos inherentes al sistema bancario de un país en guerra, el gobierno ucraniano dio un giro tan inesperado como histórico: en su cuenta oficial en Twitter, solicitó donaciones en criptomonedas2 y publicó las direcciones de sus billeteras electrónicas. Al cierre de esta columna, y según informa el portal de noticias Observatorio Blockchain, las donaciones ascienden a 22 millones de dólares.3

También se han recibido donaciones de individuos y de organizaciones por otros canales. Por ejemplo, la empresa de intercambio de criptomonedas Binance donó 10 millones de dólares en criptomonedas para apoyar a los ciudadanos ucranianos; mientras que el creador de Ethereum, Vitalik Buterin, hizo lo propio promocionando el sistema de donaciones a través de UkranieDAO (una especie de entidad de gobernanza cripto creada para recaudar fondos).

Preguntas sin responder

¿Estos episodios generan una concientización forzosa sobre las ventajas de las criptomonedas? ¿Aceleran su adopción masiva? ¿Impactan en los modelos de negocio centralizados que hoy existen, también, en la “industria cripto”? Para ser honestos, nadie podría responder esto con certeza.

La inmediata recuperación del precio del bitcoin y de las principales criptomonedas, así como el aumento de su comercialización en las fechas en que se efectivizaron las sanciones a Rusia,4 constituyen tímidos indicios que podemos tomar como referencia para anclarnos y formar opinión al respecto. Como siempre, será el tiempo el que terminará dilucidando si estamos ante el inicio de un cambio de paradigma o ante un episodio más dentro del universo de las criptomonedas, como tantos otros que hemos visto en los últimos años.

El primer fantasma que recorrió Europa advertía, desde el punto de vista teórico, sobre los peligros del sistema económico imperante y, en particular, de la propiedad privada de los medios de producción. El nuevo fantasma revela, desde un punto de vista práctico, las deficiencias de las monedas y de un sistema financiero basados en el paradigma de la centralización, ofreciendo una alternativa que horroriza y maravilla a partes iguales. Cada quien es libre de elegir en qué medida asustarse.


  1. https://twitter.com/usleepwalker/status/1497255981851496449 

  2. Concretamente, en Bitcoin, Ether y USDT, la criptomoneda estable con paridad con el dólar: https://twitter.com/Ukraine/status/1497594592438497282 

  3. Las donaciones cripto a Ucrania suman US$ 22,8 millones, cuatro de la DAO de Pussy Riot. Obsrvatorioblockchain.com

  4. “Bitcoin Volume Spikes in Russia and Ukraine as Sanctions Hit”, Bloomberg