Esta semana el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó el informe mensual de inflación, que mostró una suba de precios en la medición anualizada de 9,38%, el valor más alto desde finales de 2020 y el mayor incremento para el trimestre inicial del año (4,42%) desde 2016. Los números, y en particular el aumento del rubro alimentos, mayor a 13% en los últimos 12 meses, generan tensiones y plantean desafíos para el gobierno sobre la recuperación del poder de compra perdido por los trabajadores en los últimos dos años.

En ese marco, los analistas prevén que la inflación continuará por encima de 9% en los próximos meses y que no se frenará la suba de los alimentos, con distintas visiones sobre si hay riesgo o no de superar la barrera de 10%. En tanto, el Banco Central del Uruguay (BCU) tomó una decisión para avanzar hacia una política monetaria contractiva, lo que en la literatura económica es una medida que tiende a buscar contener la suba de precios.

Este jueves se reunió el Comité de Política Monetaria (Copom) –integrado por las jerarquías del BCU como asesoras y por los tres directores como decisores–, que decidió, “ante la consideración de la situación económica y en un contexto internacional de presiones inflacionarias”, elevar la tasa de interés de referencia de 7,25% a 8,5%.

Dicha tasa viene a representar el precio del dinero, porque es lo que pagan los bancos por obtener liquidez a un día de plazo. Ya tiempo atrás el BCU cambió el sesgo de la política monetaria de un escenario expansivo –que aplicaron Uruguay y el resto de los países producto de la pandemia en busca de asegurar liquidez (dinero circulante)– a uno contractivo, priorizando el combate a la inflación.

El BCU analizó que “las expectativas [de inflación] de los agentes continúan fuera del rango meta [entre 3% y 7%]” a raíz de que “la incertidumbre respecto a la duración del shock externo es importante”. Ante esto, el Copom incrementó la tasa de referencia “por encima de lo anticipado en anteriores reuniones” y adelantó “un nuevo aumento en la próxima sesión de mayo”, además de que “se espera que en las siguientes reuniones este proceso continúe, buscando el objetivo central de alinear las expectativas de inflación al rango meta”.

Perspectivas que bordean los dos dígitos

Distintos analistas consultados por la diaria dijeron que las presiones inflacionarias no cederán, en especial las ligadas a factores internacionales, y durante el primer semestre el índice de precios del consumo (IPC) estará arriba de 9% y rondando los dos dígitos. Esto último, si bien no tiene implicancias directas, significa una barrera psicológica que en el pasado cuando se superó encendió diversas alarmas a nivel político, social y sindical. A su vez, los economistas consideraron marginal el efecto de las medidas que ha impulsado el gobierno en las últimas semanas.

Giuliano Cantisani, analista de CPA Ferrere, dijo que “el fuerte aumento de los precios internacionales impulsó el precio de la carne, los panificados y los lácteos” en el mercado local; “no obstante, el ajuste de estos precios se ha dado de manera parcial, por lo que es esperable que dicho proceso continúe en abril”.

Para Ignacio Umpiérrez, del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), hoy “continúan predominando factores externos” que impactan sobre los precios “de los alimentos y los combustibles”, sumado a “factores climáticos en el caso de frutas y verduras y los huevos”. Agregó que, tomando los últimos 12 meses, “el componente transable”, que son los factores ligados al sector externo más el combustible, explicó “60% de la inflación, cuando su peso relativo en la canasta es algo superior a 40%”, lo que a su entender “reafirma las presiones inflacionarias externas”.

Por su parte, Silvia Rodríguez, del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve), apuntó que “los alimentos no elaborados y más específicamente carnes, frutas y verduras registraron una inflación mensual conjunta de 2,9%” en marzo. “En los meses anteriores, la dinámica de aumento de precios estaba impulsada por los transables, que absorben el impacto de los aumentos de precios internacionales”, dijo la economista, pero en marzo “se conjugaron aspectos internos y externos”. Más allá de esto último, dijo que “las presiones internacionales son el principal factor que impulsa la inflación al alza”.

Florencia Carriquiry, de la consultora Exante, señaló que podría haber “alguna suba adicional” en algunos alimentos en “abril y mayo”, mientras que la evolución de los precios de las frutas y las verduras debería “moderarse”. “Por lo menos hasta mayo habrá una inflación arriba de 9%. El escenario actual nos obliga a ser cautelosos y no descartar una inflación de dos dígitos, porque cualquier sorpresa nos dejaría cerca de ese umbral”, añadió Carriquiry. En el segundo semestre la previsión es que el IPC ceda, y que cierre el año en torno a 8%.

“Son fundamentos que parece que no se van a revertir en el corto plazo”, advirtió Umpiérrez, y agregó que como “contracara” de los impactos internos de este proceso de alza internacional de los commodities que exporta Uruguay habrá “aumento de la actividad vía mayor demanda externa y debilidad del dólar”, en conjunto con los riesgos inflacionarios. “Ese combo tiene implicancias distributivas asimétricas entre sectores de actividad y a nivel de los ingresos de los hogares”, indicó.

En el caso del Cinve, proyecta 8,6% de inflación para diciembre de 2022. “La trayectoria prevista implica que a partir de octubre de este año los guarismos se moderarían, con lo que a lo largo del año, sobre todo en el primer semestre, la inflación se ubicaría con mayor probabilidad por encima de 9%, en especial en los meses que siguen, y podría aproximarse incluso al nivel de 10% anual”, complementó Rodríguez.

En la visión de la consultora CPA, “las presiones externas”, en virtud del alza de los precios internacionales, “persistirían al menos hasta mediados del año, por lo que es esperable que los alimentos continúen presionando al alza”. CPA espera que la inflación “se mantenga en torno a 9,5% en los próximos meses, para luego descender sobre finales de año, cerrando 2022 algo por encima de 8%”. Cantisani dijo que “en principio” no se prevé que el IPC “supere el umbral de 10%, aunque no es un escenario descartable”.

Impacto marginal

A raíz de la suba de los precios y en especial de los alimentos, el gobierno primero planteó que analizaba medidas y luego realizó algunos anuncios, aunque no descartó que lleguen nuevos. Por un lado, se redujo por un mes –con posibilidad de extenderlo un mes más– el IVA al asado de tira, que tiene una tasa de 10%, aunque, en acuerdo con los actores privados del sector (frigoríficos y carniceros), se acordó una baja del precio desde más de 300 pesos a 230 pesos. En agregado, se acordó con los privados que por un mes no haya nuevas listas de precios de los demás cortes de carne. En tanto, esta semana en el Parlamento se aprobó otra norma para exonerar del IVA de 10% al pan blanco, la galleta de campaña, los fideos y las pastas.

Sobre las medidas, Cantisani dijo que “si bien contribuirían a contener parcialmente el aumento de algunos precios, no esperamos que tengan un impacto significativo”. En igual sentido se pronunció Carriquiry, que planteó que si bien en los valores de esos productos habrá “un impacto”, a nivel de la medición del IPC el efecto será “muy marginal”, ya que “no son determinantes” dentro de la canasta de artículos que abarca la medición.

Umpiérrez, por su parte, evaluó que el impacto será “muy acotado y transitorio”. Analizó que “son medidas heterodoxas para contener situaciones de muy corto plazo en los niveles de precios de este tipo de bienes y de alguna forma aliviar la presión sobre precios muy sensibles de la canasta”, pero “claramente no es una solución de fondo para el fenómeno inflacionario”.

“Entendemos que estas medidas van en el sentido correcto, pero su efecto probablemente sea pequeño”, dijo Rodríguez. “Se presentan algunos riesgos acerca de si las medidas de reducción del IVA se concretarán en reducciones de precios para los consumidores, ya que el productor o los comerciantes en las distintas etapas podrían trasladar sólo parcialmente la reducción del IVA”, advirtió.