El 8 de marzo parecía un día tranquilo en la Bolsa de valores de Londres (London Stock Exchange), hasta que las cosas se empezaron a torcer. Algo andaba mal y el níquel parecía ser el responsable de la agitación. Este commodity, que en general no recibe tanta atención como el resto, se utiliza en procesos industriales, desde la creación de monedas hasta acero inoxidable y baterías. De esta manera, si bien no tiene el protagonismo que tiene el petróleo, el precio del níquel es muy relevante para la economía, es clave en la planificación de los costos de producción y, por esa vía, en los precios finales que paga el consumidor.

Dada la dinámica de su oferta y demanda, su precio tiende a ser relativamente estable, al menos en perspectiva comparada; su valor en bolsa oscila generalmente unos cientos de dólares por día sin demasiados sobresaltos. O al menos así era hasta el 8 de marzo, cuando su valor se disparó más de 20.000 dólares. Y la cosa no terminó ahí. Para las seis de la mañana del día siguiente, el precio ya se había más que duplicado nuevamente y rozaba los 100.000 dólares por tonelada.

¿Qué fue lo que sucedió? Nada más y nada menos que lo que se conoce como un short-squeeze, es decir, una compra masiva por parte de un grupo de agentes con el objetivo de “apretar” a otros agentes con una posición de short en el níquel (o sea, que apostaban a que el precio del activo baje), obligándolos a cancelar su posición y haciendo que el precio del activo suba aún más. Lo mismo que sucedió el año pasado en el famoso caso del subforo de Reddit Wall Street Bets.1

La movida, que le costó a algunos miles de millones de dólares, hizo que la Bolsa de Londres suspendiera la actividad, imposibilitando la compraventa de níquel temporalmente. Es la primera vez en 30 años que sucede algo así.

La ley inviolable

Hasta acá podríamos decir que esta operación no es más que otro ejemplo que ilustra la ley de la jungla financiera. El aislamiento de Rusia del mercado mundial, que jugaba un rol importante en el mercado del níquel a través de Norilsk Nickel —empresa con grandes operaciones en Siberia—, generó la oportunidad para que algunos inversores se arriesgaran en busca de ganancias extraordinarias a costa de otros. Lo de siempre.

Foto del artículo 'Política y finanzas: la Bolsa de Londres y las puertas que no pueden ser cerradas'

Sin embargo, la excepcionalidad de este caso deriva de la inaudita decisión de la Bolsa de Londres: no sólo suspendió la actividad del níquel, sino que canceló las más de 5.000 operaciones de compraventa que se habían hecho ese día. Esto es especialmente relevante porque precisamente la función de una bolsa de valores es la de operar como un agente neutral para propiciar el intercambio voluntario entre partes. Suspender la actividad con un activo supone dejar de prestar temporalmente un servicio, pero el problema es cancelar operaciones que se habían realizado de forma voluntaria entre dos partes; es agarrar la pelota y decidir ganadores y perdedores. Por eso, más allá de las molestias que generó, las consecuencias podrían ser importantes. Esta jugada no le va a salir barata a la Bolsa londinense.

Ganadores, perdedores y política

¿Quiénes son los más afectados por esta decisión? Para aproximarnos a una respuesta, en términos de serie policial, debemos “seguir el rastro del dinero” y encontrar el del “crimen”.

El principal ganador tras la cancelación de las operaciones fue Tsingshan Holding Group, grupo empresarial que es el mayor productor de acero inoxidable y que ese confuso día había perdido cerca de 8 mil millones de dólares. Fueron muchos los inversores que rápidamente fueron atando cabos para armar un caso. Su primera prueba: resulta que la Bolsa de Londres es propiedad de Hong Kong Exchanges and Clearing, una compañía china como Tsingshan Holding Group. Su segunda prueba: el principal prestamista (que con toda seguridad hubiese visto un default en su préstamo, o como mínimo una dura reestructuración) de Tsingshan Holding Group era un banco estatal chino, el China Construction Bank.

El lingüista John Ross contaba la historia, de origen indeterminable y antiquísima, del intelectual William James, que luego de una clase sobre cosmología era atosigado por una vieja señora. La señora argumentaba que su teoría estaba mal, ya que el universo estaba sostenido sobre la caparazón de una tortuga. Al preguntarle qué es lo que sostiene entonces a esa tortuga, la señora contestó que son más tortugas. Insatisfecho con la respuesta, James vuelve a preguntar qué es lo que sostiene a esas segundas tortugas. La señora, evidentemente molesta al no ser comprendida, exclama: “It’s turtles all the way down!”. Aplicado a nuestro caso, no sería exagerado señalar algo similar: “It’s China all the way down!”.

No aclares que oscurece

El inversor, escritor y académico Nassim Taleb dice, a mi juicio con toda razón, que ningún rumor debe tomarse en cuenta hasta que la parte afectada comienza a negarlo. Y eso fue, por supuesto, exactamente lo que pasó: el CEO de la Bolsa de Londres señaló que la decisión nada tenía que ver con China y que se había tomado “por el interés del mercado en su conjunto”. Veremos como sigue.

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  1. Para una explicación más detallada sobre esta operación, ver artículo “Reddit y GameStop: lobos, ovejas y jabalíes en Wall Street”, publicado en la diaria el 1º de febrero de 2021.