La solidez del sistema financiero es una prioridad para cualquier país, porque sobre esa base firme es más factible trazar otros objetivos económicos y sociales que tengan éxito. Una prueba contraria es la situación de inestabilidad general que provoca en un país un sistema financiero frágil, con la crisis de 2002 como prueba viviente en el caso uruguayo. En ese sentido, el nivel patrimonial de los bancos y sus reservas de respaldo, la evolución de los créditos, la actividad en el mercado de valores y en el de seguros son aspectos a tener en cuenta para esa evaluación.
Pero ¿cuál es el estado de salud del sistema financiero local? En un reciente informe publicado por el Banco Central del Uruguay (BCU) se examinaron distintas áreas y se aplicaron metodologías de testeo de posibles crisis macroeconómicas, y se concluyó que las instituciones tienen patrimonio para responder ante “escenarios adversos”.
En primer lugar, el reporte correspondiente a 2021 repasó que “las condiciones financieras locales permanecieron estables” en el año, con un riesgo país que en Uruguay “fue menor respecto al período prepandemia”. Esto se observa en que los agentes públicos y privados tienen “acceso a financiamiento sin inconvenientes”, además de que el gobierno “colocó deuda con facilidad” tanto en dólares como en unidades indexadas.
Pasando a la composición del sistema financiero local, el BCU indicó que operan en plaza 11 bancos –dos públicos y nueve privados–, 15 empresas de seguros, cuatro administradoras de fondos de ahorro previsional (AFAP), 16 empresas administradoras de crédito, 20 empresas de servicios financieros y 50 casas de cambio. Según la evaluación, “las instituciones financieras [120 en total] registraron aumentos de activos, pasivos y patrimonio respecto al cierre del año anterior”.
Los activos de las entidades crecieron 15% en el año y en total llegaron a casi 3.100 billones de pesos, mientras que se incrementaron los pasivos 16%, hasta casi 2,1 billones de pesos. Esto determinó un crecimiento patrimonial de 14%, que significó una cifra global para el sistema financiero de algo más de un billón de pesos. Igualmente, los números esconden que hay 30 empresas que “concentran casi la totalidad de los activos, pasivos y el patrimonio del sistema financiero”: entre los bancos, las AFAP y las aseguradoras acaparan 98% de estos indicadores.
Según el regulador, los bancos –los actores de mayor peso a nivel patrimonial– “muestran niveles sólidos de capital y liquidez, a la vez que registran aumentos de los créditos y los depósitos”. Por ejemplo, la responsabilidad patrimonial neta –que se utiliza para medir la solvencia de los bancos– muestra que el sistema “excede 1,83 veces el capital mínimo para cubrir los riesgos”. A esto hay que sumarle que “todas las instituciones del sistema presentan un nivel patrimonial superior al mínimo requerido, con cuatro de 11 que duplican este mínimo”.
Además, la evaluación del BCU incluye “una prueba de tensión” que proyecta lo que ocurriría con el patrimonio de los bancos en un “escenario adverso” y un “escenario de crisis” que surgen como consecuencia de “cambios en las condiciones macroeconómicas”, tomando en cuenta el impacto sobre la cartera de valores en el patrimonio y la morosidad. “La Superintendencia de Servicios Financieros [del BCU] realiza estudios del impacto de este fenómeno sobre el balance de cada uno de los bancos” y concluyó, al tomar datos correspondientes a noviembre de 2021, que “las instituciones se encuentran en condiciones de soportar cambios macroeconómicos adversos e incluso de crisis”.
Depósitos, créditos y rentabilidad
Dentro del rubro pasivos de los bancos aparecen todos los depósitos que las instituciones reciben, un indicador que refleja también el comportamiento de los agentes económicos en un momento determinado; por múltiples razones, estos deciden, ante un ingreso extraordinario o un monto ahorrado, si invierten en algún negocio, lo dejan estático en el banco o cobran una tasa fija, o se vuelcan hacia el mercado de capitales.
Los depósitos de privados medidos en pesos vienen creciendo al menos desde 2019. Al cierre de ese año, el total de dinero depositado en moneda nacional y en moneda extranjera, así como contando a residentes y no residentes, era 21,5% menos que al finalizar 2021 –pasó de 1,3 billones de pesos a 1,58 billones de pesos–. El aumento, al comparar las cifras con el cierre de 2020, asciende a 19%.
Sobre la composición de esos depósitos, el informe señaló que “90% corresponden a agentes residentes”. Acerca de la evolución del dinero depositado, se analizó que “continúa en aumento tanto en moneda nacional como en moneda extranjera, confirmando una tendencia observada en los últimos años, pero que se profundizó durante la emergencia sanitaria”.
Otro punto destacado en el reporte es que el incremento “es liderado por los depósitos a la vista en moneda extranjera”, esto son cuentas corrientes o cajas de ahorro –por ejemplo, en dólares–, que explican 85% de la suba de depósitos entre 2019 y 2021. Esta modalidad representa 73% del total del ahorro privado en cuentas bancarias y 94% de los depósitos en moneda extranjera. A su vez, tiene una tendencia ascendente en cuanto a su peso dentro del sistema, ya que el año pasado “los depósitos a la vista en moneda extranjera aumentaron 11,1% y los depósitos a plazo fijo [otra modalidad de ahorro bancario, en la que se deja el dinero inmovilizado por un período de tiempo a cambio de una renta] cayeron 9,5%”.
Por otro lado, dentro del activo de los bancos se encuentran los créditos que otorgan al mercado –empresas y personas–, que, al igual que sucede con los depósitos, representan otro indicador relevante para entender el comportamiento de los agentes económicos. Durante el año pasado, el peso de los créditos dentro de los activos bancarios perdió fuerza y crecieron los valores (las inversiones). Los créditos vigentes al cierre de 2021 “en términos reales no tuvieron variación significativa” al comparar con 2020, y disminuyeron 8,9% con respecto al final de 2019.
Sobre la composición de los créditos, una mitad son en moneda nacional y la otra en moneda extranjera. En el primer caso, predominan los préstamos tomados por las familias, que son 72% del total; luego aparecen los sectores empresariales, como servicios (14%), comercio (7%), industria (4%), construcción (2%) y agro (1%). En cambio, en los créditos en dólares predomina el agro (31%), seguido por industria (23%), comercio (21%), servicios (18%), construcción (4%) y familias (3%).
Acerca de la morosidad, el BCU indicó que “el indicador tuvo su pico en abril de 2020 y luego ha disminuido hasta alcanzar su mínimo en diciembre de 2021”, cuando pasó de 3,4% a 1,5%. Este descenso en el riesgo de no cobrar el crédito “fue mucho más marcado” en las empresas, donde pasó de 3,6% a 1%. En esa línea, el reporte agregó que “durante 2021 la proporción de crédito al sector no financiero [empresas] ubicado en las categorías de riesgo (3, 4 y 5) se redujo de 16,6% en diciembre de 2019 a 13,5% dos años después”.
Otra señal que se observa es la relación por sectores empresariales entre el nivel de crédito y la producción, con el agro como “el que registra un mayor grado de endeudamiento en relación a su producto (54%)”, aunque el nivel “ha disminuido considerablemente” –ya que estaba en 74% en 2020–. La industria y el comercio “presentan un nivel de endeudamiento que se mantiene relativamente estable en un tercio de su producto”.
Por otro lado, la rentabilidad de las instituciones del sistema financiero, otra señal de relevancia sobre el funcionamiento del mercado, mostró una retracción pronunciada en el año: se calculó en 29.125 millones de pesos a diciembre de 2021, una baja en términos reales de 27,9% respecto del año anterior y de 25,6% frente a 2019. La reducción se debe principalmente a diferencias de cambio que afectaron la valuación de los activos y el resultado de operaciones financieras. De la rentabilidad del sistema, 69% corresponde a los bancos públicos –60% el Banco República y 9% el Banco Hipotecario–, y entre los privados sólo uno registró pérdidas, con tres que tuvieron ganancias por encima de los 1.000 millones de pesos.
En agregado, el informe detalló la evolución de la red física de las instituciones financieras, en un año en que “volvió a descender el número de sucursales”, mientras que “el número de empleados disminuyó en 7%”, lo que implica “un aumento en el ratio cliente por empleado. Este ratio pasó de 424 en diciembre de 2020 a 465 en diciembre de 2021”.
AFAP, mercado de valores y seguros
Un actor de peso en el mercado financiero local son las AFAP, empresas que administran el dinero ahorrado por los trabajadores para su jubilación y que manejan grandes fondos. Por este motivo, sus movimientos de inversión suelen incidir en la evolución de distintas variables, como el valor del dólar. El reporte del BCU indicó que el fondo de ahorro previsional de las AFAP creció en términos reales 5,7% el año pasado, y alcanzó una cifra equivalente a 30% del PIB de Uruguay.
De ese total, 55% está invertido en “valores públicos del Estado uruguayo y letras de regulación monetaria del Banco Central”, mientras que 21,5% está en “valores emitidos por empresas públicas y privadas”, 15% sigue “los instrumentos financieros emitidos por organismos internacionales de crédito” y 4,6% son depósitos en moneda nacional y extranjera.
Otro sector relevante para apuntalar el crecimiento de un país es el mercado de capitales o valores, donde las empresas y los inversionistas cruzan sus intereses, con lo que las primeras logran capital para sus proyectos y las segundas, rentabilidad para su dinero. En Uruguay han sido variadas las voces que en los últimos años han planteado la falta de desarrollo del mercado de capitales, que termina siendo una vía costosa y burocrática para la mayoría de las empresas que procuran financiación. Igualmente, en 2021 ocurrió un incremento de la actividad, con una operativa de 2,1 billones de pesos (82% del PIB), que fue 19% superior en términos reales a la de 2020.
Por último, otro sector dentro del sistema financiero que mostró números positivos en 2021 fueron los seguros, donde las primas emitidas implicaron un monto equivalente a 2,7% del PIB y 5% más en términos reales que el año previo. El patrimonio neto total del mercado creció 18%, con mejoras en los números de las ramas vida previsional (10%), rurales (12%), vehículos (5%) y accidentes (2%).