Tiffany’s no es un nombre extraño en el mundo de las joyas. La empresa fue fundada en 1837, es una de las joyerías más antiguas y prestigiosas del mundo, y, en 2020, cuando fue vendida al grupo francés LVMH, fue valuada en más de 16,2 billones de dólares y empleaba a más de 7.000 personas.

El 31 de julio la empresa decidió lanzarse de cabeza al mundo cripto, creando su primera colección de NFT. En este caso, la propuesta no es puramente digital, sino que además tiene correlato físico. Debido a un acuerdo con la empresa Yuga Labs, dueña de los CryptoPunks, la colección es exclusiva para quienes posean estos últimos.

¿Y qué son estos CryptoPunks? Son 10.000 dibujos digitales de rostros punk, cada uno de ellos único, diseñados en 2017 como primeras piezas de lo que se dio a llamar criptoarte. Cada una de estas figuras de 24×24 píxeles tiene una firma digital única que utiliza la misma tecnología que las criptomonedas para verificar su autenticidad y propietario. Existirán sólo 250 unidades y cada NFT, que será diseñado en base al arte del CryptoPunk que posea el comprador, vendrá también con un pendiente físico.

¿Cuál es el precio? Nada más y nada menos que 30 Ether, la moneda nativa de la blockchain Ethereum donde se crearon estos NFT. Con un valor por unidad cercano a 50.000 dólares, la colección se vendió por un total de 12.500.000 dólares.

Como no podía ser de otra manera, en los círculos cripto las reacciones fueron contrapuestas. Por un lado, entusiasmo en torno al hecho de que una empresa tan relevante dentro del rubro de la moda y los accesorios se adentre en este universo. Por el otro, descontento con los elevados precios. Para ser justos, la propuesta de valor de Tiffany’s, más allá de los NFT, no se apoya sobre precios bajos y accesibles. Y lo mismo pasa con los CryptoPunks, que hoy cotizan a más de 100.000 dólares por unidad (sí, los dibujitos digitales valen eso).

Más allá de lo anterior, la noticia no resulta extraña. Los seres humanos buscamos, consciente o inconscientemente, transmitir señales a nuestros pares. El pelo, la ropa, el reloj, incluso nuestras formas de andar y expresarnos buscan representar quienes somos. O, mejor dicho, quienes queremos que crean que somos. En un mundo en el que cada vez pasamos más tiempo con una pantalla e interactuando virtualmente, es esperable que se quieran recrear esas mismas señales, pero de manera online. Y los NFT sirven, entre muchas otras cosas, para eso. Le permiten a cualquier persona que conozca la dirección de nuestra wallet verificar qué arte nos gusta comprar, qué servicios utilizamos regularmente, hace cuánto estamos activos y, a partir de ahora, si tenemos un pendiente exclusivo de una marca tan reconocida como Tiffany’s. La ostentación se renueva.