“Lo que pasa es que vos no entendés”. Es una frase conservadora, generalmente dirigida de un viejo a una persona más joven. No obstante, así me expresé hacia mi hermano, que es cinco años menor que yo, cuando al finalizar el tema “El Profeta” le dije: “Estoy emocionado”. Él se rió.

Lo cierto es que el toque de La Vela Puerca del martes pasado no fue uno más, no era un toque cualquiera. Y así lo expresó Sebastián Cebreiro, el Cebolla. La razón es que el toque tenía como causa juntar fondos para Lucas de Acevedo, que fue el primer baterista de la banda y está atravesando por un momento complicado de salud. Lucas estuvo presente en muchísimos hogares integrados por adolescentes, que sobre finales de los 90 y principios de los 2000 escuchamos, primero Deskarado y luego De Bichos y Flores (algunos fanáticos también teníamos el cassette con los inéditos).

Todo el ambiente vivido el martes pasado me retrotrajo 20 años. La Vela Puerca, para muchos (para otros serán otras bandas), fue una válvula de escape durante esos años durísimos que vivimos como sociedad. Frases como “hay mucha gente sin hogar y muchas más que no sabés” o “final amargo sólo queda hoy un perro flaco”, reflejaban lo que se vivía en los barrios por aquel entonces.

Asimismo, para los adolescentes de aquellos años, “me niego a morir en la vía” o “vamo’ a pelear hermano de pobreza, que el capital no se te suba a la cabeza”, representaban expresiones de rebeldía contra el sistema y contra la injusticia que se estaba padeciendo. Imagino que a nuestros padres escucharnos cantar “cuando todo parece jodido es cuando hay que poner”, o “no voy a tolerar que ya no tengan fe, que se bajen los brazos”, también les daba un empujoncito para seguir, para trabajar 14 horas diarias y evitar que faltara lo básico en el hogar, y para que sus hijos tuvieran las condiciones materiales para seguir estudiando sin tener que salir a buscar empleo para complementar ingresos que escaseaban.

En ese sentido, yo fui un privilegiado. Muchos de mis compañeros de generación no corrieron con la misma suerte. En el liceo Miranda convivíamos a diario con situaciones de gurises que hacían changas para poder llevar algo a la casa, o con compañeras embarazadas, lo cual era señal de extrema vulnerabilidad. El Miranda fue uno de los liceos que estuvo ocupado por más tiempo durante aquel 2002, hasta que una noche llegó la policía y desalojó a los estudiantes (de entre 15 y 18 años) con violencia. “Vuelan palos por el cielo y en el suelo buena gente”.

En este punto fue importantísimo el apoyo recibido por la comunidad docente y los funcionarios del Miranda. Nos arroparon e hicieron los mayores esfuerzos para que el año no quedara perdido y, sobre todo, para seguir educándonos en valores como solidaridad, diálogo, y la lucha por mejores condiciones para la educación pública. En aquellos años, el presupuesto educativo apenas superaba el 3% del PIB. Ahí se jugaba, se juega y se jugará, el futuro que tendremos como sociedad.

Las crisis económicas son inherentes al sistema capitalista, y se sufren mucho más en países dependientes como el nuestro. “Mierda es la guita que siempre me hace falta”.

No obstante, vale la pena recordar que en el 2002 no cayó un meteorito (como quizá pueda argumentarse sobre la crisis actual), sino que las decisiones de política económica que se tomaron fueron creando el escenario para que todo explotara. Durante más de una década de crecimiento económico posdictadura no hubo políticas sociales orientadas a lograr que ese crecimiento llegara al bolsillo de los hogares. Entre 1986 y 1998 el PIB aumentó cerca de 60%. Sin embargo, la tasa de desempleo se mantuvo constante en torno a 10%, la informalidad superaba el 40% y los salarios reales apenas crecieron cerca de un 10%. El índice de Gini pasó de 0,414 a 0,437, reflejando un aumento considerable de la desigualdad, y la pobreza se ubicaba en el entorno del 20% siguiendo una tendencia alcista que la llevaría, allá por el año 2004, a un máximo de 40%. Esas eran las condiciones en las que vivía la mayoría de la población previo a que la crisis estallara. “Gente que humilde camina por la calle”.

¿Qué hubiera pasado si una pandemia mundial hubiese ocurrido 20 años atrás? No hay dudas de que seríamos un país muchísimo más pobre del que actualmente somos. Las bases sólidas que se construyeron entre 2005 y 2019, liderando un proceso de crecimiento económico con inclusión, hicieron que, por ejemplo, las transferencias monetarias funcionaran como un instrumento indispensable para evitar que la pobreza se disparara. También lograron que el seguro de desempleo, que abarcó a una gran cantidad de trabajadores producto del proceso de formalización acometido durante ese período, preservara vínculos laborales y evitara una mayor pérdida de puestos de trabajo.

Esas bases permitieron también que los Consejos de Salarios, que se habían dejado de convocar en 1992, operaran como un ámbito de negociación entre trabajadores, empleadores y Estado para acordar mecanismos y hacer frente a la pandemia. El Salario Mínimo Nacional, que había sido abandonado como instrumento de política laboral hace 20 años, también formó parte de los cimientos que se construyeron entre esos años, siendo una variable fundamental para una gran cantidad de trabajadores de ingresos bajos y para coadyuvar a mitigar la dispersión salarial. Por último, no debe dejarse de lado el rol del sistema integrado de salud, que permitió que los cónyuges y familiares pudieran estar cubiertos por un año adicional en caso de que el titular perdiera su trabajo. Todo esto hubiera sido imposible 20 años atrás, y sin esto el descalabro de nuestro país habría estado asegurado.

El jueves pasado, Búsqueda publicó una nota en referencia a Eduardo Aninat, subdirector del FMI entre 2000 y 2003, quien señala que el origen de la debacle fue la inadecuada política cambiaria y la fragilidad en la regulación del sistema bancario. “Básicamente nos preocupó mucho el estado de la banca uruguaya, por la dependencia de los depósitos de Argentina y por la fragilidad que había en algunos bancos, de sobreendeudamiento en un exceso de crédito respecto de lo que es un leverage normal... rápidamente nos dimos cuenta de que no menos de un tercio [...] podía tener una situación muy mala”.

Asimismo, sostuvo que el supuesto papel heroico de Jorge Batlle al evitar un default, no fue más que un relato instalado. “Nunca le sugerí un corralito. Está contra mis entrañas, contra mi convencimiento. Sí le mencioné que tenía que haber flexibilidad cambiaria... Creo que aquí hubo un relato político. Venía un cambio de gobierno y se estaban preparando a ver quién pagaba la cuenta del ajuste”.1 “Una aguja va conmigo, tu burbuja pincharé. La tuya y de tus amigos...”.

Como bien sostiene Ha-Joon Chang, “si te queda alguna duda sobre el enorme papel del gobierno en el mercado libre, párate a pensar que todos nuestros ingresos los determina, desde un principio, la política”.2

La crisis del 2002 no fue consecuencia de un meteorito que nos cayó de sorpresa; la enorme mayoría de la población quedó de rehén de un conjunto de malas políticas económicas y de procesos de exclusión que se prolongaron en el tiempo. Cuando todo explotó, la miseria se hizo presente. Sin importar la edad, todos la sufrimos, por eso quiero expresar mis disculpas hacia la generación de niños y niñas que, como mi hermano, se encontraba finalizando la escuela o entrando al ciclo básico en el 2002. Obviamente ellos entienden de qué se trató la crisis. En esa etapa tan vital para el desarrollo de las personas, los daños materiales y sicológicos (pensemos en todos esos niños que perdieron a sus amigos de la infancia debido a la emigración) deben ser abrumadores.

Me despido con el deseo de pronta recuperación para Lucas y mucha fuerza para su familia. Tienen una banda amiga que les aguanta el corazón.


  1. Recogida por el periodista Diego Zas en su reciente libro 2002: memorias de la crisis. Por más detalles: https://www.busqueda.com.uy/Secciones/En-torno-a-la-mision-que-negocio-en-Washington-la-salida-a-la-crisis-de-2002-hubo-un-relato-para-salvar-el-costo-politico--uc53082 

  2. Ha-Joon Chang (2011). “23 cosas que no te cuentan sobre el Capitalismo”.